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Cuando la madurez resquebraja una amistad

Cuando la madurez resquebraja una amistad
25 de mayo de 2013 - 00:00

La adolescencia es una de las etapas más difíciles que todo ser humano debemos pasar. Dejar atrás la inocencia propia de la niñez para descubrir la cara menos amable de la vida, puede llegar a generar trastornos o traumas que marcarán nuestra conducta de adulto.

Sally Potter, la interesante realizadora británica de la laureada Orlando (1992), ofrece con esta ‘Ginger & Rosa’ una interesante mirada al universo femenino, muy en la línea de los trabajos de Sofía Coppola, especialmente de su ópera prima, ‘Las vírgenes suicidas’ (1999). Ambas películas comparten un gusto exquisito -bordeando peligrosamente la frontera de la pedantería- a la hora de mostrar la amistad entre las jóvenes protagonistas.

Sus emociones más íntimas, sus miedos y sueños, son retratadas a través de una elaborada puesta en escena, donde la ensoñadora fotografía saca el máximo esplendor de la belleza de estas delicadas ninfas. En este caso, el protagonismo recae sobre los hombros de la canadiense Alice Englert y Elle Fanning, que luce en esta ocasión una llamativa melena pelirroja, tan encendida como la personalidad de su personaje.

La película está ambientada en el Londres de 1962, cuando la población vivía sumida en la paranoia ante la amenaza inminente de una guerra nuclear. Estados Unidos había descubierto la existencia de bases de misiles nucleares soviéticos en Cuba, lo que podría amenazar la paz en el mundo.

Ginger y Rosa son dos adolescentes, amigas inseparables, casi desde el momento mismo de su nacimiento. Ambas comparten sus existencias entre cigarrillos, el descubrimiento de los chicos y demás confidencias, hasta que la llegada de la madurez pone a prueba esta amistad.

Mientras Rosa (Alice Englert) parece más interesada en encontrar el amor y se muestra más precoz sexualmente, la agnóstica Ginger pronto comienza a desarrollar una fuerte concienciación política, mostrándose tremendamente preocupada por el futuro de la humanidad a causa de la crisis de los misiles de Cuba. Algo que seguirán teniendo en común ambas muchachas es el conflicto que tendrán con sus respectivas madres. Mientras el padre de Rosa la abandonó de niña, Ginger sufrirá la separación de sus padres y el posterior inicio de una relación amorosa entre su padre y su mejor amiga. Este hecho, sumado a sus diferentes maneras de ver la vida, hará que su amistad se tambalee.

Potter, que cuenta con un plantel de extraordinarios actores (Annette Bening, Timothy Spall, Oliver Platt) en papeles secundarios, apoya todo el peso dramático en sus dos jóvenes estrellas. Alice Englert está muy correcta en su papel de Rosa, pero el guión de la película no la favorece a la hora de competir con el mucho más interesante y trabajado rol de Ginger, maravillosamente interpretado por Elle Fanning.

Esta última actriz dejó hace tiempo de ser “la hermana menor de” Dakota Fanning para labrarse una estupenda carrera. A sus escasos 15 años ha dejado constancia de su enorme talento en trabajos del calibre de Somewhere (2010), de Sofía Coppola, Twixt (2011), de Francis Ford Coppola, o Super 8 (2011) de J.J. Abrams, y aquí vuelve a ser el alma de la película.

Es posible que sin ella, ‘Ginger & Rosa’ hubiese sido una obra mucho más olvidable. De hecho, pese a sus innegables encantos visuales -el trabajo de fotografía de Robbie Ryan le da cierto toque de distinción al proyecto- y el notable trabajo de los actores, lo cierto es que la película de Potter adolece de un ritmo demasiado parsimonioso.

Pese a que la cinta dura menos de 90 minutos, en ciertos pasajes parece que la historia se estanca, enredándose sobre su propia anécdota y aburriendo al espectador. Las peripecias de Ginger, como activista política, no son todo lo interesante que deberían ser y la problemática relación entre Rosa y el padre de su amiga tampoco está lo suficientemente bien explotada. Al final queda la sensación de que estamos ante la típica película independiente bien intencionada y con mucho potencial, pero fallida y autocomplaciente.

Toca temas controvertidos pero no es capaz de llevarlos hasta las últimas consecuencias, por lo que el resultado final no da ni frío ni calor. No molestará a nadie pero tampoco despertará grandes pasiones y, si por algo será recordada en el futuro es por esa fuerza de la naturaleza que es Elle Fanning.

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