Alec Guinness era conocido por su perfil bajo
El Nicholson de la vieja guardia y maestro Jedi para la actual generación
Más allá de la forma en que muere el coronel Nicholson está su personalidad. El oficial británico, herido mortalmente, cae sobre el detonador que vuela el puente que fuer construido por él y sus soldados, pese a que al inicio se había negado a esa tarea impuesta por los japoneses, quienes los tenían cautivos.
Las personas que vieron ‘El puente sobre el río Kwai’, filme de 1957 (o quienes aún pueden hacerlo a través de los DVD) les cuesta entender las decisiones de Nicholson. Él derrocha una obsesión casi descerebrada hacia los procedimientos legales y burocráticos (los convenios de Ginebra que impedían trabajos forzados a los oficiales) hasta el giro radical de construir un puente mejor.
Y cuesta comprender si Nicholson accede por su ego desorbitado o por sus delirios de grandeza, pues la demencia durante la guerra es lo que destaca en el filme de David Lean (basado en la novela de Pierre Boulle, con algunas licencias de su director).
Alec Guinness lo entendió así para encarnar a Nicholson y eso le dio uno de los dos premios Oscar que ganó (el otro fue honorífico, en 1980). Lo curioso es que este histrión británico, quien el miércoles pasado hubiese cumplido 100 años, se negó inicialmente a interpretar este personaje.
Más allá de eso, Guinness siempre fue un intérprete autoexigente, capaz de cambiar tanto físicamente como en personalidad, según el papel de cada película. Podría lucir un discreto bigote, semicalvo, barbado e incluso desfigurado como el malvado Fagin en Oliver Twist (1948), también de Lean.
Por eso le decían el actor de los mil rostros y también porque en la obra teatral ‘Queen Cargo’ interpretó a tres personajes distintos (un cocinero chino, un pirata francés y un marinero inglés). Y fue aún más allá con ‘Kind Hearts and Coronets’ (1949), en la que interpretó con naturalidad a ocho personajes, todos miembros de una misma familia (algo que actualmente suele hacer Eddie Murphy, claro que guardando las enormes distancias y aprovechando la tecnología actual).
Para las generaciones más contemporáneas, Guinness, fallecido el 5 de agosto de hace 14 años por un cáncer al hígado, es recordado como el original Obi-Wan Kenobi, ese maestro Jedi de la primera trilogía de Star Wars entre 1977 y 1984.
Nacido en el barrio londinense de Marylebon, el actor jamás conoció a su padre ni supo quién era, aunque por entonces había rumores de que pudiera proceder de la familia Guinness, fundadora de la cerveza irlandesa.
No obstante, el histrión siempre pensó que su padre fue un banquero escocés, Andrew Geddes, quien se hizo cargo de sus estudios y visitaba con frecuencia a su madre, Agnes de Cuffe.
Desde muy joven sintió una gran pasión por el teatro, hasta el punto de que solía caminar varios kilómetros hasta llegar al famoso teatro Old Vic, en el centro de Londres, para gastarse los pocos peniques que tenía para ver las obras en cartelera.
Tras estudiar arte dramático, uno de sus primeros roles de teatro fue en 1936, cuando con apenas 22 años interpretó a Osric en la exitosa producción de ‘Hamlet’, y después vendrían más interpretaciones hasta que el estallido de la II Guerra Mundial lo obligó a dejar las tablas por el frente de batalla.
Fue marinero de la Reserva de Voluntarios de la Royal Navy (Marina), pero nada más terminar la guerra regresó al Old Vic, donde actuó en ‘Cyrano de Bergerac’ y ‘King Lear’.
En 1946 Alec Guinness hizo su primer trabajo destacado en el cine, en la película ‘Great Expectations’ (1946), la primera bajo la dirección de Lean, con quien trabajaría también en ‘Lawrence de Arabia’ (1962) y ‘Dr Zhivago’ (1965).
Odiaba llamar la atención y más bien prefirió mantenerse lejos de las grandes luces de Hollywood. De hecho, uno de los matrimonios más estables de la industria ha sido el suyo con Merula Salaman, desde 1938 hasta que él murió primero. Juntos procrearon a Matthew Guinness.
Lo que más le gustaba, llegó a decir en alguna ocasión, era “caminar entre la multitud y no ser reconocido”. Entre sus películas famosas destaca también ‘The Swan’ (1955), con Grace Kelly, con quien conservó una gran amistad incluso después de que ella se convirtiera en princesa de Mónaco por su boda con el príncipe Rainiero en 1956.
En 1959 la reina Isabel II de Inglaterra le concedió el título de caballero por su contribución al desarrollo del teatro británico y cinco antes Sir Alec Guinness se convirtió al catolicismo.
Su fe era tal que siempre recitaba un verso del Salmo 143 por las mañanas durante el rodaje de ‘El puente sobre el río Kwai’, la película que le concedió la estatuilla dorada como mejor actor por su interpretación del obsesivo y egocéntrico coronel Nicholson y con la que empezó este relato.