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Juan Luis Guerra siempre reinventa su música sin descuidarse de Dios

Juan Luis Guerra siempre reinventa su música sin descuidarse de Dios
10 de julio de 2013 - 00:00

Aquello de la timidez de Juan Luis Guerra es de dominio público casi desde sus inicios porque él mismo lo reconoce en las múltiples entrevistas que ha concedido en casi tres décadas de carrera con canciones como ‘Ojalá que llueva café’ o ‘Bachata rosa’.

No obstante, su esencia en el escenario es sinónimo de alegría, celebración que se refleja en quienes bailan sus canciones que mezclan de todo un poco, pero que tienen como base el merengue.

El cantautor y multiinstrumentista dominicano, quien cumplió 56 años el pasado 7 de junio, está de regreso al Ecuador para ofrecer dos conciertos: en el coliseo Rumiñahui, de Quito, y el Teatro Feria de Durán, en Guayaquil.

A Guerra, quien no pasa inadvertido por sus dos metros de estatura que labró con la práctica del básquet -el deporte que heredó de su padre Gilberto-, es ampliamente conocido por los 12 discos que ha grabado y, por supuesto, los 18 premios Grammy que ha ganado, de los cuales tres son en la versión estadounidense.

Ex estudiante de filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, del conservatorio nacional de música y del Berklee College of Music en Boston, Guerra combina la música secular con la cristiana desde 2004. Su más reciente disco es ‘Colección cristiana’ que tiene contiene ‘En el cielo no hay hospital’.

Hijo de Olga Seijas, esposo de Nora Vega y padre de Jean Gabriel y Paulina, el merenguero dominicano ha perdido la cuenta de cuántas entrevistas ha concedido. A continuación Guerra se muestra tal cual es en los siguientes extractos tomados del diario español El País (con inquietudes planteadas por sus lectores), más los portales trovador.com y enfemenino.com, entre 2010 y 2013.

¿Cómo es fuera de los escenarios y estudios de grabación?
Hogareño. Me encanta compartir con mi familia y visitar mis pinos, leer y aprender cada día algo nuevo.
Existe un Juan Luis Guerra antes del 2004 y otro después de ese año. Aquello se reflejó en el disco ‘Para ti’,

¿Supuso ese trabajo un punto de inflexión en su carrera?
Lo grabé por agradecimiento a Dios. Cuando recibimos tanto de Dios es lo menos que podemos hacer: Darle siempre la honra y ¡las gracias!

Con toda la fama que tenía, ¿no cree que fue arriesgado grabarlo?
Ahí sinceramente no me importó si iba a gustarle a la gente o no. Yo tenía que hacer un disco de agradecimiento a Dios y se lo dediqué a Él y Él se encargó del resto. De todas formas yo sabía que iba a ser un éxito. Fue la primera vez en la historia que una canción cristiana  (’Las avispas) entra en el número uno de las listas comerciales y además ganó tres Grammys.

¿Considera que fue fácil armar las letras de las canciones al basarse de versículos ya escritos en la Biblia?
Hay gente que me pregunta si tomé al pie de la letra algunos versículos y no, yo más bien intenté transmitir el espíritu general.

¿Qué pecado es más difícil de evitar para usted?
Parece una tontería, pero en las pequeñas cosas es donde está la clave. La mentira es quizá lo más complicado porque uno se deja enredar por lo que muchos llaman mentiras piadosas y acaba cayendo bajo esa coartada.

Antes de su conversión ya tenía una carrera estable, un matrimonio consolidado y más, pero en el camino atravesó por una crisis, ¿cree que Dios fue para usted su ansiolítico?
En mi caso sí, Dios es mi ansiolítico porque todos mis padecimientos se pasaron cuando lo descubrí, cuando “le creí a Él”, que no es lo mismo que “creer en Él”. Lo tenía todo, pero estaba vacío. Cuando el corazón está lleno de ansiedad, está enfermo, el cuerpo enferma y eso fue lo que me pasó. Fue una época muy dura, pero sí, Jesucristo me dio la tranquilidad.

¿Qué influencias tiene al momento de componer?
Tengo muchas fuentes de inspiración: Dios, mi esposa, mi familia, un libro, realidades sociales, en fin. Mis influencias musicales son muchas. Nací en una casa rodeada de música por todas partes...¡hasta los aguacates cantaban! Con relación a la música que escucho va desde Bach, en especial sus trabajos corales; Mozart y Ravel, sus cuartetos de cuerda; Beatles, Bob Dylan, Pat Metheny, Mingus, Oliver Nelson, Mahler. Trato de innovar mi música con otros generos musicales. Por ejemplo, en el disco ‘A son de guerra’ mezclo merengue y bachata con son, jazz, blues, rock, mambo y reggae. Esto enriquece mucho nuestra propuesta musical. Me gusta siempre hacer algo nuevo.

Bachata en Fukuoka es una de sus canciones más recientes y populares, ¿qué recuerdos tiene de su composición?
La compuse para reflejar lo que vivimos cuando estuvimos en Japón. Fue inolvidable ver a los japoneses cantar, bailar y hasta llorar con nuestras canciones. No nos esperábamos una reacción así. Se sabían las canciones en español. Yo conocía que tienen una orquesta que toca bien salsa, pero no que pasaba lo mismo con el merengue y la bachata.

¿Cómo ve la situación actual de Latinoamérica?
No me involucro en política, pero sí me gusta hacer canciones comprometidas. Creo que es necesario un cambio en la actitud del hombre y necesitamos más honestidad e integridad. Esa es la razón por la cual he compuesto el ‘Costo de la vida’, ‘Visa para un sueño’ o ‘El Niágara en bicicleta’.

Es ampliamente conocido su perfil solidario que le ha permitido compartir con artistas como Miguel Bosé, Alejandro Sanz o Enrique Iglesias. ¿Cómo se dio la química para trabajar con ellos?
Ellos siempre están dispuestos y son solidarios a la hora de ayudar. En Haití nos hicimos niños por los niños.

¿Con qué artistas le gustaría colaborar?
Con Bono y Bob Dylan y, ¡una bachata con Paul McCartney!

Tras casi 30 años de carrera, ¿cómo se define cuando aún ve disfrutar al público con los mismos éxitos que lo internacionalizaron?
¡Privilegiado! A mi hija (Paulina), cuando era más pequeña, le preguntaban: ¿sabes lo que hace tu papá? Y ella contestaba: “Sí, ¡hacer feliz a la gente!”.

HOY LLEGA AL PAÍS Y POSIBLEMENTE RECORRERÁ SITIOS TURÍSTICOS

El artista llega esta tarde a Quito, según Poleth Velasco, coordinadora del concierto en el coliseo Rumiñahui que se realizará al día siguiente.

En Quito los precios de las entradas son: 220 dólares (black box); 180 (golden box); 130 (butaca); 90 (preferencia baja); 60 (preferencia alta); 44 (general).

Para el show en Guayaquil, que se realizará el sábado, los ticketes costarán: 180 dólares (bilirrubina box); 90 (silla VIP); 60 (tribuna) y 30 (general), según el portal de ticketshow.

Velasco, de City Show, la empresa que trae a Guerra, gestiona un posible encuentro del merenguero con la prensa quiteña y que para mañana está prevista una prueba de sonido en la Capital.

“A pesar del artista importante que es, sus exigencias son mínimas, no ha pedido nada fuera de lo común, solamente un camerino bien equipado y una marca de agua que la estamos tratando de conseguir porque esa no hay aquí”, dice Velasco.

“Se movilizará en un auto especial para resguardar su integridad, además de otros vehículos y motos que escoltarán al artista y a toda la gente que viaja con él. También estamos preparados para darle un recorrido por la ciudad, en caso de que el artista quiera conocer sitios turísticos, como El Panecillo o la Mitad del Mundo, porque aunque ya ha estado en varias ocasiones en Quito, no ha podido hacerlo.

“En cuanto al escenario, el equipo técnico del cantante trae sus propias pantallas. Ellos no ofrecen detalles, pero afirman que es una escenografía grande y de primer nivel para dar un concierto espectacular en el país, tal y como lo ha hecho en otros países”, finaliza la coordinadora de City Show.

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