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El Telégrafo
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Hubo un tiempo que fue hermoso...’

Hubo un tiempo que fue hermoso...’
12 de febrero de 2013 - 00:00

Me atrevo a contar una anécdota que publiqué el martes 20 de julio del 2004 en otro medio sobre Sui Géneris.

Era 1991 y cursaba el primer año de la universidad. Para aquella época la parada obligada al salir de clases o durante los cambios de hora, era el patio o los pasillos. Allí no faltaba algún bohemio con su guitarra de palo, que rara vez -o más bien nunca- entraba a las aulas.

Y cuando no llegaba el profesor de turno, esa tertulia era inevitablemente larga, con quienes decidieron quedarse en el patio, mientras alguien dejaba escapar de su garganta el estribillo: “Me echó de su cuarto gritándome/ no tienes profesión/ tuve que enfrentarme a mi condición/ en invierno no hay sol...”.

“Qué buena letra. ¿De quién es esa canción?”, pregunta un amigo. Otro responde: “Ni idea, solo cántala...”. Termina la melodía y su intérprete, con voz rasposa por el alcohol y cigarrillos -que según él, le permitían cantar mejor- añade: “Se llama ‘Confesiones de invierno’, no sé quién la canta porque solo la escuché una vez y se me quedó”.

Yo tampoco sabía de quién era, pese a que Nito Mestre y Charly García, llevaban casi 20 años interpretando ‘Confesiones de invierno’.

Ahora, 22 años después, las canas que sobresalen de unos mechones castaños y una ligera “chivita” evidencian los 60 años de edad que ya tiene Nito durante la ceremonia en la que él y un ahora cachetón Charly fueron homenajeados con una estatua de bronce, de tamaño natural en Mar del Plata, el pasado martes 5 de febrero.

Muchos conocen la historia de Sui Géneris, a través de amigos cercanos de ambos, de la vieja guardia de músicos que los escucharon en su época de apogeo o simplemente del Internet.

Nito, quien ha venido a Ecuador un par de veces desde 2008, se anima contar, quizás por enésima vez la historia de uno de los grupos más emblemáticos en la historia del rock argentino, pero por ser uno de sus integrantes aquel relato adquiere un color distinto. Ahora Nito lo hace para diario PP El Verdadero.

Es conocido que Sui Géneris se gestó en el colegio Dámaso Centeno, de Caballito, donde ambos estudiaban, ¿cuánto tiempo había pasado de haber visto a Charly con su banda To Walk Spanish para hablarle?

En realidad conocí a Charly primero y después vi a To Walk Spanish. Como muchos saben él y yo íbamos al mismo colegio secundario. Charly estaba en el  turno de la  tarde y yo en el de la mañana.

Por una circunstancia del colegio, a los del tercer curso de la tarde nos enviaron a la mañana.

 Y si bien yo había escuchado hablar que había un flaco que tenía un grupo en turno de la tarde, nunca lo había conocido.

En esas semanas fue, que durante un recreo, alguien me dijo que Charly estaba tocando el piano en la sala de música, que estaba contigua al patio.

Entré, me presenté y estuvimos hablando de lo típico: “¿qué música te gusta?, ¿qué hacés?, etcétera” y, obvio, ambos escuchábamos a Los Beatles. También habíamos visto ‘Shinding’, que era un programa de rock, que nadie le daba bola en Argentina, pero nosotros sí. Otro programa que vimos fue el de Ed Sullivan cuando Los Beatles fueron a Estados Unidos.

Como cada uno tenía un grupo de rock en el colegio, eso fue una punta más de conexión y nos hicimos amigos.

Al poco tiempo organizamos una fiesta para recaudar fondos que nos sirva a nosotros y esa fue la única oportunidad donde tocamos ambas bandas en el mismo escenario.
Poco tiempo después Charly me pregunta si quiero entrar a su grupo. Y antes de eso trabajamos juntos con Carlos Piegari, que era mi compañero en The Century Indignation, en una obra que se llamó ‘Theo’ y que grabamos en un canal de televisión. La usamos para mostrarla como demo.

No pasó nada con ‘Theo’ y al poco tiempo terminamos juntándonos y así formando Sui Géneris, nombre que salió después de buscar en el diccionario. Era algo que se solía hacer en ese momento. Se acostumbraba a ponerle el nombre en latín a los grupos de rock.

Piegari abandona el grupo poco tiempo después. Hubo varios cambios de integrantes en toda la historia de Sui, pero los que siempre estuvimos fuimos nosotros dos desde el año 1968.

Aunque creo haberlo conocido a Charly en el 67  cuando ambos cursábamos el tercer año de la secundaria y luego formamos Sui Géneris al año siguiente, en el 68.

En una entrevista televisiva de hace algunos años, vi que Charly decía que su primera impresión fue ver a un chico con el cabello engominado hacia atrás y, según él, grandes orejas. ¿Cuál fue su impresión?

Así es. Me ponía mucha gomina en el pelo para poder dejármelo lo más largo posible. Charly también lo hacía.  Así que cuando llegaba a casa me sacaba la gomina y aparentemente tenía mucho pelo. Las orejas eran y son mías (ríe).

Mi primera impresión fue ver a un flaco desgarbado tocando el piano, cosa que era extraña en esa época porque usualmente todos tocaban guitarra. En mi grupo anterior no había teclados. Y fue automática la onda de hacerse amigos

Al año siguiente nos tocó ir en el mismo curso y turno, por lo cual se afianzó muchísimo más la amistad y más aún al tocar juntos.

Como la madre de Charly era productora de un programa de TV muy conocido del folclore íbamos a cada rato al canal como público y estar en el “ambiente”. También hicimos algún programa, que se llamaba ‘Folclorísimo’, actuando en esa época.

Aprovechábamos todo el tiempo posible. Íbamos al colegio, al canal o a escuchar música, casi siempre en su casa o ensayar temas.

Aparte de Los Beatles, algunos historiadores se referían a la psicodelia de Vanilla Fudge pero ¿de qué otras bandas hablaban o escuchaban?

Creo que lo de Vanilla Fudge, por ejemplo, fue algo después. Fue uno de los tantos grupos que escuchábamos. También estaban Peter and Gordon; Peter, Paul and Mary; The Birds, Dave Clark Five. Escuchábamos, sobre todo, música británica.

Al principio decía que durante la historia de Sui Géneris hubo muchos cambios de integrantes, ¿por qué les costaba tener una alineación estable?

Era la época del colegio, y claro está, no todos los que entraban al grupo tenían la idea de hacer de esto una carrera.

Hay que acordarse que aún no entraba ni un céntimo, no había disco, ni promesa de grabación cercana. Además no teníamos mánager, o sea que todo era ‘pura sangre’ nomás. Y todo esto teniendo solo 15 años de edad.
Con Charly siempre teníamos la idea de aparecer en televisión o de tocar en fiestas, en casa de amigos o donde sea. Nos planteábamos desde el principio grabar algún demo, como sea, para presentarlo en festivales. Intentábamos por todos los medios conocer a algún productor que nos contrate para grabar un disco. Esa era la meta.

¿Cuánto costó ganar notoriedad en festivales colegiales y otros sitios, e incluso llamar la atención de alguna disquera?

Tardó bastante. Creo que entre tres y cuatro años, pues en ese periodo dimos vuelta por todos los sellos discográficos de Buenos Aires. Fuimos a los conocidos y a los no tanto.
Empezaron a hablar algo de nosotros cuando participamos en el segundo festival de B.A. Rock, a fines de 1971.

Ahí creo que cantamos solo dos temas, además aparecimos en la película ‘Hasta que se ponga el sol ‘ y eso ayudo un poquito, pero recién ganamos notoriedad cuando salió el primer disco, ‘Vida’, en 1972, en abril de ese año.

¿En qué circunstancias se dio el vínculo entre Sui Géneris y el productor Jorge Álvarez?

A Jorge Álvarez lo conocimos a través de el que era nuestro mánager en aquel momento: Pierre Bayona. Con Pierre, al que conocimos a través de otro músico, empezamos a mostrarnos “un poquitito más” y nos consiguió algunas actuaciones en pequeñas localidades cercanas a Buenos Aires y luego hacer dos temporadas en Mar del Plata, ciudad turística. Eso fue en los veranos de 1971 y 1972.

Luego del primer verano y ante la deserción del bajista de ese momento fue cuando se gestó realmente Sui Géneris como dúo porque a todos les gustó que fuéramos solo dos. Lo decidimos dos semanas después de empezar a tocar en Mar del Plata como cuarteto, luego se fue el bajista y nos hicimos dúo.

Una vez terminado el verano regresamos a Buenos Aires. Charly hizo parte de la conscripción y en el mes de junio, más o menos, reiniciamos una serie de conciertos en una sala: el ABC de Buenos Aires. Allí tocamos con dos o tres grupos más durante dos meses con funciones entre jueves y domingo.

Fue ahí que Pierre invitó a Jorge Álvarez para que nos vea y a los pocos días nos concedió una entrevista, donde junto a Billy Bond (de La pesada del Rock and Roll) nos escuchó con una guitarra española. Cantamos unos cuatro temas y al terminar la entrevista nos dio un contrato tipo. Sí, nos dijo que estábamos contratados, cosa que le creímos a medias, porque lo mismo nos habían dicho muchas veces. Pero fue verdad porque al poco tiempo empezamos a grabar el primer disco ‘Vida’ en el mes de septiembre de 1971.

¿Qué recuerda del B.A. Rock y ‘Hasta que se ponga el sol’?

Recuerdo que fuimos al show en un auto Mercedes Benz muy viejo. Y me la pasé mirando todo lo que sucedía a mi alrededor, ya que era la primera vez que estaba “del otro lado” en un Festival. Antes éramos solo público. Debutamos frente a un montón de gente.. ¡¡¡y encima se grababa y filmaba una película!!! Todo sucedió junto. Por eso no separo mucho el Festival de la película.

Pero, a los pocos días nos dicen que debemos completar unas tomas que habían salido mal y fuimos a un escenario similar al del B.A. Rock donde filmamos algunas tomas extras. Recuerdo que también lo hicieron los Vox Dei.

Para algunos ‘Vida’ iba a llamarse ‘Cuando comenzamos a nacer’ y para otros viceversa...
Creo que de movida se iba a llamar Vida, que era como nosotros llamábamos a ‘Cuando comenzamos a nacer’. Era también nuestro caballito de batalla, antes que Canción para mi muerte.

¿Cómo fue el proceso de composición de las canciones y cuántas hubo antes de seleccionar a las definitivas del disco?

Las canciones ya estaban escritas por Charly, excepto ‘Natalio Ruiz’ que era de Piegari, y me acuerdo que fuimos a la casa de otro músico donde estaba Jorge Álvarez y Billy Bond. Ahí tocamos varios de los temas, que no eran demasiados, y se seleccionaron los que están en ‘Vida’.

¿Qué músicos estuvieron en la grabación?

Estuvieron Claudio Gabis, de Manal; Alejandro Medina, del mismo grupo; Jorge Pinchevsky, de La Pesada del Rock and Roll, y varios más. También estuvieron Paco Prati, nuestro baterista, y Billy, que creo que hizo algún mínimo coro.

¿Qué canción costó más crear y cuál costó menos?

Sé que empezamos a grabar ‘Amigo vuelve a casa pronto’ porque era la que más tocábamos usualmente. Se grabó rápido porque éramos nuevos y no teníamos muchas horas asignadas en el estudio. Te diría que casi todo se grabó en toma uno o dos, a lo mucho. Fue grabado en cuatro canales, aparte había que hacer varios pases para llegar al final del estéreo.

¿Alguna anécdota especial en una de ellas?

La que más recuerdo como imagen ocurrió el día en que debíamos grabar ‘Canción para mi muerte’. La sesión era por la mañana muy temprano. Es la hora más difícil para cantar. Usualmente lo eran porque nadie quería ese horario.

Entonces, cuando canto una parte del tema se me escapa lo que se dice un “gallo” en la voz y se mataron de la risa. Hubo alguna burla al respecto, y yo siendo nuevo con varios de La Pesada en el control fue un momento bravo. Pero me repuse y lo canté de nuevo como si nada, por lo menos para los demás, porque por dentro yo estaba muy nervioso.

¿Qué canciones dejaron para otros trabajos?

En realidad se dejaron de lado canciones como ‘Monoblock’ que luego salió en ‘Sinfonías para adolescentes’. También se quedaron fuera ‘Cuando te vayas’ y creo que ‘Te recuerdo invierno’, que no salió nunca en ningún lado. Y no recuerdo si alguna más, puede que sí.

En los créditos de los discos aparece Charly como el autor de las canciones, pero ¿siempre fue eso así desde sus inicios o los demás aportaban también líricamente?
Charly era el compositor de los temas y nosotros armábamos juntos las voces y opinábamos, pero la composición venía de él.

¿Técnicamente cómo califica ‘Vida’?

Como un álbum fresco y directo, con canciones para siempre y, por supuesto, un gratísimo recuerdo porque fue el primero. Es un disco que escucharon varias generaciones. Eso es algo muy difícil que suceda en la actualidad.

¿Cuándo y cómo empezó esa transición de género entre lo puramente folk a lo eléctrico y hasta psicodélico?

La transición fue específicamente en el año 1974 cuando gracias a un adelanto de regalías, Billy Bond fue a Nueva York y nos compró los teclados, el minimoog, y el primer “mellotron” que en realidad era un ‘string ensamble’. Ahí el sonido ya cambió, ya que en vez de usar el piano acústico nos fuimos al Fender Rhodes, cosa que le dio una vuelta al sonido de Sui, pero manteniendo siempre la acústica, de flauta dulce a traversa, más efectos que empezamos a utilizar. Obviamente también varió la forma de componer.

¿Y el cambio en lo lírico, es decir de lo que fue ‘Vida’ hacia las controversias de ‘Pequeñas anécdotas de las instituciones’?

Bueno, definitivamente ‘...Instituciones’ es un álbum conceptual donde se habla de eso, de las Instituciones y es una mirada irónica a ellas. Por lo tanto hay una línea trazada con un tema definido.

En ‘Vida’ y ‘Confesiones de invierno’ habían temas donde se trataban diversas temáticas, pero siempre -en todos- estaba de fondo el tema del amor,  tratado de distintas formas, a veces como fondo de la canción.

¿Cómo detallar ‘Confesiones de invierno?

Bueno, es un disco mucho más maduro que ‘Vida’, mejor grabado. Contiene temazos como ‘Cuando ya me empiece a quedar solo’,  con orquesta, con participaciones en bandoneón de Rodolfo Mederos, por ejemplo. También intervinieron David Lebón, de Juan Rodríguez. Para entonces ya estábamos usando 8 o 16 canales, algo que amplió la gama de sonido y definición. En fin, es un excelente segundo disco, que llevó a corroborar con creces que Sui no era solo un grupo de un momento.

Desmenucemos ‘Pequeñas anécdotas de las instituciones’...

Lo que tengo son recuerdos sueltos de 1974. No recuerdo exactamente cómo surgió ‘Pequeñas anécdotas de las instituciones’ porque Charly y yo nunca hablamos sobre el concepto de ‘Instituciones ’, el nombre que debía tener ese disco. Por ejemplo, ‘La Biblia’, de Vox Dei, sí tenía un eje y una cantidad de músicos que llegaba a los 25, entre ellos Billy Bond, la gente de Pescado Rabioso y otros, toda una locura.

Ese disco nuestro lo produjo Jorge Álvarez. Lo que Charly y yo teníamos, más bien, era una idea sobre temas que tenían que ver con la realidad social que se vivía en el país durante la década del 70. Eran temas acerca de la censura, la Policía, militares y cosas así. Era lo que vivíamos en esa época.

Charly ya estaba cansado del viejo y pesado piano de cola. Él quería experimentar nuevos sonidos que el piano convencional no le ofrecía. El minimoog le resultaba portátil. Y fue precisamente la inclusión de esos teclados lo que más nos complicó durante la grabación. Sin embargo, la banda tuvo una alineación más estable con Rinaldo (Raffanelli) en el bajo y Juan Rodríguez en la batería.

Recuerdo que para ‘Las increíbles aventuras del señor tijeras’, César Tato, un exdirector de cine poco exitoso, era quien censuraba las películas. Él tenía una rivalidad con Leopoldo Torre Nilsson, quien produjo el documental ‘Adiós Sui Géneris’. Irónicamente, fue Tato quien certificó ‘Adiós Sui Géneris’, que dirigió Bebe Kaman. Tato era el ‘señor tijeras’ al que nos referimos en la canción. Se trata de un tema que suelta sus rasgos de psicodelia.

Por ejemplo, ‘El show de los muertos tiene un título y contenido tan directo como ‘Juan Represión’ y ‘Botas locas’, pero curiosamente “zafó” de la censura. Es una canción que uno debía sentarse para escucharla. Los servicios de inteligencia de la época no eran tan sagaces, al menos para esas cosas”.

‘Juan Represión’ y ‘Botas locas’, en cambio, conservan ese tinte folk de los anteriores discos de Sui, sobre todo, la segunda de estas canciones, cuya estructura se basa en guitarras acústicas rasgueadas.
La misma onda tiene ‘Para quién canto yo entonces’.

¿Qué influyó para la separación de Sui Géneris?

Influyó el aburrimiento de estar tocando siempre en el mismo círculo de lugares, que no hubo ningún apoyo para salir al exterior con la banda. Que nos veíamos solo para tocar, que el sonido ya no nos alcanzaba. Pues no había sistema de monitoreo, por lo que muchas veces la gente cantaba más fuerte que nosotros.

Y entramos, particularmente me incluyo en esto, en una etapa de querer dejar de tirar para adelante como dúo o banda.

Decidimos separarnos, y hacer el ‘Adiós Sui Géneris’, que sencillamente fue una idea de Jorge Álvarez, quien nos dijo que Sui no se podía separar sin hacer una despedida del público.

Fue durante los ensayos cuando se diluyeron los motivos de separarnos. De hecho, luego de tocar en el Luna Park, nosotros seguimos en Córdoba, luego en otra ciudad al sur de Argentina y en un momento hablamos con Charly, que podríamos seguir tocando un tiempo más y producirnos nosotros. Pero en el último show del sur, el día 22 de septiembre de 1975, a la madrugada del 23, chocó la camioneta que llevaba todos los instrumentos.

Se rompieron los teclados y la batería, el 23, cuando estábamos por tomar el avión de regreso a Buenos Aires, nos robaron el minimoog por lo que todos tomamos estos hechos como un llamado del final de Sui. Creo yo que ese fue el día de la separacion de Sui, el otro fue solo el del “Adiós...”.

Qué recuerda de esos fugaces regresos, el del 80 y del 2000 que generó el disco ‘Sinfonías para adolescentes’ y ‘Sí’?

El regreso en 1980 estuvo para mí muy agradable, ya que tocó Sui, más mi banda como solista, más Serú Girán, de Charly, y algún tema todos juntos, pero fue solo un show en el estadio Francini, en Montevideo, Uruguay, en diciembre .

El otro del año 2000 tuvo buenas cosas, como los shows en general y la grabación del disco “Sinfonías...”, que tiene varios temas bien logrados, y si bien fue un proceso algo arduo -sobre todo porque en ese momento Charly estaba algo “difícil”- tengo un lindo recuerdo, especialmente después de los primeros días de la grabación y de los shows.

También fue memorable el show en Parque Sarmiento frente a 120.000 personas. Capítulo aparte es el segundo disco de esa etapa, el disco ‘Sí’, que particularmente no me gustó.

¿Lo volverían a hacer?

-Es una pregunta suelta al aire del autor de esta entrevista, que no tiene respuesta- Es una tarea que solo Dios sabe. Por ahora Nito y Charly disfrutan los elogios por las estatuas que perennizan su figura y recuerdan cuando “hubo un tiempo que fue hermoso...”.

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