Axel Foley, el policía que antes quebrantaba la ley
Hay una frase que caracteriza al personaje Áxel Foley y es: ‘no siempre fui policía, de más joven quebrantaba una que otra ley’.
Es tan clave esa expresión de Foley, interpretado por Eddie Murphy, porque permitía al espectador entender por qué le resultaba tan fácil ingresar a domicilios ajenos con objetos tan fáciles como una goma de mascar para evitar que suenen las alarmas, ante el asombro del sargento Taggard (John Ashton) y el detective Billy Rosewood (Judge Reinhold), quienes -para variar- pertenecen a otra jurisdicción.
Foley es el eje central de la trilogía ‘Bervely Hills Cop’ (Un detective suelto en Hollywood), que tuvo tres directores distintos y se estrenaron en 1984, 1987 y 1994.
Este personaje es un policía de Detroit, quien se reencuentra con Mickey Tandino (James Russo) con quien “quebrantaba la ley antiguamente”.
El problema es que, aparentemente, Mickey aún seguía con sus “andadas”, al punto de quedar involucrado en un negocio ilícito de bonos al portador, a través de drogas.
Mickey es asesinado delante de Foley, quien finge estar inconsciente por un golpe.
Para investigar su muerte Foley le pide vacaciones a su jefe Todd (Gilbert R. Hill).
Con el permiso viaja a Beverly Hills donde supone que está el meollo del asunto y ahí se encuentra con Jenny Summers (Lisa Eilbacher), quien creció en el mismo barrio de Detroit junto a Foley Tandino. Ahora ella trabaja en una galería para Víctor Maitland (Steven Berkoff), un respetado empresario de Beverly Hills, quien en realidad es un narcotraficante.
Pero para desenmascararlo, Foley cuenta con la ayuda de Taggard y Rosewood a quienes conoció en la delegación de policía después de haber sido acusado de causar escándalo en la galería, mientras investigaba solo a Maitland.
La clave de la trilogía -en este caso desde el primer filme- es la hilaridad que causa la fusión de las opuestas personalidades de los tres policías.
Taggard es casi cincuentón y chapado a la antigua. Por eso es el más escéptico y a la vez brusco con Foley, mientras que Rosewood es mucho más joven. Tiene un carácter apacible que, en la segunda película de la trilogía, constrasta por su colección de armas.
Una leve pista de esa obsesión la suelta en la primera parte, que dirigió Martin Brest, cuando grita: quietos todos. Están todos arrestados. Levanten las manos. Todo lo que digan será usado en su contra (esa expresión es para Rosewood su clímax en su oficio como policía).
Para la segunda, que estuvo a cargo de Tony Scott, el villano es Maxwell Dent (Jürgen Prochnow) un empresario en bancarrota que planea asaltos con acertijos alfabéticos para despistar a la policía. Su real negocio es el tráfico de armas.
La tercera parte es considerada como la historia más floja de la trilogía, que incluso ya no cuenta con Ashton para interpretar a Taggard y se desarrolla en un parque de diversiones. Además, la carrera de Murphy empezaba a declinar.