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Arqueólogos españoles trabajan en Guayaquil

Arqueólogos españoles trabajan en Guayaquil
03 de diciembre de 2013 - 00:00

Aunque muy poco se conoce de la cultura Jama-Coaque (500 a.C. y 1531 d.C.), hay evidencias de que sus aborígenes utilizaban el aceite de la palma del chonta como perfume y lo  envasaban en pequeñas botellas de barro, lo que vendría a ser un sistema arcaico de lo que hoy conocemos como perfumería.
Sin embargo, aún falta mucho por descubrir y clasificar iconográficamente sobre cada uno de los elementos de esta cultura y de otras más que nos identifican como ecuatorianos.

Precisamente ese es el trabajo que el experto Andrés Gutiérrez realiza hace dos semanas en la Reserva Arqueológica del Museo Antropológico y Arte Contemporáneo (MAAC) del Centro Cultural Libertador Simón Bolívar.

Esto como parte del proyecto Prometeo que el Gobierno Nacional impulsa desde 2011 y que hasta el momento involucra a más de 350 profesionales en diferentes áreas como Ciencias de la Producción, Ciencias de la Vida, Recursos Naturales, y Arte y Cultura.

Este proyecto busca fortalecer cada uno de los procesos de investigación en las instituciones públicas del país, a través de investigadores extranjeros y ecuatorianos de alto nivel académico residentes en el exterior.

Al igual que Gutiérrez, la doctora María Luisa Laviana lleva adelante un proyecto de valorización del Fondo Documental del Archivo Histórico del Guayas en el que existe miles de documentos que datan desde finales del siglo XVI hasta las primeras décadas del siglo XX.

Ambos expertos coincidieron en esta ciudad a la que han expresado su admiración a través de diferentes proyectos y textos académicos en sus respectivas especialidades desde su natal España.

“Concretamente mi proyecto es ponerle el valor a los manuscritos del Archivo Histórico mediante un análisis y diagnóstico de la situación de estos fondos que -en su mayoría- son coloniales, pero también los hay de la época independentista y republicana”, explicó la presidenta del Comité Permanente de los Congresos Internacionales de Americanistas (ICA) y experta titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC).

De esta manera, esta sevillana se encarga de agregar información adicional a las fichas técnicas que existen sobre los documentos del fondo.

Es decir, que si alguien busca un registro administrativo sobre alguna hacienda de la época es probable que luego del trabajo de Laviana, no solo conozca el nombre del predio y su año de creación, sino que también cuántos empleados habían, cuál era su actividad productiva principal, cuánto se pagaba por la jornada laboral, su extensión geográfica, quiénes eran sus propietarios y demás datos que refuercen su investigación o satisfaga su necesidad.

También trabaja para que esta institución cumpla con los estándares internacionales en materia de archivo.
“Soy investigadora y no soy archivera, pero sé que lo primero que hay que hacer es ordenar la información. Aquí me están ayudando en este proceso y luego haré lo que yo he llamado como ‘investigación de caso’, que consiste en emprender un proyecto que se centra en el estudio de la estructura social y económica de Guayaquil antes de la independencia”, señala.

El trabajo Laviana, quien es PHD en Geografía e Historia por la Universidad de Sevilla, está dividido en cuatro etapas que se cumplirán en diferentes meses de 2014. “Estaré hasta mediados de diciembre en Guayaquil y después regresaré entre julio y agosto del próximo año para terminar, porque tengo que combinarlo con mi trabajo en Sevilla y pedir los permisos respectivos. Esta primera etapa ha sido solo de diagnóstico e identificación”, subraya.

Durante estos días, la catedrática está trabajando en el ordenamiento de los inventarios institucionales en los que hay más de 16 mil registros documentales, muchos de los cuales tienen 200 páginas.
La historiadora asegura que se han encontrado documentos interesantes como un inventario de 150 páginas que data de 1570, escrito por uno de los tesoreros de la Real Hacienda en el cual se detallaban los tributos que hacían los indígenas a la corona, muchos de ellos fueron hechos en especies y polvo fino de oro.

“Cuando uno se encuentra con documentos como estos da emoción porque solo hay unos cuantos de esa época. Es que a causa de los incendios que hubo en Guayaquil se han perdido varios textos valiosos como las actas de ayuntamiento, que solo hay del año 1636 cuando esta ciudad era de un siglo antes”, expresa.Sin embargo, lamenta que documentos como estos puedan perderse por las condiciones climáticas que se requieren para su preservación y conservación. “Por fortuna la mayoría del fondo fotográfico está digitalizado, pero en el caso de los documentos se requiere de sistemas de climatización adecuados. En Guayaquil hay mucha variante en su clima porque hay momentos de bastante calor, luego refresca y después vuelve a subir la temperatura. Hay días que solo hace frío y en otros solo calor. Hay que estar regulando constantemente los equipos por lo que se necesitan mejores equipos de climatización y equipos informáticos”.

Esta recomendación no alcanza al MAAC, según Gutiérrez, puesto que sus instalaciones son adecuadas para el trabajo que se realiza sobre la identificación y clasificación de las piezas arqueológicas.

“El fondo tiene una distribución completa y los inmobiliarios son perfectos para el espacio. Hay modulares que ayudan al trabajo de identificación de los objetos. Yo lo veo muy bien porque existe todo lo necesario para su protección”, sostiene.

Pero para que sea mejor aprovechada toda la reserva -según explica- hay que conocer todo lo referente a estas culturas. Y es justo en ese momento en el que entra su trabajo.
“Tanto los documentos como los objetos son importantes estudiarlos, pero lo que más importa es el rescate de la información para que le sea útil al usuario y no solo quedarnos con la ficha descriptiva del objeto como tal y acceder a más información para reconstruir el modo de vida, costumbres, ceremonias, rituales y pensamientos de estas culturas”.

El arqueólogo, ex jefe de área de Registro y Documentación del Museo Nacional del Prado y actual coordinador de proyectos en el Museo de América, en Madrid, asegura que las más de 50 mil piezas de la reserva ecuatoriana son de gran valor y de las que se pueden obtener datos que ayuden a comprender a las antiguas civilizaciones de la América Prehispánica.

Como parte de su trabajo ha identificado que las mujeres de la cultura Jama-Coaque se sientan diferentes a las de la cultura Guangala. “A partir de ese momento podemos clasificar las piezas y agruparlas en el lugar que les corresponde y comprender mejor cómo era su forma de vida. Por ejemplo hemos descubierto que las mujeres también llegaban a cargos de poder, porque hay figuras femeninas sobre bancos y los bancos en estas culturas significan poder. Quiere decir que en esa sociedad las mujeres tenían un sitial diferente al de las demás”.

A partir de esa identificación existen otros proyectos como la digitalización de datos, levantamientos de textos, revalidación de información, clasificación, ordenamiento, inventarios y todo lo que permita al usuario conocer más sobre la cultura Jama-Coaque.

Mientras realizan estos trabajos, ambos historiadores se dieron tiempo para atender a varios representantes de instituciones que cuenten con fondos archivísticos con quienes compartieron sus experiencias y conocimientos científicos en esta rama.

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