Con la intención de renovar la propuesta del género cinematográfico nacional, acostumbrado a una visión más social, el director José Federico Aroca estrenó la noche del viernes 21 de julio, en el Auditorio del Centro Cultural Libertador Simón Bolívar, el corto de ficción Absalón.

La cinta trata sobre el intento del personaje Polo -interpretado por José Andrés Caballero- de salvar a su pequeño hermano de las manos aberrantes y deseosas de un cura pedófilo que hace corpórea su alma deambulante y cuyo nombre es el título de una obra saboreada en metáforas visuales. 

El significado de Absalón tiene un trasfondo bíblico. Es el tercer hijo de David, conocido en esa época por su frondosa melena, quien mató a su padre y a sus dos hermanos para ser rey. Pero cuando al fin llegó a serlo su cabellera quedó atascada en un árbol.

La elección del nombre es un homenaje de Aroca al director Carl Dreyer, por la película Dies Irae, en la que el sacerdote y su hijo se enamoran de una chica.

“Me encontré con la realidad de que Ecuador hacía mucho cine social y, obviamente a mi criterio, creo que todavía se ve mucho cine artesanal no enfocado a lo comercial; quizás falta género: acción, terror, thriller, entonces Absalón nace como una cinta de terror”, relata el artista guayaquileño quien estudió cine en Barcelona.

De regreso al país, en 2013, cuenta que realizó este corto pero en principio buscó financiamiento en el sector privado para crear un público (a través de foros), posicionarla en festivales internacionales, desarrollar la temática con mayor hondura y, finalmente, consolidarla como un largometraje.

Posterior a la proyección, el grupo actoral y el equipo de producción interactuaron con el público respecto al concepto y los detalles de la obra. En el foro se afirmó la necesidad de industrializar el cine local para hacerlo autosustentable y posicionar a Guayaquil como una ciudad fílmica.

El hilo de la historia no se desenvuelve en hechos explícitos sino sugerentes e insinuados.

El filme, que tuvo un presupuesto cercano a $ 1.000, presenta en el sonido un elemento muy pulido y provocador que maneja el ritmo emotivo de manera muy propicia para alcanzar el efecto buscado. Asimismo, se puede apreciar una metáfora en los asesinatos a niños en la que el audio se impregna en el subconsciente del espectador.

La grabación fue realizada en una casa vieja de Punta Blanca. El director, en condición de anecdotista, confesó que sucedieron hechos insólitos como la caída abrupta de un pesado reloj y el derretimiento inesperado de una bombilla de luz que intentó complicar la iluminación tras la suspensión de media hora de rodaje.

Por otro lado, Caballero, actor reconocido actualmente por su papel cómico en La Trinity, se revela en una faceta ficcional pero ya abordada desde hace dos años cuando asistió al casting para el proyecto de una película perfilada para una duración de 120 minutos.

La coproductora, Leticia Avecilla, pudo adelantar que “este corto es lo que pasa después de la película”. (I)