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De los teatro-cine del Guayaquil de antaño a las salas de los malls

De los teatro-cine del Guayaquil de antaño a las salas de los malls
26 de julio de 2014 - 00:00 - Redacción Guayaquil

En 1997, los medios anunciaban la apertura en Guayaquil de Cinemark, un complejo de 9 salas de cine, situado en el centro comercial Mall de Sol. Este hecho, aseguraban los promotores, ponía al Puerto Principal a la altura de las principales ciudades de Latinoamérica.

Lo que no sabía el público, que acogió la noticia con entusiasmo, era que este acontecimiento marcaría la desaparición de los cines que hasta ese momento existían en la urbe, asegura Gerard Raad, fundador del cine foro en Guayaquil y reconocido crítico cinematográfico.

De un momento a otro nos condenaron a venir a los centros comerciales a ver “la serie de la serie”. La semana pasada solo estrenaron una película: ‘Transformers 4’, que se proyectó en cuatro salas, tanto en Cinemark como en los Supercines, dice. Y añade que estos cines se caracterizaban porque presentaban funciones dobles, “el famoso cine continuo”, que consistía en proyectar dos películas, la de estreno y otra que ya estaba en cartelera, explica Raad.

Los teatro-cine del Puerto

El cinematógrafo de los hermanos Lumiere llegó a Guayaquil en 1899, anota Jorge Suárez Ramírez en su libro ‘Cine mudo, ciudad parlante: Historia del cine guayaquileño’.

En mayo de ese año, la prensa de la ciudad informaba que la compañía Watry y Casthor, además de la función teatral, incluiría ‘15 interesantes vistas de movimientos’. Quienes asistieron al teatro Olmedo a esa función pudieron ser testigos, entre otras ‘vistas’, del Jubileo de la reina Victoria en Londres o conocieron el puente Ripete de Roma.

De aquí en adelante ‘el Lumiere’, como llamaban al proyector, seguiría compartiendo escenario con las diferentes compañías artísticas que llegaban a Guayaquil, desde el sur o el norte. En la reinauguración del Olmedo (1903), junto a la compañía americana de novedades e ilusionismo Wood, traída especialmente, se proyectarían ‘las famosas vistas de movimientos’.

En 1904, la prensa anunciaba la llegada del cinematógrafo Kaurt para presentar en el Olmedo, naturalmente, ‘20 magníficas escenas de la vida de Juana de Arco’.

En 1906, el italiano Carlo Valenti proyectó ‘La pasión de Cristo’, un filme francés que sería exhibido continuamente en Guayaquil hasta principios de los 50. Además, efectuó la filmación del Corpus en Guayaquil y los documentales ‘Amago de incendio’ y ‘Ejercicios del Cuerpo de Bomberos’. Este sería, dice Suárez, el inicio del cine guayaquileño.

El teatro Edén, inaugurado en noviembre de 1907, supuso una alternativa moderna para los guayaquileños. La prensa anunciaba que este teatro, ubicado en la cuarta cuadra de 9 de Octubre, desde el río Guayas, posee una acústica y ornamentación reglamentaria. Duraría cuatro décadas y acogió el teatro, la danza, cantantes y ‘las vistas de movimiento’. El cinematógrafo tuvo tanto éxito económico, que por esos años se abrió una sala exclusiva de cine denominada Crono proyector del Pacífico, que funcionaba en una carpa.

En 1907, el teatro Olmedo informaba el estreno del sensacional filme ‘El terremoto de San Francisco’.

Así mismo, las noticias nacionales que se proyectaban en el Olmedo, divulgaban hasta el cumpleaños del general Eloy Alfaro, que provocó que el pueblo de Guayaquil se volcara al sitio.

En agosto de 1924, los teatros Edén y Colón anunciaron la proyección de la primera película ecuatoriana ‘El tesoro de Atahualpa’, dirigida por el guayaquileño Augusto San Miguel.

El ‘boom’ de las salas de cine en Guayaquil

“Ir al cine en mi niñez y buena parte de mi juventud, implicaba todo un rito”, dice Gerard Raad. Era imposible ir a la función de especial del Presidente -inaugurado en 1955 y el primero en tener aire acondicionado- vestido de cualquier manera, asegura. Pero de su pasado esplendor de este cine solo le queda la fachada y su dirección original -Luque y 6 de Marzo-.

En el Guayaquil de esos años era normal que los cines presentaran también espectáculos en vivo, señala Raad. “Sentado en el palco del Presidente escuché cantar a María Félix y a Lola Flores”, rememora.

También expresa que en el Apolo (que se ubicaba en 6 de Marzo 827 y Aguirre y) pudo ver todas las películas de la nueva ola francesa (’Truffaut’, ‘Goddard’, ‘Chabrol’). Su dueño, Francisco Romero, sabía mucho de cine. Y agrega que en el Apolo no se proyectó nunca nada que viniera de Hollywood.

A diferencia de su hermano Carlos, propietario del cine Tauro, que sí trabajó con productoras estadounidenses como la Warner o la Fox. Gerard vio allí ‘2001, una odisea espacial’, de Stanley Kubrick.

El Apolo desapareció y el Tauro, ubicado en Quito y Luque, se convirtió en un templo evangélico. En estos dos cines también se presentaban espectáculos musicales en vivo. De igual manera el cine Quito, situado en la avenida Quito y Aguirre, se convirtió en una conocida emisora radial.

En el Parisiana, situado en Córdova entre P. Ycaza y Víctor Manuel Rendón, que pertenecía también a Carlos Romero, empezó el cine foro, que en sus inicios era un programa organizado por la oficina católica de cine, revela Raad. “Se hizo laico cuando lo pasamos al Municipio, donde permanecimos por muchos años; y luego en la Casa de la Cultura”. El Parisiana, que se llamó después París, igualmente, ya no existe, evoca Gerard.

El teatro 9 de Octubre -el único de estos cines tradicionales que aún permanece como tal- es parte ahora de la cadena Supercines.

Raad recuerda que ahí se presentó una compañía de ópera que actuó durante cinco días, con lleno completo. Y también en ese escenario vio bailar a Alicia Alonso por primera vez. El 9 de Octubre (situado en la calle del mismo nombre), pertenecía a la distribuidora mexicana Pelimex, dueña también del México que luego se llamó Olmedo, obviamente en esos cines se exhibían filmes de ese país, explica. A una cuadra del 9 de Octubre (Boyacá y 9 de Octubre), quedaba el cine Metro, hoy parte de los almacenes Picca. Lo único que delata su origen es la fachada.

El Guayaquil, situado en el edificio del Gran Pasaje, en pleno bulevard 9 de Octubre; el Maya, en Urdesa; y el Inca, al sur, en el barrio del Centenario. Maya, Inca, son parte de una camada que surgió a partir de los años 60

Luego apareció un segundo grupo, que emergió a partir de los años 80 en adelante, y se caracterizó porque se enclavaron en los centros comerciales que existían en esa época en la ciudad.

Los Policines 1 y 2, que dejaron de funcionar en 1994, estaban situados en el Policentro.

Así mismo, los Garzocines, inaugurados en 1988, se instalaron en Garzocentro 2000. Y los Albocines, que abrieron en 1990, en Plaza Mayor, de la ciudadela Alborada.

Sin embargo, para finales de los años 90, todas estas salas desaparecieron.

Ahora todo está centralizado, dice Gerard, Cinemark es una franquicia manejada por los dueños de Supermaxi, y Supercines, que tiene más de 200 salas en el país, pertenece a los propietarios de Mi Comisariato.

El cine de la Casa de la Cultura, originalmente ubicado en el tercer piso, estuvo por años alquilado a José Mateus Ayluardo, un empresario ya fallecido. Yolanda Sánchez, que trabajaba como administradora, señala que daban funciones de matiné, especial y noche, todos los días. Excepto los martes y jueves, que eran los días de cine foro. Señala que ella laboró por 15 años, hasta que la Casa de la Cultura decidió alquilar el teatro al programa Feria de la Alegría, del entonces Telesistema, en los 80.

Salas de cine de hoy

CADENA SUPERCINES:

Los Ceibos (10 salas), Sur (11 salas), Entre Ríos (12 salas), San Marino (15 salas), 9 de Octubre (7 salas) y Norte (13 salas).

CADENA CINEMARK

CityMall (10 salas), Mall del Sol (16 salas) y Mall del Sur (13 salas).

Cine IMAX, ubicado en el malecón Simón Bolívar, posee una sala digital. La única en su formato en la ciudad.

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