El Chulla quiteño sonó con Roxette
Cuando Marie Fredriksson y Per Gessle dejaron el escenario en medio del griterío de los asistentes, hubo quienes creyeron que eso era todo lo que podía dar Roxette, otros en cambio pensaron que se trataba del típico amague. Y así ocurrió, el dúo sueco regresó a escena pasada las diez y media de la noche para presentar a los cinco músicos que los acompañaban en su gira “Charm School” y con la que por primera vez visitaban Ecuador.
Gessle empezó a pronunciar los nombres de Clarence Öfwerman en los teclados, Pelle Alsing (batería), Magnus Börjeson (bajo) y a Helena Josefsson (coros). Solo quedaba uno por presentar: Christoffer Lundquist (en la guitarra), quien durante tres minutos se convirtió en el centro de atención, cuando caminó hasta el filo del escenario y soltara un solo del tema El Chulla quiteño. Aquel rasgueo de cuerdas provocó el estallido de gritos así como el acompañamiento del público con sus aplausos.
Fue uno de los momentos más efusivos que los 15.000 presentes, que el jueves acudieron a verlos al Coliseo Rumiñahui de Quito, vivieron durante la noche.
En ese concierto en el que los asistentes revivieron los recuerdos de su etapa colegial cuando sonaron “It must have been love” -banda sonora de la película Pretty Woman-, “Spending my time”, “Joyride”, “The Look” y “Fading like a flower” en la garganta de Marie y Per.
Y aunque la voz de la sueca, que lució sobria con un pantalón de cuero y chaqueta blanca con una bufanda, ya no sonaba igual a la que se distinguió de muchas rockeras del ochenta, sino que más bien se convirtió en un tono más bajo, al punto de pasar a ser la segunda voz del dueto, eso no importó para el público.
Ellos prefirieron acompañarla en su interpretación. Así sucedió con Cecilia Urbina, de 38 años, quien llegó acompañada de su esposo Danilo Rivas. “He seguido al grupo desde que estaba en el colegio. Ellos han marcado una bonita época de mi vida”.
Precisamente su fanatismo por Roxette fue lo que llevó a Cecilia, al igual que miles de presentes, a llegar temprano al coliseo, hacer fila y aguardar la salida del dúo, que apareció en el escenario pasadas las nueve de la noche, entre un despliegue de coloridas luces y videos del ochenta, otra más de las atracciones que tuvo el espectáculo.
Con un escaso español, el dueto se dirigió al público para decirles “Buenas noches Quito” y posteriormente iniciar su repertorio con la canción “Dressed for success”. Luego continuaron con “Sleeping in my car”, “Wish I Could fly” y “Only when I Dream”.
Antes de seguir con más canciones Gessle, quien se mostraba más comunicativo con el público que Fredriksson, que a cambio no dejaba de sonreír, dio las gracias a todos los que acudieron a verlos. “Es maravilloso estar aquí. Estamos pasando un momento divertido con ustedes”, dijo en su inglés sueco.
De hecho, sin saberlo, el músico tomó la bandera del Ecuador y la extendió, lo que provocó los gritos de los asistentes, que bajaron cuando el músico la hizo a un lado. “Creo que él no sabía que se trataba de la bandera, por eso lo hizo”, dijo uno de los presentes que olvidó el incidente y continúo coreando las demás canciones que el dúo recordó, entre ellas “She’s got nothing on (But The Radio)”, “Perfect Day”, “Twenty 7”.
Finalmente Roxette, cerca de las once de la noche, concluyó su parada en Ecuador con más de sus canciones viejas, pero olvidándose de dos sus clásicos “Listen to your heart” y “Dangerous”.