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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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El control a la música urbana genera debate

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El llamado a los medios que la Superintendencia de la Información y Comunicación (Supercom) realizó el pasado 31 de mayo para que controlen la emisión de música urbana, en franjas horarias abiertas al público infantil y adolescente, puso en la palestra una alerta sobre los contenidos de las canciones de la cultura del hip hop. La preocupación es que ciertas  letras de estas piezas incitarían a la violencia juvenil, argumento que es rechazado por productores y sociólogos entrevistados, quienes exigen una revisión del tema porque consideran que merece un debate más amplio.

“Pienso que las franjas horarias regularían en cierta medida el alcance de la música entre los radioyentes y televidentes, pero recordemos que existen redes sociales y estas no conocen de horarios, así que están al alcance en cualquier momento de quienes quieran ver y escuchar estos géneros”, asevera el productor Julio Pavón.

En su opinión, las tendencias  en géneros que destacan a nivel internacional son promovidas por la prensa tradicional y los medios digitales, algo que empuja a los músicos urbanos a adaptar sus composiciones a la corriente que mayor demanda tiene a nivel local.

El trap (trampa en inglés) es lo que viene marcando a las nuevas generaciones desde hace dos años, aunque su término ya se conocía a finales de la década del 90.

Su estructura se define como una  subcategoría del hip hop, mezclada con la electrónica, con influencias del electro house, hardcore y otros.

Proviene de un linaje del rap que mutó usando sintetizadores, cajas rítmicas, subgraves y una armonía menor, con bajos marcados y un tiempo de 140 BPM (proviene de las siglas ‘beat per minute’, que traducido al español significa ‘golpes por minuto’, en alusión al ritmo lento con el que está compuesto).

Como es originario del sur de Estados Unidos, su término parte del argot que denomina el lugar donde se vende y trafica droga.

Así lo describen varios artículos de blogueros quienes señalan que a diferencia de la filosofía con la que partió el hip hop, por manifestaciones sociales contra políticas gubernamentales, este género se redirige a situaciones sexuales, drogas y manejo de armas.

Sus más grandes exponentes a nivel internacional son Flosstradamus, Diplo, Baauer, Yellow Claw, Okaay, Boaz Van the Beatz y otros.

En Latinoamérica, Puerto Rico fue pionero con artistas como Anuel AA, Bryant Myers, Noriel, Almigthy, Anonymous, Lary Over, Ozuna y Bad Bunny.  

Canciones como ‘Ella y yo’, ‘La ocasión’ y ‘Sola’ posicionaron el estilo por sus letras y ritmo.   

La tendencia del trap también  ha marcado a los máximos exponentes del reguetón, como Arcángel, Farruko, J-Balvi, Daddy Yankee, Nick Jam y otros, que están incursionando en este subgénero.

Género con lenguaje explícito  

El tema ‘Cuatro babys’, interpretado por Maluma y los raperos Noriel, Bryant Myers y Juhn All Star, causó controversia.

La columnista española Yolanda Domínguez dedicó una columna en el diario Huffington Post, en diciembre de 2016, al alto contenido sexual, machista y misógino de su letra.

“Uno de sus últimos trabajos, ‘Cuatro babys’, es toda una apología de la violencia hacia las mujeres a  las que describe como meros cuerpos intercambiables y disponibles al servicio del deseo sexual ilimitado, irrefrenable e incontrolable de los varones”, escribió la activista.

Uno de los estribillos de la canción que fue subida a YouTube el 14 de octubre de 2016 y que, hasta la fecha, suma  un aproximado de 692’724.612 visitas, y sigue en aumento, reza lo siguiente:  

“La primera se desespera, se encojona si se lo echo afuera. La segunda tiene la funda y me paga pa’ que se lo hunda… Ya no sé ni con cuál quedarme y es que todas maman bien, todas me lo hacen bien”.

El movimiento en Ecuador

Los exponentes del género en el país son los reconocidos Johny Lexus, Mr. Wilson, Deenom, Harry el ‘Híbrido’, Jeffo, Mafer Pérez y otros propulsores locales.

“Yo sé lo que quieres, lo que tú disfrutas, si te trato mal es lo que a ti te gusta (...) no doy la mano porque no te creo, soy pervertido, puta, a ti te quiero”, expresa el cantante Jeffo en su tema ‘No voy a parar’.

Al respecto de este tipo de contenido, el productor, Jonathan Huella Real, opina que ha sido responsabilidad de artistas puertorriqueños la traducción de los temas al español.

“Lastimosamente vinieron los boricuas, tomaron el ritmo y metieron esas letras sexosas, denigrando a la mujer”, manifiesta.    

Dice estar a favor de la normativa en cuanto al control en las radios, a las que sugiere  aplicar filtros de revisión de las letras de las piezas que lleguen, pero no está de acuerdo con que se globalice la regulación porque afectaría a artistas que sí usan el género en forma positiva, como los de movimientos cristianos.

El sociólogo Wladimir Sierra piensa que aunque es correcto que el Estado regule este tipo de contenidos a través de políticas públicas,   sugiere que las autoridades tomen en cuenta que estas canciones afirman las culturas de los pueblos, entendidas como una forma de expresión cultural estético-artísticas.

“No se puede juzgar a la música como el elemento más importante en la transmisión de valores-antivalores (...) lo primero que debería hacerse es llamar a un debate público que arroje una investigación clara sobre cómo se reproducen estos valores”, manifestó.   

Recomienda atender temas que considera más graves, como por ejemplo el consumo indiscriminado por parte de los adolescentes, a través de redes sociales, de pornografía, anime, manga y filmografía hollywoodense, que abarcan campos más peligrosos que la música.

En cambio el sociólogo Roberto Párraga opina que no debe culparse a esta música porque al prohibirla se le da mayor importancia, por ello cree que la función de formación y orientación es de los padres.  

Recuerda que muchos géneros musicales y ritmos fueron prohibidos en otras épocas, de modo que estima apropiado un control y no la censura. Sin embargo señala que no existe una investigación que sostenga que un alto porcentaje de las conductas violentas en los jóvenes tenga como principal motor la música que escuchan.  

“Debería haber un estudio elaborado por una institución que nos dé las garantías de que es completo y bien hecho, orientado a informarnos sobre cómo influyen los distintos aspectos del entorno, y no solo la música, en los jóvenes de esta sociedad”.

Referentes de este estilo expresaron su descontento por la desinformación   

Luego de la aclaración que hizo el  superintendente de comunicación, Carlos Ochoa a la ciudadanía, respecto a que la Ley de Comunicación (LOC) no prohíbe ritmos ni géneros sino que regula contenidos, artistas de este movimiento manifestaron su opinión y despejaron sus dudas.  “Yo canto temas positivos e invito a mi público a bailar (...) a divertirse, pero nunca les falto el respeto a las mujeres ni incito a la violencia”, expresó el artista Juan Jantrex,  quien además defendió el reguetón porque considera que no todos sus temas son negativos.

El productor Manuel Sánchez, conocido como el ‘Rey del Estilo’, indicó que desde hace 5 años esta tendencia ha bajado su intensidad y que con las nuevas fusiones no se ha degenerado como parece. “Nadie ha dicho que el reguetón sea malo porque forma parte de la cultura pop de hoy”. David Galindo resaltó la importancia del bienestar de los jóvenes. “Me parece muy bien porque siempre el derecho de los niños y  adolescentes está por encima”.

Richard Oviedo, integrante del grupo Star Squad, hizo un llamado de atención a ciertos medios de comunicación que generaron confusión a productores y exponentes de este género con sus  falsos argumentos. Además aclaró que ni el reguetón ni la música urbana deben ser estigmatizados. “Creamos música para que los padres de familia la disfruten con sus hijos. La gente urbana sabe escribir y sabe hacer música”. (I)

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