Frederick Ayllón danzó contracorriente antes de la gala
Hace seis años en los planes de Frederick Ayllón nunca estuvo el usar mallones, zapatos a media punta, licras, sudaderas ajustadas y dar saltos sobre un escenario.
Pero lo que empezó como una broma a su padre terminó convirtiéndose en una pasión para este limeño de 20 años, quien lleva cinco de ellos dedicados al ballet.
Todo empezó una tarde cuando escuchó a su progenitor decirle a su hermana menor que debería tomar clases de ballet, porque eso “es cosa de niñas”; comentario que a Frederick le desagradó ya que él está a favor de las igualdades.
“¿Qué tal si yo también me meto a estudiar ballet? Sería interesante...”, recuerda que le dijo a su padre, teniendo como respuesta un rotundo no.
Sin embargo, él quería demostrarle que podía hacerlo sin ninguna complicación y sin importar lo que dijeran los demás. Y fue así como ingresó a estudiar ballet en una de las compañías más representativas de Lima.
Al principio le costó adaptarse a la indumentaria propia de los bailarines clásicos. Tenía picazón por usar los mallones y los pies le dolían por las zapatillas.
Los moretones causados por las constantes caídas que sufría en los ensayos estaban por todo su cuerpo, pero su voluntad y tenacidad eran más fuertes que cualquier dolor físico que le dejaba las rutinas de baile que se extendían por más de seis horas al día.
Pero ahora Frederick recoge los frutos de su esfuerzo y dedicación, ya que durante el último lustro su vida ha cambiado por completo. Frederick es una de las grandes promesas que tiene Perú en esta disciplina artística, a la que aprendió a amar y defender como su gran pasión.
Esto tal vez porque lleva en sus venas sangre de artistas. Tiene tíos y primos dedicados a la música y como si fuera poco, su tía abuela es nada más y nada menos que la reconocida cantante Eva Ayllón, quien el año pasado estuvo por Guayaquil aceptando una invitación del Ministerio de Cultura ecuatoriano.
El tabú es otro de los aspectos a los que ha tenido que hacerle frente. Reconoce que la mayoría de personas, especialmente los hombres, piensan que los bailarines de ballet tienen inclinaciones homosexuales.
Señala haberse topado con muchos de ellos en esta profesión, mas esto no quiere decir que él también lo sea. Eso sí, aclara que no tiene ningún problema con ellos porque son “personas tan normales como cualquiera. No hay por qué hacer una diferencia”, comenta.
De hecho, Frederick tiene una enamorada que también se dedica a la danza. Ella más que nadie comprende los esfuerzos que se hacen en esta profesión.
Por ello quiere llegar muy lejos y reconoce que para hacerlo debe trabajar bastante. “Me falta mucho por aprender y hacer. Quiero ir poco a poco para no perderme de nada. Estoy seguro de que voy a llegar lejos, me voy a preparar y pondré todo mi esfuerzo y mis ganas”, acota.
Y precisamente eso es lo que ha hecho durante estos años en los que ha formado parte de diferentes obras clásicas como La cenicienta, El lago de los cisnes, Romeo y Julieta, Suite del corsario, entre otras.
La última de estas es precisamente la que pondrá en escena en el Teatro Centro Cívico Eloy Alfaro como parte de la tercera edición de la Gala de la Danza que organiza la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Guayas, en coordinación con la Escuela de Ballet Esperanza Cruz y Danzarte Fundación Cultural.
El evento, que inicia a las 20:00, contará con la participación de más de 200 artistas pertenecientes a diferentes escuelas de ballet de la ciudad como Escuela de Ballet Esperanza Cruz, de la Casa de la Cultura; Escuela Rusa de Ballet, Cuballet; Andanzas, Danzas Jazz, Escuela de Arte de la UEES, Eptea, Dancers, La Fábrica, Instituto Raymond Maugé, Pam Danza Teatro, Escuela Ritmo y Tumbao, el Centro Artístico Yesenea Mendoza y Nova Danza.
La producción está a cargo del destacado bailarín, coreógrafo y docente Hugo Guerrero, quien la tarde del lunes reunió a todos los artistas para un ensayo general en el que corrigió y rectificó algunos pasos, a fin de que el público que asista tenga frente a sus ojos un espectáculo de primer nivel a través del ballet clásico, danza contemporánea, jazz, teatro musical, danza árabe, entre otros géneros.
Esta noche además se entregará el premio Esperanza Cruz a la modista Adela Morán Bustamante, quien en la época de oro del ballet (1950-1960) confeccionaba laboriosamente los trajes de los primeros bailarines de la ciudad.
Distinción que también recibirá José Miguel Salem, quien por más de 25 años dirige Danzas Jazz Producciones, proyecto que lo motivó a formar la Escuela de Danzas Jazz.
La Escuela de Ballet Esperanza Cruz ofrecerá el tercer acto del ballet El Quijote; en él participarán las alumnas de los niveles superiores con una coreografía de la profesora Diana Noboa.
Según Yelena Marich, directora de esta escuela, la Gala de la Danza nace con el firme propósito de apoyar las diferentes propuestas e interpretaciones de la danza.
Agrega que “de esa manera se crea un espacio para que las escuelas y academias demuestren sus actividades y las alumnas sus progresos”.