Bajo una intensa lluvia y en medio del frío invernal, cerca de 3.000 roqueros llegaron la noche del pasado viernes al galpón del Teleférico de Quito para ver a la banda finlandesa Apocalyptica, en el concierto de su gira latinoamericana de promoción de su último trabajo: 7th Symphony.

Con pocos minutos de retraso y un control de ingreso poco organizado, el trío de cellistas junto con su baterista, Mikko Sirén, todos vistiendo de negro, subieron al escenario y provocaron el bullicio del público. Su presentación no tuvo ningún telonero ecuatoriano.

On the rooftop of Quasimnodo, de su último CD, fue el tema que abrió el recital y levantó los brazos y los cuernos en las manos de los presentes. La multitud de negro poblaba todos los balcones destinados a la localidad de general, sin embargo, en la explanada de VIP quedaba un área libre. Al fondo, una imagen gigante de la mujer alada que representa a la banda en su gira, presidía el espacio.

Cuando Perttu Kivilaakso anunció Grace, la segunda canción, la gente comenzó a agitar sus puños: “¡Hey, hey, hey…!” y los móviles eran otra multitud de luces azules sobre las cabezas. Lo que siguió fue una frase de golpes sobre los tambores. Sirén, que se encontraba de pie detrás de la batería, agitó a la gente con la entrada de Master of puppets, quizás la canción de Metallica que más gloria le ha dado a esta agrupación finlandesa.

Obviamente, sobre las cuerdas que imitaban la melodía de la voz de James Hetfield, se sobrepusieron las voces del público: “Master, master, master of puppets Im pulling your strings / twisting your mind and smashing your dreams…”.

Hacia el final del tema, en lugar de simular el fade out de la grabación original, el arreglo de Apocalyptica fue una sencilla pero contundente elevación del tono que desató de inmediato la aclamación general.

Después de la motivación correspondiente: “Are you ready to sing with us?”, entró en escena Tip Johnson, cantante de la banda en ciertos temas.

Las siguientes en la lista de su repertorio fueron I’m not Jesus, No strong enough, Quutamo, Psalm 1, Bittersweet, composiciones de la banda que fueron parte de este bloque y que antecedió a la balada Nothing else matters, también de Metallica, y con la cual volvió a sentirse la fuerte interacción que consiguieron los músicos con el auditorio.

Sin embargo, el solo de un cello, Psalm 1, significó uno de los momentos más auténticos que pudo ofrecer la agrupación: sus orígenes, el color sonoro del instrumento, la dulce fuerza de esta composición a cargo de Kivilaakso brindaron un ornamento lujoso a la velada.

Luego sonó Last hope, Life burns y enseguida el memorable riff de Kirk Hammett, del álbum Kill’em all y los coros de la muchedumbre: “Running, on our way hiding, you will pay dying, one thousand deaths…”. Eicca Toppinen se quitó la camiseta y provocó a la gente: “¡C’mon Ecuador!”, agitando la melena.

A ellos se unió Johnson, de nuevo, y hacia el final, la banda rindió un homenaje a Edvard Grieg con una versión espectacular de In the Hall of the Mountain King. El espectáculo fue una prueba más de que el público local merece mucho más de lo que los productores creen, y de que espera que el cartel roquero se enriquezca en este 2012.

El recital de la banda estuvo empañado por la desorganización

La desorganización durante el concierto se evidenció cuando los reporteros gráficos de los medios locales tuvieron que esperar detrás de la tarima y no pudieron captar la entrada de los músicos, pues minutos más tarde, ya iniciado el espectáculo, tuvieron apenas el tiempo que duraron dos canciones para acceder a una reducida franja frente al escenario y realizar su trabajo sin las condiciones adecuadas.

Enseguida, los fotógrafos debieron integrarse al público de la localidad de VIP sin haber recibido nunca gafetes de identificación ni acreditaciones oficiales, tal como ocurrió con el resto de periodistas destinados a la cobertura del espectáculo. En la puerta de acceso, de la misma manera, varios asistentes tuvieron problemas para entrar, pues el personal que recogía sus boletas los hizo pasar a la localidad equivocada y luego, durante varios minutos, les impidió entrar.