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Ecuador, 27 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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El primer show de Irma Aráuz fue a sus 16 años, con JJ de padrino

Irma Aráuz vivía en Gallegos Lara y Gómez Rendón, a una cuadra de la casa de Julio Jaramillo. Eran vecinos, amigos, y se convirtieron en colegas. Su hermana Mary Aráuz ya había dado algunos pasos en el mundo artístico cuando a ella ‘El Ruiseñor de América’ le sugirió cantar pasillos. Entonces era apenas una adolescente.

En una entrega de los Premios Huancavilca a los artistas nacionales, organizado por Pablo Ulloa, Irma encontró definitivamente la ruta que más adelante forjaría su carrera como cantante, profesión en la que este año cumple medio siglo.

Julio Jaramillo la invitó a cantar, con apenas 16 años. Esa fue su primera actuación en un escenario grande. Blanca Garzón, el gran amor de JJ, fue una especie de hada madrina en aquella ocasión, pues le prestó un vestido para presentarse. 

Los nervios la mataban, y cuando ya la iban a anunciar, quería salir corriendo, pero al oír a Julio diciéndole: “No tengas miedo, ñaña, estás bien ensayadita”, cobró valor y se adueñó del micrófono, encantando a su público mientras estaba al borde del shock.

Cantó los pasillos que él le había enseñado: ‘Corazón que no olvida’, ‘Horas de pasión’; el bolero ‘Te adoraré’ y el vals ‘Flor deshojada’. Ese fue su comienzo.

En una entrevista con este Diario, Irma Aráuz desempolva anécdotas y habla sobre esta vida que decidió llevar a cuestas y que le ha dado muchas satisfacciones.

¿Qué ocurrió una vez que fue expuesta en el escenario de aquella entrega de premios?
Me empezaron a buscar los empresarios. En esa época vino Enrique Guzmán por primera vez a Guayaquil y Pablo Ulloa me contrató para todos los shows que dio ese artista. ¡Lleno completo! Tres funciones al día en los teatros Fénix, Olmedo y el 9 de Octubre, una cosa increíble.

Entonces fue fácil iniciarse...
¡No! A mí me enseñaron a cantar. No es como ahora, que sale un artista a gritar en lugar de entonar. Mis grandes maestros fueron Washington Murillo y Julio Jaramillo. ¡Me hacían llorar! ‘El Ruiseñor’ en los ensayos me decía: “Desafinaste, tienes que aprenderte la letra, tienes que sentir lo que cantas. Si vas a cantar por cantar no vas a llegar a ningún lado. Todo lo que me enseñó se me quedó en la memoria.

-Irma tiene gesto de mujer seria, cada vez que trae a la conversación una anécdota abre los ojos de forma muy expresiva. Alza las cejas. Mira de frente, como quien cuenta algo de mucha importancia. Está sentada en el sillón de su sala, atrás hay un cuadro de su hermana, Mary, quien ya tenía 5 años en escena cuando ella se aventuró a ser cantante. Es por ella que conoce a todas esas personas que fueron determinantes en su carrera, pues el mundo en que se desenvolvió en la adolescencia facilitó su arribo al éxito. Eso y todos los esfuerzos que hizo por cuenta propia.

¿Siempre supo que quería cantar?
Al principio mi sueño era ser bailarina. Cuando Julio Jaramillo me presentó a Blanca Garzón yo la admiraba. Quería ser como ella. Se hizo como mi hermana. Me enseñaba todos sus pasos, pero ya me habían dicho que yo tenía una buena voz para pasillo, así que me dediqué a la música no más…

A pesar de ese ‘pegue’ inmediato, no grabó hasta después de 4 años…
Es que antes usted no podía decir, de buenas a primeras, voy a grabar. En Ifesa, que era donde se grababa en aquella época, estaba Julio Aldaz. Era muy estricto, si se desafinaba solo una vez, fuera.

-Con todo lo complicado que era abrirse camino en la música, Irma pudo sobrellevar las exigencias. Es Julio Jaramillo quien la hace audicionar años después en radio Cristal, ante Armando Romero Rodas. Entonces empezó a cantar, semana a semana, en el ‘Show de JJ’. Con el ‘gajo’ conformado por ‘El Ruiseñor’, Blanca Garzón y Pepe Jaramillo viajó a casi todos los pueblos de los diferentes rincones del Ecuador. Y ese fue solo el comienzo. En sus conciertos memorables están aquellos en los que compartió escenario con Leo Marini, Roberto Carlos, El Puma… Ella adora su arte. Con este talento llegó a Panamá, Lima, Estados Unidos…

Ha viajado mucho, ¿qué la hace regresar y no quedarse fuera del país, como su hermana Mary (quien lleva años como residente estadounidense…)?
Yo sufro de algo… No veo mi país y me muero. ¡Qué no me han ofrecido para quedarme en otro lado! Yo no puedo, no me enseño. Me encanta todo de Ecuador, es mi patria y la adoro con toda mi alma.

La descubrieron como cantante de pasillos, ¿ha interpretado otros géneros?
Claro… cuando estuve en Panamá no me quedó de otra. Quise cantar mi música y solo conocían ‘Sombras’ y ‘Flores negras’. Allí tuve que interpretar cumbia. Me contrataron en un hotel para tres meses.

-Pese a esa anécdota, Irma no duda en señalar que ama el pasillo, los valses, los pasacalles, los albazos… Tiene cerca de 22 materiales discográficos en toda su trayectoria. Aun así, ella es intérprete. No compone canciones, solo las canta. Entre sus escritores de temas favoritos menciona a Custodio Sánchez, Enrique Ibáñez, Carlos Rubira Infante, Carlos Solís y Maruja Mendoza.

¿Cantantes que admira?
Soy fanática de mis compañeros. Me encantan Roberto Calero, Kike Vega, Máxima Mejía, Roberto Zumba, Los Hermanos Miño Naranjo…

-No es de sorprenderse entonces de que contó con el apoyo de sus compañeros al postularse como presidenta de la Asociación de Artistas Profesionales del Guayas hace doce años y que, por su labor, fuera elegida por tres periodos consecutivos, logrando estar frente a la entidad por 8 años.

Allí dio amparo a sus colegas a través de atención médica particular gratuita, además de conseguir varios shows y efectuar algunos homenajes a los de más trayectoria. Su aporte a la cultura va más allá.
Es quien coordina a los artistas en el Festival del Pasillo, cada octubre. Esta cita, que ya lleva 8 ediciones, busca hacer prevalecer la música popular entre los ecuatorianos, así como demostrar el trabajo que realizan sus exponentes.

¿Cómo nace el festival del pasillo?
Fue una idea mía. Noté que la gente no le presta atención a este género, que las nuevas generaciones no conocen de artistas como Noe Morales, Segundo Bautista, las hermanas Mendoza-Suasti y Mendoza-Sangurima, porque simplemente no los alcanzaron. Pero estos maestros de la canción están en la historia de nuestra música. El pasillo es maravilloso... y un pasillo bien cantado gusta a cualquiera.

LA ANÉCDOTA

Rafael de España vino a varias presentaciones a la Feria de Durán, hace años. Irma Aráuz fue contratada para ser una de las artistas nacionales que abriría los conciertos. Nunca le gustó ni pedir autógrafos ni molestar a sus colegas internacionales, por lo que la visita del europeo no fue la excepción. Su hermetismo sorprendió al cantante. En un momento se le acercó y le comentó: “Te he visto que eres bastante alejada”. Ella le explicó que lo admiraba, pero de lejos. Atónito, en un afán de darle una respuesta que rompa el hielo, le dijo: “Eres bien rara, pero bueno... ¿qué tal si cantamos el pasillo ‘Sombras’?”. La última noche de shows, Irma y Rafael subieron al escenario juntos.

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