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Julian Lennon: La mejor lección artística de mi padre fue la honestidad

Julian Lennon: La mejor lección artística de mi padre fue la honestidad
23 de mayo de 2013 - 00:00

Hace 27 años Julian Lennon ganó notoriedad con las canciones ‘Too late for good bye’ y ‘Valotte’. Así expresó parte del legado que le dejó su padre John Lennon, cuatro años antes de morir asesinado.

No obstante, el hijo del primer compromiso que tuvo el ex Beatle, sostiene que su legado no solo fue el talento musical. Va más allá y asegura que  “la honestidad” fue la mejor lección artística que le dejó su padre. Un mito al que él trata de acercarse coleccionando objetos y recuerdos de los años que compartieron.

Julian visitó ayer la galería Gustavo Bacarisas, de Gibraltar (Reino Unido), que tiene la exposición ‘Memorabilia’ y se trata de un recorrido por algunos de los objetos personales de su legendario progenitor, desde una moto a fotografías, manuscritos y postales, que ha recopilado en subastas de distintas partes del mundo.

John Lennon abandonó a su primera esposa Cinthya Powell y a Julian, nacido en 1963, cuando este tenía cinco años, para unirse a la artista conceptual japonesa Yoko Ono, con quien precisamente se casó en Gibraltar. Fue un drama para aquel niño que, con el tiempo, pudo superar el rencor hacia su mítico padre.

Una de las leyendas que se exhiben en la exposición, que estará en Gibraltar hasta el próximo mes de diciembre, recuerda las palabras en las que Powell explicaba que, tras divorciarse de Lennon, no le quedó mucho dinero y que por ello vendió algunas cosas. “Cuando empezaron a ser vendidas como recuerdos, lo sentí como una violación, pero me tuve que resignar porque estaba totalmente arruinada”, expresa.

Muchos años después, su hijo Julian Lennon se ha dedicado, con el dinero que le dejó su padre, a comprar en subastas de medio mundo todo lo que ha podido. “Quería tener algo. Comencé la colección no por si yo tenía familia o hijos en un futuro, sino por sentirme en contacto con él”, relata el intérprete de ‘Valotte’. Admite que “no ha sido una tarea fácil, porque hay mucha gente que guarda recuerdos de John Lennon”.

La colección, con la que quiere compartir “un pedazo de historia” del autor de ‘Imagine’ porque “la gente realmente no lo conoce tanto”, salió recién por primera vez de Liverpool, donde está de forma permanente, para ser exhibida en Gibraltar, un primer destino para una muestra que, según dice, quiere llevar a otros sitios del mundo.

Con objetos valorados en más de 2,5 millones de libras esterlinas (casi tres millones de euros, aproximadamente 3,9 millones de dólares), la muestra destinará un 25 por ciento de sus beneficios a la fundación The White Feather, una entidad con la que lleva a cabo proyectos en distintas partes del mundo, desde África a Sri Lanka, con los que trata de ayudar a “conservar la vida y mantener viva la cultura”.

Julian Lennon está a punto de lanzar, en pocas semanas, su nuevo disco, ‘Everything Changes’, un álbum en el que reconoce cierta inclinación a la introspección: “Todo lo que hago está conectado con lo que siento, con lo que sueño, con mis experiencias de la vida y las emociones que quiero compartir”.

Y lo hace, dice, “mirando hacia adelante y sin escuchar lo que se dice”, más bien harto de que la crítica musical censure y hable de las posibles influencias de su madre. “Si me parezco, es malo; si no, también, pero yo no vivo en el pasado: vivo en el presente”.

Julian Lennon dice que su relación con Yoko Ono es “correcta”. “Si nos vemos, nos saludamos y tomamos un té”, dice, mientras se muestra más efusivo al hablar de Sean, el hijo que su padre tuvo con la artista japonesa: “Hay mucho respeto entre nosotros”, asegura.

No se muestra muy de acuerdo con la leyenda negra que responsabiliza a la relación de su padre con Yoko Ono de la separación de los Beatles. “Había otros problemas subyacentes. Hay veces que no se puede mantener una relación tan larga. Ellos crearon todo lo que pudieron, pero hubo un tiempo y un lugar en aquella relación en la que todos decidieron hacer lo que creyeron que era mejor”, apunta.

Entre los objetos más destacados de la exposición figura un manuscrito de “Hey Jude”, la canción que Paul McCartney escribió para intentar consolarle cuando su padre se marchó con Yoko Ono, un tema en el que le aconsejaba “take a sad song and make it better” (coge una canción triste y hazla mejor), un consejo que parece que le ha funcionado.

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