Daniel Day-Lewis, el Lincoln británico
Daniel Day-Lewis le dijo ‘no’ varias veces al director Steven Spielberg, cuando este le ofreció interpretar a Abraham Lincoln. Pero cuando finalmente aceptó, el actor se metió en la piel del que fuera presidente de Estados Unidos: tanto, que por meses habló con el tono de voz de su personaje y hasta envió mensajes de texto a sus compañeros de elenco con lenguaje propio del siglo XIX.
Su paso por la cinta Lincoln (2012) fue para Day-Lewis una manera de reivindicar la historia. “Fue un actor el que asesinó a Abraham Lincoln (en un teatro de Washington, en 1865). Entonces pareciera que corresponde que, de tanto en tanto, sea un actor quien trate de traerlo nuevamente a la vida”, señaló.
Para su propia historia profesional, el trabajo le permitió batir un récord: con el Oscar que recibió este domingo en el teatro Dolby, Day-Lewis se convirtió en el primer hombre en ganar tres galardones máximos de la industria del cine en el rubro actor principal.
En las 85 ediciones del Oscar, dos actores han conseguido tres estatuillas, Walter Brennan y Jack Nicholson, pero al menos una correspondió a la categoría de reparto, mientras que solo nueve actores tienen dos, entre ellos Marlon Brando, Gary Cooper y Dustin Hoffman.
En otras palabras: Daniel Day-Lewis acaba de convertirse en el mejor actor de la historia, al menos de la que escribe la Academia del Cine estadounidense. “Steven me tuvo que convencer para hacer Lincoln, yo tuve que convencerlo de que no fuera musical”, bromeó el británico, quien desde el escenario dedicó el premio a su madre.
Había estado allí, detrás del micrófono, hace cinco años, cuando recogió el Oscar por “Petróleo sangriento”: el segundo después del conseguido en 1989 por Mi pie izquierdo.
La historia dirá también que el británico Day-Lewis -criado en el sudeste del Londres y residente en Irlanda, con doble ciudadanía desde 1993-, fue el primer actor en conseguir un Oscar por interpretar a un presidente estadounidense.
Y no a cualquier mandatario, sino a uno de los héroes nacionales más reverenciados, por su mandato durante la Guerra Civil y, sobre todo, por su decisión de abolir la esclavitud, que se concretó tras la aprobación de la Decimotercera Enmienda de la Constitución.
Joseph Gordon-Levitt -que interpretó a Robert, hijo de Lincoln- dijo que no fue sino hasta el fin del rodaje que pudo hablarle a Day-Lewis como tal: “Nunca conocí en persona a Daniel, solo conocí al presidente. Lo llamaba señor, él me llamaba Robert”.
En tanto, Sally Field –su esposa Mary Tood, en la ficción- reveló que fue la destinataria de los mensajes de texto que Day-Lewis mandó, durante los siete meses que duró el trabajo, escritos en lenguaje coloquial del siglo XIX.
Nacido el 29 de abril de 1957, la relación de Daniel Day-Lewis con el cine la heredó. Su abuelo materno, Sir Michael Balcon, era un importante productor del cine británico; su padre, Cecil Day-Lewis, era poeta de Su Majestad y su madre, Jill Balcon, es una actriz de teatro.
Dueño de dos Globos de Oro y cuatro Bafta, su carrera formal empezó en 1971 con el filme Sunday bloody sunday.
El éxito de Day-Lewis tiene un trasfondo: su método, que más bien es una tendencia inspirada por Constantin Stanislavski y formalizada por Lee Strasberg en la década del 40-, el británico pasa por un proceso de inmersión completa en el papel que le toca, para apropiarse de emociones y pensamientos y mirar el mundo desde la perspectiva del personaje, tanto como sea posible.
Aunque a él le incomoda hablar de sus técnicas, desde los rodajes llegan anécdotas que lo pintan de cuerpo entero: en “Lincoln” mantuvo la voz creada para el expresidente entre toma y toma y pidió a los británicos del equipo que no le hablaran, para no tentarse de recuperar su propio acento.
Para ‘Petróleo sangriento’ (2007), donde encarnó a un ambicioso magnate petrolero, Day-Lewis evitó todo contacto con su compañero de elenco, Paul Dano: en la ficción eran enemigos acérrimos y no quería que la familiaridad entre colegas arruinara la construcción de la historia, según contó Dano en entrevistas.
Y hubo casos más extremos: en 1989, para Mi pie izquierdo, se negó a abandonar su silla de ruedas por semanas y pedía que lo empujaran y lo alimentaran en la boca, en un intento por construir al escritor cuadrapléjico Christy Brown; luego, en El nombre del padre (1993) se quedó sin dormir tres noches seguidas para la escena del brutal interrogatorio de un hombre falsamente acusado de terrorismo.
Es su método, uno que le ha dado tres premios Oscar, el último como un Abraham Lincoln británico.