‘Curvas de la vida’ reflexiona sobre los últimos momentos de existencia
La película aborda un cliché tan útil como gastado: La vejez. En este filme Clint Eastwood interpreta a un veterano cazatalentos de béisbol.
En ‘Curvas de la vida’ el experimentado actor apuesta por “la paz interior” para combatirlas, tanto en quienes empiezan a vivir como en los que, como él, transitan la última curva, es decir la muerte.
Eastwood vuelve a interpretar a un anciano al borde del retiro, malhumorado y muy terco en sus modales como en ‘Gran Torino’, papel que le valió la nominación al Globo de Oro.
Pero aquí su personaje no se redime religiosamente, pero sí socialmente. En aquella película Clint se llevaba mal con sus hijos, hasta que estos lo abandonan. Su relación con el trabajo era solo a modo de recuerdo y reconocía que su lugar en el mundo había terminado.
En ‘Curvas de la vida’ hay una suerte de redención de todos los males que aquejaban a tal personaje: buscará recomponer la relación con su hija, demostrar que todavía es hábil para su trabajo y que sigue siendo necesario para las generaciones venideras a pesar de sus problemas de salud.
Pero quien realiza la verdadera “curva” dramática en el filme es su hija, una soltera treintañera que encuentra el verdadero sentido de su vida al pasar unos días “en el mundo del béisbol” junto a su padre. En ese camino aparece el personaje de Justin Timberlake, con el mismo espíritu de su padre de joven (de hecho apadrinado por él) para resolver el ‘Edipo’ que arrastraba de pequeña.
‘Curvas de la vida’ no deja de ser un melodrama sentimental, con amplias escenas de diálogo y construcción de personajes buenos y malos, uno de los puntos flojos de la película. Sin embargo tiene el carisma necesario en sus personajes para solventar las obvias resoluciones argumentales.
Aunque la dirección recayó en manos de Robert Lorenz, ‘Curvas de la vida’ puede considerarse un filme de Clint Eastwood. Está producida por Malpaso, su productora de muchos años; protagonizada por él y cuenta con un estilo narrativo clásico, propio del octogenario realizador.