Con casi cuatro décadas de carrera en sus hombros, el cantautor Andrés Calamaro regresa al país como parte de su gira Licencia para cantar, un espectáculo diferente a sus anteriores propuestas escénicas.

Sobre el escenario del Teatro Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en Quito, el rockero argentino mostrará un formato de percusión, piano y contrabajo en los que evoca a Astor Piazzola y Carlos Gardel, pero que contará con las canciones de Romaphonic Sessions, tercer volumen del proyecto musical ‘Grabaciones Encontradas’.

“Para mí un acústico es una buena experiencia pero de mucha responsabilidad. (...) No estoy arropado por un repertorio siempre imbatible ni por guitarras eléctricas. No siempre respondemos a las expectativas de todos porque siempre alguien quiere escuchar una canción que no tocamos, pero celebramos la diferencia y siempre queremos ofrecer el mejor recital posible”, dijo el argentino en una reciente entrevista con un medio de prensa chileno.

De esta forma, Licencia para cantar incluye temas como ‘Milonga del trovador’, ‘Paloma’, ‘Mi enfermedad’, ‘Absurdo’, entre otras, durante las dos horas de concierto, en ls que no faltarán temas como ‘Flaca’,  ‘Para no olvidar’, ‘Crímenes perfectos’, y otros éxitos del exintegrante de Los Rodríguez.

En febrero del año pasado cuando lanzó el disco, el artista explicó que es “álbum diferente” en el que espera “haber cantado con dignidad los tangos y aquellas canciones grandes del rico repertorio hispanoamericano. La política de los singles a veces ayuda a un disco y en ocasiones ocurre todo lo contrario, demasiada gente escucha una única canción y no recurre al disco para ofrecerse a una obra completa”.

El álbum fue grabado “en dos tardes” en los estudios Romaphonic de Buenos Aires.

El año pasado, el músico conocido como ‘El Salmón’, también lanzó un disco bajo el nombre de Volumen 11, el decimocuarto álbum de estudio, diferente al que presentará en Ecuador. Aquí, Calamaro se torna más ruidoso, creativo y bohemio.

De ese disco, canciones como ‘Atunes y ballenas’, ‘Como el viento voy a ver’, ‘Mareo’, ‘Corazón de ateo’, ‘Apocalipsis en Malasaña’ revelan la sensibilidad del músico en la búsqueda de sonidos nuevos, mostrándolo más reactivo, reflexivo e irreverente, convirtiéndolo en uno de los trabajos discográficos más solicitados de ese año.

El ganador de dos Grammy latinos (La lengua popular, 2000 y ‘Cuando no estás’ en 2010), es uno de los artistas más influyentes de Latinoamérica. Inició su carrera en 1980 entra como tecladista del Dickinson Power Trio, liderado por Rob Dickinson en la voz. Dos años más tarde ganó sobresalir en la industria musical junto con sus compañeros de Los Abuelos de la Nada. Su constante búsqueda de sonidos que lo cautiven lo llevó a unirse con Ariel Rot y Julián Infante, ambos exintegrantes de Tequila, para desarrollar un nuevo proyecto musical bautizado como Los Rodríguez.

Alta suciedad fue el material  que lanzó como solista en 1997 desde Estados Unidos.

El álbum fue un éxito en ventas y registró medio millón de copias vendidas. Desde entonces ha lanzado nueve discos de estudio en solitario y otros 15, entre material recopilatorio y sesiones en vivo.  (I)