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Diego altera la reunión trivial de 3 amigos

Diego altera la reunión trivial de 3 amigos
Foto: Karly Torres / El Telégrafo
12 de enero de 2017 - 00:00 - Redacción Telemix

Max, Paúl y Diego han perdido la cuenta de cuántos años llevan de amistad  y una de las claves es reunirse religiosamente cada viernes a las siete de la noche en casa del primero de ellos.

Sus profesiones como médico, en el caso de Paúl, y empresarios, en el de los otros dos, les permite vivir cómodamente. De hecho, Max, quien está separado de su esposa Denisse, tiene una residencia con vista al río Guayas.

Los tres amigos tienen personalidades marcadas. Max se distingue por su impaciencia. Aquel rasgo lo revela como un hombre que se exalta con facilidad, mientras que Paúl es excesivamente positivo.

El carácter conciliador de Paúl irrita aún más a Max, un tipo que realmente le teme a la soledad y por eso cita a sus amigos para suplir infructuosamente la ausencia de Denisse, quien lo abandonó porque no soportó su explosivo carácter.

El retraso de Diego impacienta aún más al temperamental Max. Aquello los conduce a una charla donde sus mujeres son las protagonistas. Paúl deja creer que su cónyuge le permite hacer de todo, aunque en realidad no quiere admitir que ella es fría e indiferente a su marido (quizás porque tenga otro hombre), tal como le dice Max.

iego aparentemente es el más pacífico de los tres, pero tiene una esposa llamada Estela que, según Max, es insoportable. Paúl aguarda a su amigo siempre con una copa de vino que rara vez bebe, mientras que Max prefiere el whisky, hasta que aparece un Diego distinto al que ellos conocen.

Está angustiado y bebe desaforadamente. Esa desesperación altera la trivial reunión y permite que las reales personalidades del trío sean visibles. Surge un conflicto entre el peso de la amistad genuina con la moralidad ante una sorpresiva y extrema circunstancia, la de Diego.

El relato corresponde a solo 20 minutos de la obra Nuestras mujeres (Nos femmes), original del sexagenario dramaturgo franco-tunecino Eric Assous, que hoy, desde las 20:30, se estrena en el Teatro Sánchez Aguilar.

La puesta en escena de Nuestras mujeres dura una hora y media, mientras que Fernando Masllorens y Federico González del Pino adaptaron 120 páginas de guion, con la dirección de Santiago Suerias, español radicado en Guayaquil desde hace dos años.

Se trata de una historia contemporánea publicada por Assous en septiembre de 2013, que tuvo su versión fílmica dos años después, dirigida por Richard Berry.

Santiago Carpio, Fabo Doja y Xavier Pimentel son los actores que interpretan a Max, Paúl y Diego.

Cuenta Suerias que su versión es muy parecida a la argentina que protagonizan Guillermo Francella, Arturo Puig y Jorge Marrale.

“Lo que cambia es la jerga argentina por la guayaquileña. En lugar de “boludo”, propio de los argentinos, sus personajes lo varían por “pendejo” o “animal”, explica Suerias, quien casi siempre expulsa una bocanada del cigarrillo que sostiene con su mano derecha en la que luce decena de pulseras.

Suerias, de enjuta figura y descuidada barba blanca a medio crecer, dirigió el año pasado Julio, el musical, en el mismo Teatro Sánchez Aguilar y llegó con el membrete de director por 11 años del Instituto del Teatro y las Artes Escénica (ITAE) en España.

“Tenemos una escenografía muy grande (diseñada por Alan Jeffs) con relación al elenco de actores que solo son tres. La idea es usar todo el espacio posible para que las actuaciones sean lo más naturales posible”, explica Suerias.

Carpio, quien el año pasado protagonizó el biopic El más querido, acerca de la vida del cantante Gerardo Morán, agrega que hubo empatía entre todos y eso permitió que los diálogos fluyeran.

“La idea era representar el comportamiento de tres amigos en una reunión. Quisimos transmitir la sensación de que realmente están reunidos”, refiere acerca de Nuestras mujeres, que empezó a montarse desde el 1 de diciembre pasado.

“Los personajes son muy reales porque sus reacciones son naturales en situaciones extremas. Algunas  resultan absurdas, tanto que causan hilaridad al público”, añade Pimentel, mientras que para Doja la obra, además de entretener, plantea una reflexión sobre cómo el hombre ve a la mujer.

Suerias esboza una sonrisa con este último criterio porque sabe que si las situaciones provocan carcajadas van por buen camino. (I)

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