Kim ahora tiene más protagonismo y Bryan aún es el cerebro
Advertencia: si a usted le gusta el cine solo para entretenerse con escenas de acción, ‘Taken 2’ es recomendable. Pero si usted es exigente, piénselo más de dos veces.
Y eso es porque a ‘Taken 2’ (subtitulada en Latinoamérica como ‘Búsqueda implacable 2’) le sobran situaciones de acción y suspenso, tal como sucedió con la primera parte que Pierre Morel dirigió en 2008.
De hecho, el espectador intuye de antemano el desenlace -más o menos como decir que el mayordomo es el asesino-. Aunque es muy predecible, el público se mantiene enganchado durante los 96 minutos que dura la película.
Para enlazar un filme con otro, repasemos lo que ocurrió hace cuatro años en ‘Taken’. Luc Besson, el productor y guionista de ambas cintas, planteó aquella vez una historia en la que Bryan Mills (interpretado por el irlandés Liam Neeson) es un exagente de la CIA que está divorciado. Apenas puede ver a su hija Kim (Maggie Grace), una adolescente que vive con su madre Lenore (Famke Jansen) y Stuart (Xander Berkeley), su millonario padrastro.
Kim le miente a sus padres sobre un viaje a París para recorrer los museos franceses con su mejor amiga, pero en realidad siguen a la banda U2. Ambas son secuestradas para venderlas como prostitutas. Kim apenas le da, por celular, algunas pistas a su padre quien apenas tuvo 96 horas para viajar y rescatarla.
En el camino, Bryan asesina a Marko (Arben Bajraktaraj), uno de los mafiosos albaneses que están involucrados en el secuestro. Ahora vayamos a ‘Taken 2’. El enganche es que Murad (Rade Serbedzija), el jefe de esa mafia, quiere vengar la muerte de su hijo Marko.
Cuatro años después de los sucesos en París, Lenore está a punto de separarse de Stuart, mientras que Kim ya es una veinteañera con novio. Bryan mantiene el contacto con ella con la excusa de que debe llevarla a clases de conducción.
Bryan cumple un trabajo como guardaespaldas en Estambul, Turquía, y recibe la visita de Lenore y Kim. Lo que desconocen es que la gente de Murad está lista para secuestrar a toda la familia.
La diferencia entre el filme anterior y este, que dirige Oliver Megaton, es que Kim y Lenore tienen más protagonismo. Kim solo pasó sedada en la primera. Ahora es la aliada de su padre. Aún es despistada, pero más audaz (no le queda otra, su vida y la de su familia dependen de ella).
Allí las inconsistencias de la trama radican en las posibilidades de que él calcule con exactitud donde está cautivo, a punta de reloj y algunos sonidos clave que memoriza.
Se basa en cuántos segundos tarda una granada en explotar para calcular la distancia o en la dirección del viento. Pese a situaciones poco creíbles de un Bryan como el cerebro, mantienen al espectador al filo de la butaca.
Hay inconsistencias como el hecho de que Bryan llame a su hija por celular, mientras los mafiosos lo apuntan con armas (además tienen a Lenore como rehén con una pistola dirigida a su sien) o el desgastado recurso de que le disparen y nadie le atine (al estilo Rambo, porque él sí acierta).
Y ni que decir del flojo final para Murad (lo sentimos, pero es obvio que muere). Averigüe cómo sucede y sabrá por qué es flojo su final, claro si usted solo va para entretenerse. Recuerde que es cine comercial de Hollywood, no de culto.