El resentimiento de Silva es el eje en ‘Skyfall’
Cuando Javier Bardem encarnó al asesino Anton Chigurh en ‘No Country for Old Men’ (2008) dejó una impresión tal que se tradujo en un premio Oscar. La frialdad que le dio a su personaje quedó flotando hasta que algún director lo requiriera. Y sucedió con el británico Sam Mendes, también acreedor de una estatuilla dorada, pero por ‘American beauty’ (1999).
Es posible que ese antecedente le haya permitido al actor español moldear a un resentido Raúl Silva, el antagonista de ‘Skyfall’, el nuevo filme sobre James Bond, del que muchos suponen se trata de un replanteamiento de la saga, algo que se deja entrever con ciertos pasajes de la película que conducen al espectador hacia los orígenes del agente 007 y sus personajes más recurrentes.
No obstante, el concepto de Silva como villano no cayó en el estereotipo del narcotraficante -por el hecho de que su apellido sea latino, mérito de los guionistas John Logan, Peter Morgan, Neal Purvis y Robert Wade-. Va más allá de eso.
Silva fue agente del MI6 para el que sirve James Bond (interpretado por tercera vez por Daniel Craig), que en una antigua misión siente la supuesta traición de M (Judi Dench) y sus colaboradores más cercanos.
Y para lograrlo, con la experiencia adquirida como agente secreto, se convierte en un terrorista cibernético. Es un ‘hacker’, que conoce bien las oficinas del MI6 y, por su puesto, las redes y computadoras. El blanco estelar es M, a quien desconcierta con su habilidad para acceder y violar la seguridad de la agencia de inteligencia, que a la vez pone en peligro a muchos, quienes finalmente mueren.
El gobierno británico responsabiliza a M de las bajas, casi simultáneamente con el retiro que le sugiere Gareth Mallory (Ralph Fiennes), el nuevo presidente de la Comisión de Inteligencia y Seguridad.
El Silva que Bardem recrea es comparable -a ratos- con el Joker que concibió el fallecido Heath Ledger para ‘The Dark Knight’. También recuerda al Loki en ‘The Avengers’, cuando permite sin mayor resistencia que lo capturen para conocer las nuevas oficinas del MI6, situadas en el subterráneo londinense. Las intenciones de Silva no son las típicas del antagonista que solo desea poder. Es apenas su coartada para demostrarse a sí mismo de quién puede desquitarse.
‘Skyfall’ también se caracteriza por mostrar a un Bond vulnerable, más humano. Se puede ver a un 007 que falla en sus disparos y que incluso recibe un impacto de bala.
Se lo presenta como un agente que no es infalible, que incluso se lo cree muerto, circunstancia que aprovecha para dedicarse al alcohol porque también se sintió -en algún momento- traicionado por M. Quizás en eso guarde cierta relación con Silva, quien se llamaba Tiago Rodríguez cuando trabajaba como agente secreto.
Las chicas Bond tienen menos protagonismo en la trama. Eve (Naomie Harris) inicialmente es compañera de Bond en las persecuciones y luego prefiere tareas de escritorio. Tiene esporádicas apariciones, mientras que Severine (Berenice Barlohe) es quien lleva a Bond hacia Silva y luego muere. Su paso es aún más fugaz, pero convincente y de enganche comercial.
Uno de los mejores momentos es la pelea a contraluz entre Bond y el mercenario Patrice (Ola Rapace)en un edificio de Shangái (ya se habían enfrentado sobre un tren).
Hay menos ‘gadgets’ porque el nuevo Q (Ben Whiswah) es práctico y equipa a Bond con una versión moderna de la clásica pistola Walther PPK de los filmes sesenteros y una minúscula radio que puede localizarlo a donde sea, especialmente cuando enfrenta a Silva.