El fan que dejó una boda por acudir al concierto de Mr. Big
Patricio tiene 40 años, ahora es funcionario del Estado, a pesar de que su primo más cercano se casaba el pasado sábado prefirió asistir ese mismo día con su amigo Víctor al concierto de Mr. Big, que se realizó en la Plaza Deportiva (Amazonas y Naciones Unidas) en Quito. Patricio fue privilegiado, porque si bien, solo asistieron unas 300 personas, a un escenario con capacidad para unas dos mil, él observó un concierto que dice: “será eterno para mí por el virtuosismo con el que tocaron”.
Mr. Big llegó a la capital como parte de la gira “What if…”, que emprendió por Latinoamérica y que, sobre todo, significó el reencuentro del grupo con un nuevo disco y con los escenarios, tras años de ausencia.
Patricio dice que Mr. Big es uno de sus mejores recuerdos de la década del 90: “Los años más bonitos de mi vida”. Para él: Eric Martin es una de las voces más privilegiadas del rock; Paul Gilbert (guitarra), sin duda “el mejor guitarrista que haya escuchado”. También que Billy Sheehan (bajo) ha recibido varios premios (cinco veces el mejor bajista del año por la revista Guitar Player, por ejemplo). Y que ellos, con Pat Torpey (batería) completan: “Uno de los grupos más virtuosos de la historia del rock”.
El concierto comenzó a las 20:30, aproximadamente, con la banda ecuatoriana Anima Inside, que interpretó algunos de sus temas acompañados de músicos sinfónicos. Luego se presentó brevemente la banda brasileña de rock progresivo Quedja.
Antes del estelar de la noche, a las 21:30, los organizadores decidieron que el poco público de la zona VIP, que costó $ 85 y general $ 44, se agrupara en la zona black box (115 dólares). El ambiente era tranquilo y animado en esos momentos. Patricio vio con ilusión ingresar a la banda al ritmo de la voz de Frank Sinatra, una delicada ironía del grupo de hard rock.
Segundos después comenzó una explosión increíble de sonido. Rock del bueno y del duro, a pesar de que la banda es recordada en el mundo por sus baladas exitosas: “To be with you”, “Just take my heart” o su versión de “Wild world”, original de Cat Stevens. Por dos horas hicieron todas las paradas por sus discos: Mr. Big (1989), Lean into it (1991), Bump ahead (1993) y Hey man (1996). La banda casi no se detuvo, hizo una especie de montaña rusa trepidante con sus canciones.
El paso de los años de los integrantes del grupo se notaban por las arrugas en sus rostros, pero no por su ánimo en el escenario: “Si antes tocaban bien, ahora ya casi siendo unos viejos, tocan mejor…”, sentenciaba Patricio emocionado, tanto que hasta se atrevió a contar que él aprendió a tocar la guitarra en 1995, luego de terminar el colegio y solo quería emular en una canción a Gilbert. “Así fue que aprendí cada acorde de ‘To be with you’. Ahora en cada reunión de amigos o de familia presento el tema. Dejo loca a la gente y luego entrego el instrumento como si nada…”, confesó sonriente.
Y justamente ese tema el grupo interpretó después de los solos de guitarra que Paul Gilbert realizó durante cuatro minutos. Lo mismo hizo Billy Sheehan con su bajo.
La demostración de su virtuosismo con los instrumentos no terminó allí. Sus integrantes se dieron tiempo para deslumbrar a los asistentes al intercambiar posiciones. El primero en hacerlo fue Sheehan al rasguear la guitarra de Gilbert, quien a su vez se ubicó en la batería de Torpey.
Este último se convirtió por un momento en el vocalista de la banda. Aquel puesto había quedado vacío después de que Martin empezará a tocar el bajo. También se dieron tiempo para rendirle un homenaje a Deep Purple al tocar “Smoke on the water”.
Luego de aproximadamente dos horas de show, la agrupación se despidió con un adiós a la capital y con la promesa de Billy Sheehan de regresar pronto. Patricio emocionado compró una camiseta de la banda que se vendía a $ 20 y advirtió: “si quiere publique mi historia, solo no diga mi apellido, porque mi primo se puede resentir”.