Pulir su don o exponerle al mundo entero su potente voz fue tal vez la ilusión con la que la soprano lírica guayaquileña Johanna Mosquera migró a Italia hace 5 años, pero luego de conocer los sinsabores del competitivo mundo musical regresó a su amado Ecuador.

De padre tenor y madre soprano, para su familia su profesión es la indicada, pues creció en medio de los teatros, escuchando y admirando los musicales nacionales.
Agrega que fue a los 13 años cuando se enamoró de la zarzuela (música del género teatral con partes instrumentales, vocales y habladas), la cual hoy es su gran pasión, todo gracias al maestro soprano barítono José Luis Pombo (hoy su esposo), quien la ayudó a desarrollar su potencial y enfocarse en el canto lírico.

A los 15 años compitió en varios festivales colegiales, destacándose y obteniendo varios logros, pero fue al término de su adolescencia (19) cuando obtuvo la preparación de la cantante Beatriz Parra, con quien realizó dos talleres ‘Las bodas de Fígaro’ y ‘Carmen’, las que obtuvieron gran aceptación en el país.

Luego de una larga relación Mosquera se casó con Pombo y procreó a Luigi, quien actualmente tiene 8 años de edad, relata que aunque tenía trabajo seguro, pues además de participar en obras teatrales era profesora de música, quería seguir con su crecimiento profesional y es ahí donde opta por migrar a la nación europea y probar suerte en la denominada ‘cuna de la ópera’.

Por su bisabuelo Gerónimo Gando obtuvo su visa como ciudadana italiana en la adolescencia, y como sabía el idioma a la perfección, se arriesgó. “Realmente todo fue novelería, viajé con mi mamá, como quedé tan maravillada con los teatros le dije a mi esposo que nos alcance con mi hijo y optamos por quedarnos allá”, sostiene.

El adaptarse fue una etapa complicada, más aún por la saturada migración de artistas y la cantidad ilimitada de estudiantes extranjeros de ópera que buscaban trabajo. “Si una persona quería tener un espacio tenía que pagarle a un promotor y con un niño pequeño no teníamos los recursos para hacerlo”, detalla.

Oficios como enfermería y ayudante en cocina fueron los empleados por su madre y esposo, mientras que ella buscaba un turno para mostrar su potencial.

Tras buscar y no encontrar oportunidad alguna en la ciudad de Génova, optó por radicarse en Savona, sitio dónde halló algunas posibilidades. “Los oratorios de las iglesias católicas fueron mis primeros escenarios donde hice lo que nunca había hecho en Ecuador: cantar en solitario”, expresa.

Posteriormente conoció a la reconocida soprano italiana Sandra Pacetti, con quien se pulió por dos años y con la que en el 2011 obtuvo el primer premio en el Festival de la Balada Latinoamericana en Génova.

Los teatros de Chiabrera, Fortezza del Priamar, Carlo Felice, entre otros, fueron donde demostró su talento, pero debido a la crisis económica y a la poca demanda de óperas, tuvo que regresar en junio a Guayaquil.

Actualmente la soprano promociona su puesta en escena en solitario ‘Il retorno’, que incluye composiciones de Caldara, Händel, Mozart, Schubert, Bellini, Bizet, Puccini, Giménez, Vives, Guridi, Hahn y Tosti, y que oficializa su retorno al país.