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El Telégrafo
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Christian Freire, un ‘duro’ de la batería guayaquileña

Christian Freire, un ‘duro’ de la batería guayaquileña
12 de diciembre de 2013 - 00:00

Es el año 1985. La familia del baterista guayaquileño Christian Freire planea un viaje a las islas Galápagos. Con 13 años y la viveza de la juventud a flor de piel, a él no le queda otra que buscar la manera de entretenerse en ese silencio sepulcral que reina en ‘las Encantadas’. Empaca un arsenal de casetes y se dispone a disfrutar de toda la música que ha logrado coleccionar con grabaciones desde la radio.

Es el silencio de la isla el que entrega a Christian esa revelación que necesita para encaminarse en la vida siendo apenas un adolescente. Le empieza ‘a parar bola’ a la batería de la canción ‘Don’t Lose My Number’, de Phil Collins. En medio de tanta tranquilidad, el sonido de la percusión de esa melodía simplemente lo impresiona.

“Fue como si se abriera el cielo. Regresé a Guayaquil empeñado en que quería ser baterista”, recuerda ahora, 28 años después de ese acontecimiento. Al volver, un vecino que era músico le enseñó algunas técnicas. Se consiguió un par de baquetas y el resto fluyó por añadidura. “Mi primera batería fueron los muebles de mi casa”, dice entre risas, y admite que su verdadera formación la adquirió viendo a miembros de bandas en conciertos en vivo.

En 1987 se integró a su primera banda, La Tribu, con la que estuvo hasta mediados de los noventa. Y en 1995 conoce a Luis Rueda, quien le sugiere formar parte de su entonces nuevo proyecto musical La Trifulka, ahora considerada una de las bandas más representativas de la escena rockera local.

Con Rueda inicia su carrera de forma profesional, pues con su agrupación tuvo la oportunidad de ofrecer múltiples presentaciones alrededor del Ecuador, grabar tres álbumes hasta el año 2002 y hasta representar a Ecuador al participar en uno de los festivales más importantes de América Latina: Rock al Parque, en Colombia.

Encaminado en esa pasión por la batería, desde septiembre del 2012, Christian impulsa su marca Groova, que tiene varios productos en vitrina y entre ellos sobresalen los forros para platillos. El tema surge de una necesidad: “Como baterista, necesitas proteger tus instrumentos cuando viajas a cualquier tocada. Existe escasez de este tipo de mercadería en los almacenes y comprarlo fuera te resulta mucho más caro”.

Así se cocinó la idea. El plus es que Christian efectúa el diseño de los forros según la petición de sus colegas-clientes. Se personaliza el pedido según el color que prefiera y la medida de los platillos que tenga. “Es como mandarse a hacer un par de zapatos”, explica.

En esta faceta de microempresario, su labor es diseñar los modelos. Cuenta con un artesano que lo ayuda a elaborar los forros rellenos de polietileno y con un creativo gráfico que ‘mete mano’ con los diferentes logos que le piden.

Le da eco a este proyecto comercial a través de la página de Groova en Facebook, donde cuenta con un catálogo virtual en el que se explica cuáles son las series de productos con los que cuenta. En un futuro inmediato, la idea es ampliar los forros a otros instrumentos e incluso tablas de surf y todo lo que se pueda proteger.

Su amor por la batería lo llevó no solo a convertirse en comerciante con Groova, sino a ser el mentalizador de la creación de un colectivo que en el producto musical ecuatoriano suela verse muy peculiar: las bateristas mujeres. “Me gusta ver a una chica atrás de ese instrumento y se me ocurrió crear esta página hace siete meses, con el fin de reunirlas y compartir esta afición”, describe el artista.

El objetivo es compartir espacios musicales, conciertos con bandas o tipo solistas, que impulsen a nuevos talentos a atreverse a hacer carrera enmarcando su camino profesional a través de la percusión, y que se rompa esa idea preconcebida de que esto es algo a lo que solo se dedican los hombres.

Cada miembro de la página se convierte en administradora del espacio para crear contenidos dentro del portal y darle dedicación al mismo. Entre las colaboradoras está la baterista Megan Wong, hija del también percusionista Willi Wong y quien forja una carrera hace varios años.

Admite que dentro de todos los proyectos que tienen que ver en su profesión no faltaron aquellos a los que denomina ‘de chiveo’. ‘Cachuelos’ en fiestas en donde tocas lo que sea: “Por más que haya buen whisky en los matrimonios, lo que me llama es el rock and roll. Ahora prefiero tocar menos, pero hacerlo contento”, dice ahora.

Más sobre su trayectoria
En el 2003 Christian decide dejar Trifulka y se embarca en un nuevo proyecto con otras expectativas musicales y de un género totalmente distinto, el rock fusionado con ritmos latinos como la salsa, cumbia y merengue. Lo hace con La Banda del Sargento Tomate, con la que tocó durante dos años y grabó un álbum en Nueva York.

Trabajó también con Jorge Luis del Hierro durante cinco años para el que además fue director musical. Actualmente, acompaña al ahora solista Luis Rueda y colabora con Los Smokings y Los Brigante, dos proyectos rockeros que hacen base en Guayaquil.

Además de una dilatada carrera musical y artística, se ha destacado en estos años como educador, labor a la que considera otra de sus pasiones, Sus clases las realiza de forma particular, así como en varios centros educativos de la ciudad de Guayaquil.

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