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El Telégrafo
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Descubra el niño que llevan dentro algunos personajes ecuatorianos

Descubra el niño que llevan dentro algunos personajes ecuatorianos
Foto: Tomadas del Internet/ EL TELÉGRAFO
01 de junio de 2017 - 00:00 - Redacción Web Quito

Entre la música y las travesuras propias de la niñez, transcurrió la infancia de los cantantes AU-D, Damiano y Paulina Tamayo, así como de la actriz Monserrat Astudillo. Hoy se celebra el Día del Niño y EL TELÉGRAFO quiere compartir las historias de aventuras y sueños de estos personajes que marcan una época en el talento ecuatoriano.

¿Sabía usted que el dulce favorito de Paulina Tamayo es la melcocha? o ¿pensaba que Damiano imaginaba carros y aviones con cajetillas de cigarrillos y fósforos? AUD, por ejemplo, armaba y desarmaba refrigeradoras, mientras que la cuencana Monserrat Astudillo trepaba árboles y cazaba sapos.  Todo esto lo conocerá en este especial. 

AU-D disfrutaba del arroz con leche y de los juegos en el barrio

El rapero ecuatoriano Martín Galarza, más conocido en el mundo del espectáculo como AU-D, recuerda la infancia como una de las épocas más alegres de su vida.

A sus 48 años, el artista cree que todavía tiene mucho de cuando era pequeño. Recuerda que era bastante inquieto "pero no malcriado". Se describió como un chiquillo bastante inquieto que le gustaba desarmar las cosas. "Vengo de una época en la que no existían los videojuegos. Sentía la necesidad de desarmar las cosas para saber cómo funcionaban", expresó.

El cantante señaló que en una ocasión desarmó la refrigeradora y el equipo de sonido. "Era muy inquieto y sigo así hasta el día de hoy".

El intérprete de canciones como Tres notas y Un amor así, recordó que su infancia la dividió entre tres países. Su madre, Julieta, es ecuatoriana; su padre, Elving, es portorriqueño, y viajaron a Estados Unidos. Pero los mejores recuerdos se mantienen en el Ecuador, especialmente cuando vivía en el sector Las Acacias, en Guayaquil.

Contó que detrás de su casa había un estero llamado 'Las Ranas', en donde se iba con sus amigos a ver pájaros, peces y hasta armaron una balsa para navegar. "Un día casi nos cuesta la vida (risas), pero fueron unas experiencias muy bonitas".

AU-D también recordó que en ese entonces inventaban juegos. Una ocasión cogieron arena, sábanas y soldados de juguete para armar un campo de batalla y jugar a las guerras. Todo eso lo hacían con sus amigos, entre ellos el 'Gasparín' (porque era muy blanco). Martín también tenía su apodo. A él lo llamaban el 'Pata de garza'. "Porque mi apellido es Galarza. Era flaco y alto y tenía piernas muy delgadas y me llamaban Galarza, pata de garza".

Las navidades también son instantes que recordó con cariño. Contó que sus papás eran personas de bajos recursos, pero muy trabajadoras, por lo que nunca sintió necesidades. "Me enseñaron a ser feliz con cosas muy palpables, como tener una casa, un hogar, felicidad y mucha unión".

El artista ecuatoriano contó que no fue un niño al que lo llenaran de regalos, pero le dieron obsequios muy hermosos. El que más tiene presente fue el de su tía Lelia, que le regaló un juego de estación de gasolina con figuras diminutas. "Era muy bonito para despertar la imaginación. Ya no lo tengo, pero lo recuerdo mucho".

Su pinta infantil era muy a la moda. Contó que su mamá era muy ingeniosa y buscaba cómo vestirlo a la moda de los años setenta. Generalmente vestía con una camisa floreada, pantalón de gamusa, zapatos de charol. "Yo era un pequeño John Travolta de Viernes en Sábado por la Noche", comentó emocionado.

Las épocas de sus vacaciones son otra aventura para contar. En verano, AU-D y sus 'ñañas' Ibeth y Caty visitaban a su tío 'aniñado' que tenía una casa en Salinas (Santa Elena), en Punta Carnero, en donde aprendió a nadar a los 9 años.

Las golosinas nunca faltaron. Ahí recordó a su tía Elsa, que era la repostera de la familia. Ella inventaba deliciosos postres. Sus favoritos eran el queso de coco, dulce de leche, el flan y el arroz con leche.

Martín contó que disfrutaba de estos platillos, a pesar de que es intolerante a la lactosa. Contó que los postres eran tan ricos que no le importaba tener molestias estomacales. "Me comía los postres aunque luego sentía mucho dolor. Era un daño con gusto".

Durante su infancia, los dibujos animados son otra remembranza. Le encantaban 'Los Picapiedra', 'Los Supersónicos', "Los Thundercats', aunque recuerda que su niñez se marcó con los programas de Tico-Tico y el del Tío Johnny.

"Ellos captaron la magia de los niños de aquella época. Uno soñaba con participar en los concursos", comentó.

AU-D se convirtió en un artista y referente ecuatoriano. Pero en su infancia fue "fanático a muerte" de Jackson Five y de Enrique y Ana.

El rapero más connotado del país también se dio tiempo para hablar de la infancia ecuatoriana, puesto que en la actualidad se encuentra en un proyecto musical infantil. "La infancia es la mejor época. Los niños tienen que ser niños. Siempre tratamos de ponerlos en un molde y decirles qué hacer, pero no hay nada más fantástico que ser niño", expresó. 

El juguete favorito de la 'Monchita' era el canasto de su abuelita

Una época muy feliz, llena de mucho amor junto con sus padres y abuelos, quienes le acompañaron a trepar árboles, bañarse en cascadas y saltar puentes o atrapar sapos.

Así define su niñez Monserrat Astudillo, actriz cuencana, a quien de chiquita le apodaron 'Ratona', 'Monchita' y 'Negrita'.

Cuando se le pregunta a la artista cómo fue su época de infancia, ella recuerda los emocionantes juegos en el campo y en el parque en medio de carritos de madera. También jugaba en los bosques, se subía a los árboles y se metía en los riachuelos en la casa de la abuela.

Otra anécdota eran sus diversiones en las resbaladeras y montañas de arena en el parque frente a su casa. Los 'disparates' con sus amigos del barrio eran lo único que le importaba a la artista, hasta que escuchaba a su madre gritar a lo lejos: "¡Hora de comer!".

Otro de los juegos más recurrentes de ese entonces fue 'la tiendita'. A su mente llegaron imágenes de braseros calientes, árboles de tocte, aguacate y mote caliente. También rememoró las ollas de barro y la canasta con la que iba al mercado con su abuela, que incluso fueron sus juguetes favoritos.

"Mi infancia fue de cuento, y mi cuento de infancia. Fue una época que ahora pocos niños tienen porque vivimos en un mundo de miedo y poca confianza", reflexionó.

Como toda buena niña, Monserrat también se animó a recordar los tiempos de Navidad, lleno de buñuelos, tamales y villancicos juntos con sus primos, con quienes celebró el Pase del Niño en las pintorescas calles de Cuenca.

Para celebrarlo, recordó, se vestía con los trajes del pesebre y desfiló entre música, bandas de pueblo, carros alegóricos cargados de ofrendas; dulces, cuyes, chanchos, etc.

Esa serie de anécdotas solo fueron posibles gracias al alma aventurera de su padres, algo que Monserrat presume que heredó.

Las vacaciones de verano también estuvieron tejidas de alegres remembranzas que se plasmaron en la playa y en la montaña, sus lugares favoritos. A la actriz le gustaba ir a Tarqui y a Guachapala (Azuay).

En las noches escuchaban 'cuentos de miedo' después de beber chocolate con pan. También disfrutaba de algunos bocadillos como la leche calostra con anís estrellado, canela y pimienta dulce. "Hacíamos cama general en las buardillas y nos reíamos hasta quedarnos dormidos", recordó.

A la hora de ver televisión, no hubo mejor dibujo animado que 'Heidy' y la musiquita que repetía "Abuelito dime tu".

La reconocida actriz no perdió la ocasión para reflexionar sobre la infancia ecuatoriana. Para ella, esta época es un camino único de aprendizaje. Monserrat como madre vive una etapa maravillosa compartiendo con su hijo, a quien lo considera como su poderoso maestro espiritual.

"Lo más importante es aprender a escuchar a los hijos, darles el espacio y el tiempo que se merecen, mirarlos como una proyección propia, amarlos y respetarlos como seres humanos sagrados y perfectos que son", expresó.

Monserrat aprovechó la ocasión para aconsejar a los progenitores. "Los hijos son retoños de la tierra y como padres es nuestra obligación cuidarlos, y nuestro derecho amarlos y ser felices juntos. No podemos permitir la violencia infantil a ningún nivel. Es nuestro deber moral denunciarlo". 

Damiano jugaba con pedazos de madera y cajas de fósforos y cigarrillos

Fernando Proaño Guerra, más conocido en el mundo artístico como Damiano, recuerda su niñez como una época sencilla y feliz. "Nosotros no teníamos juguetes como otros niños, pero teníamos buena imaginación", sostuvo. 

Con pedazos de madera, cajetillas de cigarrillos y cajas de fósforos fabricaba sus propios carritos para jugar, "la parte más linda de nuestra infancia fue esa, que sin tener acceso a juguetes caros, nosotros mismos fabricábamos lo que para nosotros eran los mejores juguetes", enfatizó Damiano.

Conocido afectuosamente entre sus amigos y familiares como "gordo", para este artista con más de 45 años de trayectoria, la infancia es la mejor época de la vida de las personas. "Uno no tiene malicia, actúa  fluyendo, dejándose llevar. Hace las cosas en las que está cómodo y la imaginación vuela sin miedo", dijo.

Su postre favorito siempre han sido los higos con queso y de su infancia rescata que su padre le cantaba antes de dormir. "Es importante que no descuidemos a nuestros niños, porque definitivamente son el futuro de la Patria y la mejor forma de criarlos es con el ejemplo", este es el mensaje que deja Damiano a propósito del Día del Niño.  

Paulina Tamayo vivió su niñez "cantando"

La cantante Paulina Tamayo vivió su niñez cantando. Se subió a los escenarios desde los 5 años, pero de manera profesional a los 6 años. Su primera presentación fue en un Festival de Aficionados en Tulcán, el Rumichaca de Oro, y le dieron el premio de Artista Profesional.

Señaló que su niñez fue maravillosa. Es quiteña y vivió en La Tola. Empezó a cantar en la radio El Éxito. "La música fue el alimento de mi vida y  por ello tuve una niñez maravillosa, hice lo que me gustaba. Siempre me gustó cantar y tuve el apoyo de mi familia". 

Vivió junto con sus padres, de hecho su madre cumplió 75 años este 31 de mayo. Es la cuarta de siete hermanos. Confiesa que no fue "tan traviesa" porque ya trabajaba, porque "no tenía tiempo de hacer travesuras".

Recuerda que le gustaba el olor de los teatros y de las cocinas. "Dios me puso en el mundo para hacer lo que me gusta; es decir cantar".

Contó que en su casa, antes de ella cantaba su hermano mayor Fausto, pero confiesa que cuando iban a ensayar los músicos a su hermano no los dejaba en paz y siempre buscaba cantar. Hasta que un día uno de los músicos dijo: "dejemos que la guaguita cante" y así empezó todo. "Se quedaron boquiabiertos", afirmó. Cantó el albazo Pajarillo. A sus padres siempre les llamó la atención el sentimiento que puso en cada canción. "Mis papás siempre se admiraban y decían que cantaba como si hubiera vivido full años".

En los estudios fue buena estudiante, porque si no tenía buenas calificaciones no le dejaban cantar. Su golosina favorita fue la melcocha y hasta ahora siempre para las caravanas artísticas para comprar esos dulces. 

Franklin vivió su infancia en medio de un balón y los almuerzos de 'Olguita'

La vida de Franklin Salas, exgloria de Liga Deportiva Universitaria de Quito (LDU), siempre giró en torno al balompié. Cuando se puso a recordar cómo fue su etapa de niñez lo primero que respondió fue que vivió "una etapa inocente y de mucho barrio", en Llano Grande, cuando el sector era lleno de tierra y piedras.

"Fue una época en la que ni bien llegaba a su casa y salía a verme con mis amigos para jugar fútbol. Era emocionante regresar sucios a la casa y luego hacer los deberes".

Franklin, a quien le apodaron como el  'Enano', se entretenía con otras dinámicas como las planchas, las bolas, el churo y se escapaba al bosque para inventar otros juegos con sus amigos de barrio. Todos tenían un apodo "Caucho", "Ñoco",  "Botas", "Juano", "Conejo" y el "Flaco".

Durante su niñez, los obsequios no eran tan importantes, porque lo único que necesitaba era un balón. Aunque muchas veces le regalaron carros. "No me llamaban la atención los regalos porque jugábamos en la calle. A mi mamá no le gustaba que saque los juguetes porque decía que se me iban a dañar".

Sus anécdotas las vivió en medio del puesto de almuerzos 'Olguita' (el negocio de su madre). Mientras miraba cómo servía a los comensales, su mami a veces le regalaba higos con queso.

También le fue grato recordar cuando se iba de vacaciones con su hermana y con sus padres para nadar en un río en Los Bancos. Allí combatían el calor.

Las travesuras tampoco faltaron. Franklin contó que a los 9 años, cuando estaba en cuarto grado, se escapó de la escuela Roberto Arregui, en La Ofelia (norte de Quito), y se fue a El Cinto (Los Bancos) para visitar a sus familiares, sin avisar a sus padres. "Mis tíos me regañaron porque les dije que mi mamá si me dio permiso; mi mami me dio con una vara de madera por el susto que le di", comentó entre risas.

Aún así, Franklin cree que su infancia fue una de las mejores "porque los niños son libres de pensar y de sentir entre sus amigos y su familia". 

La torta de chocolate y el amor de escuela derritieron desde niño al cantante Maykel

El cantante Maykel (Maykel Mauricio Cedeño Campozano) recuerda su infancia como una época feliz que compartió con sus amigos del barrio, "siempre buscábamos algo diferente que hacer, jugábamos canicas, fútbol y volley", afirma. 

De niño disfrutaba mucho andar en bicicleta y compartir con sus abuelos, donde la principal actividad que desarrollaba era comer exquisitos y variados platillos como su postre favorito,la torta de chocolate.

Maykel evoca con cariño a su primer amor, "una chica de la escuela de la que estuvieron enamorados todos los chicos", dice. 

El mensaje de este joven artista para todos los niños en su día es que nunca pierdan la alegría, "que siempre sigan jugando sonriendo que es lo más bonito de la vida y que siempre piensen en Dios que es lo más grande que tenemos".

 

Juan Fernando se emocionaba con los legos y sus viajes de verano

Los legos son el objeto con el que el cantante ecuatoriano, Juan Fernando Velasco, resume su época de infancia. No solo porque se trató de su juguete favorito en ese entonces, sino porque en medio de estas figuras combinó otros artículos como los carritos Matchbox y luego con el fútbol, que también tomó influencia en su vida.

El ganador de un premio Grammy, reconoció que durante su infancia pasó por algunas experiencias traumáticas, pero aún así fue feliz. "Fue un momento de vulnerabilidad e inocencia como ninguna otra etapa de la vida", expresa.

A su mente llega la muerte de su padre cuando tenía 6 años, pero también se emociona si rememora el nacimiento de su hermano Julián; también mirar 'La Pantera Rosa', disfrutar de un helado de vainilla con syrope de chocolate y maní picado o divertirse con sus compañeros del barrio. "Jugaba en un parque cercano a casa desde que llegaba de la escuela hasta que se ponía el sol. Eran otras épocas...".

Durante su niñez hubo dos temporadas que se divertía a más no poder. En las vacaciones, sus padres le dieron la oportunidad de salir del país. En esa época conoció muchos sitios de Europa. "Siempre había nuevos lugares para viajar en las vacaciones", reitera.

La temporada de pascuas también entusiasmó a Velasco, a pesar de que en esos festejos nunca hubo la presencia de un Papá Noel. "Me ilusionaba muchísimo la Navidad. Recuerdo que desde finales de noviembre ya no había otra cosa en la que pudiera pensar".

El artista -que se ha desempeñado como Embajador de la Buena Voluntad del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)- aprovechó el Día del Niño, para enviar un mensaje que ayude a fomentar el respeto hacia los pequeños. "El amor, el maltrato, los mimos o las enseñanzas que le damos a un niño determinará el tipo de adulto que llegará a ser".  (E)


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