Canciones que no conocen de edad
Elio Roca no se conforma con cantar desde el escenario. Y es que Roberto Orlando Bracone Maccialli -su nombre real- no olvida sus orígenes en Sáenz Peña, una ciudad que no alcanza las 100 personas -pequeña en relación con Buenos Aires, que tiene casi 29 millones de habitantes o los 40 millones que tiene toda Argentina.
Roca, quien ya no luce las patillas espesas que lo caracterizaron en la década del 70, se considera un tipo de pueblo. Por eso descendió de la tarima del Centro de Convenciones Simón Bolívar -donde también cantaron otros artistas del recuerdo el jueves pasado- para perderse entre la gente. Sabía que ellos son quienes pagan por verlo cantar clásicos como “Yo quiero dibujarte” o “Te necesito tanto, tanto amor”.
Con un cabello entrecano, que denota sus 68 años, Roca se abrazaba con el primero que se le cruzaba en su camino. Se tomó fotos, mientras derrochaba una voz aún potente, como de trueno.
Su estampa de casi 1,90 metros de estatura no pasaba inadvertida tampoco entre las blancas mesas plásticas en las que la gente degustaba sanduchitos -unos minúsculos, que sobrepasaban los 3 dólares- o “empinaba el codo” con algún vasito de whisky. Y en el paseo se conmovía con un niño, a quien cargó en sus brazos como si fuese suyo.
Roca no solo es una voz con registro de tenor. En el escenario es histrionismo puro. Con esa actitud, el casi setentón intérprete soltaba de su garganta “Para que no me olvides”, “Te extrañaré por siempre”, “Porque te quiero es mi única verdad” o la archifamosa “Yo quiero dibujarte”, en la que se despojó de su saco oscuro, se desabotonó un poco la camisa por el calor e hizo pausas en su estribillo inicial para generar más expectativa.
No solo es un tipo sencillo en el escenario. Detrás de él, donde sus fans no lo ven, es igual. En un pequeño camerino, donde solo había un par de sillas y agua, aguardaba pacientemente su turno, pese a que Los Iracundos extendieron su show y retrasaron el que tenía preparado el argentino.
Cuando Los Iracundos terminaron su performance, Roca se dirigió hacia un rincón, inclinó su cabeza contra la pared, cerró sus ojos y elevó sus manos. Estaba orando. En sus labios se podía leer que le agradecía a Dios por la oportunidad de cantar una vez más en público.
Y aquel acto íntimo de fe cristiana, que la gente no había visto, se evidenció con la poesía “Carta abierta a Jesucristo”, que compartió con los brazos extendidos.
-Quise escribirte esta carta porque sé que estás por venir. Porque tengo miedo de que llegues y te vuelvas a ir- recitaba Roca, mientras el público aplaudía conmovido.
A la medianoche era el turno para la anglo-española Jeannette, otra de las artistas estelares del concierto “Qué tiempos aquellos”, con el que se homenajeó a las féminas en el Día Internacional de la Mujer.
La intérprete era la última de varios artistas que subieron al escenario desde las ocho de la noche, entre ellos el coreano-ecuatoriano Jinsop, el dueto local Jhonny y Susana, Daniel Flores con Los Errantes, Jan Pier y los uruguayos Los Iracundos -del que el baterista Juano Velásquez es el único original-.
Jeannette abrió su acto con “Por qué te vas”, una de las que el cantautor español José Luis Perales le cedió en 1976 para que la cantara con la dulce voz de la que todavía hace gala. Sus 61 años eran evidentes. El rostro angelical de hace 40 años distaba mucho de los surcos que ahora luce.
Ataviada con un vestido turquesa, repasó “Muchacho de los ojos tristes”, “Corazón de poeta”, “Toda la noche oliendo a ti”, “Con derecho”, “Cuando estoy con él”, “Frente a frente” (otra de las clásicas de Perales, que hasta el quiteño Juan Fernando Velasco versiona), “Ojos de ilusión” o “Amiga mía”.
Como el idioma natal de Jeannette Anne Dimech -su nombre completo- es el inglés, versionó también “These boots are made for walkin”, que Nancy Sinatra hizo famosa en 1969 y que Jéssica Simpson adaptó en 2005.
Solo quedaba “Soy rebelde”, que el compositor Manuel Alejandro escribió en 1971. Fue la que cerró el concierto de “aquellos viejos artistas que no pasan de moda”.