Hoy llega a las salas de cine de todo el país ‘Fury’ (Corazones de hierro), en donde el realismo fue el objetivo más perseguido por el director David Ayer (End of Watch/ Sin tregua) al rodar esta película bélica con toque clásico.

Ambientada en abril de 1945, durante el final de la Segunda Guerra Mundial, aparecen Don ‘Wardaddy’ Collier (Pitt), Boyd ‘Bible’ Swan (Shia LaBeouf), Trini ‘Gordo’ García (Michael Peña) y Grady ‘Coon-Ass’ Travis (Jon Bernthal).

Han estado combatiendo nazis en África, Francia, Bélgica y ahora Alemania en el tanque de guerra Fury y acaban de perder al quinto integrante de su equipo: Norman ‘Cobb’ Ellison (Logan Lerman), quien es un novato que ha recibido formación, como él mismo explica con horror, para mecanografiar 60 palabras por minuto y es destinado a una metralleta del Fury.

David Ayer muestra detalles de una guerra fría, cruda, sucia y sangrienta. Las escenas de lucha vienen coreografiadas a cámara lenta, sin sonido ambiente pero con música.

Al llegar al tanque, Norman tiene que limpiar los restos del anterior ocupante de su puesto, que literalmente dejó su piel en el Fury.

Norman ve con horror que se espera de él que mate a soldados alemanes sin compasión y sin discriminar siquiera, aunque se trate de púberes que han decidido vestirse de combatientes.

El director presenta a los compañeros de misión de Norman como a una familia unida por la guerra, pero que ha vivido más horrores de los que ningún humano debería haber vivido nunca. Es algo que parece haberlos llevado hasta un punto de no retorno.

El desarrollo de Corazones de hierro es una ambigua mezcla de mensajes sobre el sinsentido de las guerras, los distintos papeles que las creencias cristianas jugaban sobre los hombres que participaron en ellas, la violencia embrutecida del combatiente y las barbaries cometidas por ambos bandos.

Según la crítica estadounidense, el filme muestra soldados más preocupados por cuidar las espaldas de sus compañeros que las de ellos mismos, con excesivas muestras de solidaridad y afectos.

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Curiosidades

El equipo de producción de la película armó todo el escenario en Hertfordshire, Inglaterra, en septiembre de 2013.

Los estudios Pinewood enviaron cartas de advertencia a los habitantes del pueblo de Shirburn, Pyrton y Watlington que habría algunos disparos y explosiones durante el rodaje.

Un mes después, un doble fue apuñalado en el hombro accidentalmente por una bayoneta mientras filmaba en el conjunto de Pyrton. Fue llevado al Hospital John Radcliffe, de Oxford, por una ambulancia aérea. En noviembre de ese año la película causó polémica por rodar una escena en el Día del Recuerdo, en el cual había extras con uniformes nazis.

David Ayer y Sony se disculparon por el incidente.

Brad Pitt filmó en condiciones de una guerra real

El protagonista del filme, Brad Pitt, reveló detalles de la filmación en entrevista con la revista Quien, en Estados Unidos.

Sobre el rodaje, dijo que fue “una experiencia miserable y, a la vez, fantástica. Para pasar dos meses en un campo militar tuvimos un período de entrenamiento (que incluía el manejo de tanques y simulacros de batalla), fue demasiado extenuante, está diseñado para desmoronarte física y mentalmente. Durante la filmación pasamos noches enteras dentro de los tanques; la idea era recrear situaciones tal cual las vivieron los soldados durante la guerra”.

Sobre la lectura del director sobre el hecho histórico, el esposo de Angelina Jolie explicó que la idea de David Ayer “era la de retratar nuestra comunión, y esa desesperación que da el habitar en un tanque durante tanto tiempo. Teníamos casa de campaña, pero había demasiada humedad, mucho frío y comida limitada. Todo estuvo planeado para vivir en condiciones precarias. Sin embargo, lo que vivimos no puede compararse a una situación de conflicto real”.