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Ecuador, 25 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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El pasillo como forma de expresar los sentimientos

Julio Jaramillo y Carlota Jaramillo son dos de los máximos exponentes del pasillo en Ecuador.
Julio Jaramillo y Carlota Jaramillo son dos de los máximos exponentes del pasillo en Ecuador.
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El pasillo es el género ecuatoriano con más difusión y se ha convertido en la expresión nacional por excelencia, a pesar de que el espectro es bastante amplio. Esta variedad se evidencia también en la composición del pasillo —sin ningún tinte regionalista— de acuerdo con la ubicación geográfica.

Según Arturo Andrade, musicólogo, todos los ritmos latinoamericanos están compuestos en tonalidades menores, es decir que la música tiende a dar una sensación de calidez, sutileza e incluso de nostalgia, una herencia de la estructura sociológica de cada región.

Y es que la cultura es el espejo de la realidad, cada manifestación artística es la manera de reencontrarse y hallarse —de ser necesario— en el otro. “El pasillo es la expresión de los sentimientos más profundos”, dice por su parte Paco Godoy, compositor, arreglista e investigador musical.

“La gente se expresa tal cual habla”, afirma Godoy, eso explica por qué esta diferenciación en la interpretación del pasillo. Puesto que en cuestión de la lírica en la Costa se tratan temas más cotidianos; por su lado, los compositores de la Sierra le escribirían más al amor y al desamor. Letras lastimeras que invitan a sentarse, cerrar los ojos y viajar a través de la melodía y la nostalgia.

Para Andrade esta diferenciación radica principalmente en los tiempos de las canciones, en la Costa, por ejemplo, la interpretación vocal e instrumental es más rápida. “Esto invita a la gente a bailar” dice. En cambio el de la Sierra —manteniendo la tonalidad del anterior— es más lento.

Esto es compartido por Orlando Núñez, el mayor del dueto de los Hermanos Núñez, quien además enfatiza que “el pasillo serrano no refleja necesariamente tristeza y que los pasillos costeños tampoco dejan de lado el sentimiento”.

El pasillo data de la época de la independencia, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, según Arturo Andrade este género nació en la parte norte de la entonces Gran Colombia (Colombia y Venezuela) y pronto adquirió carta de nacionalidad, alimentándose de la riqueza cultural de diversos sectores del país. Es así como existiría el pasillo lojano, costeño, cuencano y otro quiteño.

Esto no diverge mucho de la teoría de Paco Godoy quien clasifica al pasillo en 3 categorías: el lojano que tiene un formato más de concierto con un toque académico; el de la Sierra centro que refleja melancolía y el de la Costa que resulta más festivo y bailable.

Volviendo al nacimiento de este ritmo, Godoy defiende el origen quiteño, puesto que según sus investigaciones el primer pasillo fue de autoría de Aparicio Córdova en 1859 y de ahí que gracias a la conformación de la Gran Colombia haya avanzado hasta países del norte.


Los autores:

Varias ciudades ecuatorianas han parido prodigios musicales dentro de este género, entre ellos están Nicasio Safadi, Carlos Solís, Carlos Rubira Infante. En Portoviejo Constantino Mendoza. Para Andrade el pasillo lojano tiene 2 grandes exponentes, Segundo Cueva Celi, con más de cien composiciones y Salvador Bustamante Celi. Estos en concordancia con lo expuesto por Paco Godoy, habrían convertido sus canciones en verdaderas obras de concierto.

En Cuenca, según el experto, sobresalen los textos poéticos, en esta línea destaca Francisco Paredes Herrera. Asimismo, el pasillo ha tenido innovaciones importantes, dentro de estas propuestas están las de Carlos Amable Ortiz ‘Pollo Ortiz’ y su famoso ‘Reír llorando’, que sigue siendo el modelo de la mayoría de los compositores, su estilo académico de que hizo gala es el resultado de su dominio técnico del violín como del piano. En esta misma línea estuvo Luis Iturralde, Víctor Aurelio Paredes y Ramón Moya Alzamora

En las décadas de los treinta y cuarenta algunos compositores quiteños conjugaron dos formas de interpretar el pasillo: en la primera parte de la canción la melodía era lenta y en la segunda parte pasaba a la melodía más rápida y festiva. En esta línea estuvieron Homero Iturralde, Enrique Espín Yépez (violinistas) y José Ignacio Canelos.

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