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El Telégrafo
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El género "metal" cada vez gana más adeptos en Guayaquil

Quienes interpretan este tipo de tendencia musical aseguran que están ganando espacio en Guayaquil, a pesar de que dicho ritmo es estigmatizado.
Quienes interpretan este tipo de tendencia musical aseguran que están ganando espacio en Guayaquil, a pesar de que dicho ritmo es estigmatizado.
Foto cortesía, María Gabriela Pabón
17 de agosto de 2019 - 00:00 - Club de Periodismo

Por María Gabriela Pabón Díaz

Que un género musical destaque es producto de la gente, de la ciudad, la organización, de los músicos y el valor de las entradas. Aquí surge una gran interrogante. ¿Los artistas hacen al público o el público hace a los artistas?

Malu Calderón, vocalista de la banda de metal N.O.I.S.E, recuerda sus inicios en el género, cuando ella aún era estudiante de colegio. Poco a poco ganaron seguidores hasta que sus cuatro compañeros decidieron apuntar su gusto musical a un público más adulto.

 La motivación de la banda radica en que el género, más allá de gustar a un grupo selecto, representa un desafío a nivel musical.

“No cualquiera puede tocar una guitarra de ocho cuerdas, cantar en el registro vocal adecuado o realizar las composiciones que nosotros hacemos”.

Luis Ángel Vera, guitarrista de N.O.I.S.E, asegura que si el metal no muere en la ciudad, es por la gente que sigue yendo a los conciertos.

Realmente el público guayaquileño está mal acostumbrado a los eventos gratuitos. Los conciertos tributo son el enganche para que un bar se llene y los valores para ingresar, que son muy bajos, desmotivan a los artistas.

En la actualidad en los bares se propone a las bandas no pagarles a cambio de que toquen en el sitio.

Esta mecánica perjudica a los músicos, por ello muchos decidieron irse del país en busca de mejores oportunidades.

“Nos gusta dar un buen show, hacer las cosas de buena manera y darles una fiesta a los fans que, así como en el reggaetón, también vienen a bailar nuestros ritmos”, dice Vera.

A diferencia de los conciertos de música tradicional, que consiguen mayores auspicios, espacios e incluso la entrada sobrepasa los veinte dólares, en el metal se creó un estigma. Lo denigran a tal punto que las entradas a los escenarios donde es válido tocarlo no pueden sobrepasar los ocho dólares. Se deja de lado el ensayo que hay  detrás, el calentamiento vocal y pasión de los grupos por hacer música. (I)

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