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Gustavo Enrique está vinculado con la música desde los 6 años

Gustavo Enrique está vinculado con la música desde los 6 años
14 de mayo de 2013 - 00:00

Mientras unos jugaban pelota, a la rayuela o saltaban la cuerda, Gustavo acompañaba a su mamá, Mery Aráuz, a las presentaciones semanales que tenía en Radio Cristal. Con apenas 6 años reemplazó a uno de los guitarrista que acompañaba a su madre en todas sus giras nacionales.

Aquel niño no alcanzaba el micrófono, por lo que tuvieron que ponerle una jaba de cola para que pudiese tocar, “el director de la emisora salió a ver qué sucedía en la radio y después de verme cantar me mandó a regalar doscientos sucres”, refirió Gustavo.

Fue la primera aparición en la escena musical y su primera paga. De ahí vinieron los festivales estudiantiles en su colegios y otros concursos musicales.

Posteriormente a los 14 años formó parte del grupo tropical De Luxe con Enrique Gonzales, cuando este promocionaba en la década del ochenta el tema ‘Sopa de caracol’. Con el pasar de los años Gustavo ya empezaba a destacarse con una carrera propia.

“Veía muchos artistas arrimados a los nombres de sus padres y precisamente yo no quería ser parte de la carrera que había labrado mi madre con mucho esfuerzo. Por eso me incliné por la salsa, que es mi primera pasión después de la música nacional”, expresó Gustavo Enrique, conocido como ‘El Sonero del Pacífico’.

Estudió en el conservatorio nacional Antonio Neumane y se desarrolló -aparte del canto- estudiando percusión, llegando a adquirir mucha demanda dentro de los grupos y cantantes locales, en cuanto a grabaciones, tanto en materia coral y también como percusionista. A los 16 años conoce a Wilfrido Vargas, gracias a que su hermana trabajaba en el hotel en el que él se hospedaba.

“Me encontraba en el lobby del hotel tarareando una canción, sin imaginar que llamaría la atención del ‘Rey del merengue’. Él me dijo ¿oye muchacho tú cantas?, por supuesto maestro le conteste”, recordó entre risas.

Fue la primera oportunidad que le habían ofrecido de cantar fuera del país, pero por ser menor de edad su madre no se lo permitió, ya que debía continuar con los estudios. Sin embargo el destino le volvió a tocar la puerta a los 25 años, cuando Vargas se presentaba en el desaparecido Jardín de la Salsa. “Me invitó a ser parte de su orquesta y viajé a Panamá, Perú y otros países de Latinoamérica por el lapso de año y medio”, señaló.

Posteriormente viajó a Francia y tiempo después a Alemania, a finales de los noventa, como parte del ‘staff’ de Radio Sucre, donde desarrolló más su gusto por la salsa, género musical donde pegaba más.

14-05-13-mix-Gustavo-Enrique-2En el 2003 regresa al Ecuador y forma su propia orquesta (homónima), integrada por once músicos, algunos exintegrantes de otras agrupaciones, como Ricardo Mata, que le hace los coros y antes estuvo en Marfil. “Somos músicos que hemos cultivado el género salsero. Estudiamos su concepto y estilo no para copiarlos, sino para ganar uno propio”, indicó Gustavo Enrique, quien se negó a grabar discos en el país porque cree que son difíciles de exportar. Además, considera que aquí hay mucho talento, “pero también se juega con la magia de la tecnología. El artista debe demostrar su valía para decir que realmente lo es”.

Con su agrupación ha tenido la oportunidad de tocar en vivo con artistas internacionales tales como Rubén Blades, Ismael Miranda, El Gran Combo de Puerto Rico y Tito Gómez, así como los álbumes que grabó cuando vivió en Alemania con Henya Records, Conexión Latina y la rapera Sonat.

Entre sus referentes musicales señala a Rubén Blades, Héctor Lavoe y Gilbertito Santa Rosa, como le expresa de cariño. Aunque manifiesta tener su estilo propio dentro de la salsa.

Ahora el ‘Sonero del Pacífico’ presenta su nuevo tema ‘Negra rumbera’, el cual -según menciona- le permite ‘llenar’ al público de salsa, lo que lo apasiona y que ha hecho compartir los escenarios con exponentes nacionales y extranjeros, la melodía la grabó junto al salsero cubano Alfredo de la Fe y fue producido en Ecuador y en otros países como Estados Unidos.

Le tomó su tiempo y es por ello que no da mayores detalles del proceso. Asegura, no obstante, que es el resultado de mucho esfuerzo. La canción, de letra y ritmo pegajosos, suena en las radios locales del país. Lo ha interpretado ya en los conciertos que ha ofrecido junto con su orquesta, como el del pasado 10 de mayo cuando adelantó el festejo por el Día de la Madre. “El tema habla sobre la energía y el ritmo que le ponen los negros al momento de bailar. Además ‘que los negros están de moda’”, comentó el salsero ecuatoriano.

SU INFANCIA ESTUVO LLENA DE MÚSICA

“La universidad más grande que pude tener musicalmente hablando es la que me brindó mi mamá. Fue una luz a seguir, un modelo, una disciplina dentro de la música que solo ella inspiró en mí”.

Así define Gustavo Enrique la influencia que Mary Aráuz tuvo en su carrera. Él creció en medio de la música nacional, de festivales de valses y pasillos y del programa que su progenitora mantuvo en radio Cristal en 1979, ‘Nocturno musical’.

Gracias a Mary logró acercarse a figuras como el requintista Rosalino Quintero, que tuvo un trío musical con ella. “Son vivencias que llevo enmarcadas en la mente y el corazón”, confiesa.

Describe la relación con su madre como maravillosa. Es el último de tres hermanos y asegura que estuvo en todos los espectáculos a los que acudió ella y en todos los premios que recibió en el país desde que él tuvo 6 años. Era su hobby favorito, y cada vez que escuchaba que había algún evento se vestía de traje y se enfilaba como invitado.

“Fui un niño fuera de lo común. No me hacían falta carritos, ni juguetes. Con una guitarra, una pelota de fútbol, la música de mi vieja y a ella en la casa no me faltaba nada. Lo tenía todo”, afirma con tono de orgullo.

Trata de rescatar todas las virtudes de su mamá para su vida de cantante. Por ejemplo, de Mary recuerda cómo era estricta con el horario para sus shows. “Si la presentación era a las 20:00, ella llegaba con una hora de anticipación  al sitio. Todas esas muestras de disciplina, de entrega, de amor al arte siempre traté de copiarlas”, reconoce.

A estas cualidades también atribuye sus 20 años de permanencia dentro de la música. Su mamá tiene ya medio siglo en este arte y ha seguido de pie, sin vacilar un solo momento, y ese es el ejemplo que ve Gustavo, quien pese a no seguir el género de su madre, afirma ser un amante fiel de la música nacional.

En la adolescencia faltaba al colegio, a veces semanas enteras. “Yo estaba en otra cosa, comprando videos de salsa, grabando en casa de amigos que ya andaban en la música o esperando el programa ‘Salsa 10’, que no me lo perdía por nada”, recuerda.

Cuando su mamá supo que quería ser músico intentó por sobre todas las cosas hacer que cambie de opinión, para lo que usó como argumento los sinsabores que ofrece esa profesión, pero esto no detuvo a Gustavo.

De hecho, en la actualidad prepara un disco que recogerá los cincuenta años de carrera artística de Mary, y que tendrá como presentación un espectáculo a lo grande, probablemente en octubre próximo, en el que ambos compartirán tarima.

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