A Residente no le interesa rapear por rapear. Lo que quiere es que su mensaje se difunda; claro, con su estilo provocador, directo y sin pelos en la lengua. Por eso en algunas canciones pide atención a su público. De hecho, le molesta que lo interrumpan cuando suelta uno de sus mensajes volátiles. Sucedió la noche del miércoles pasado cuando una jovencita intentó bajarle el calentador gris.

“Esto es serio”, decía René Pérez Joglar, el nombre real del vocalista y líder de Calle 13, el grupo puertorriqueño que ofreció su propuesta contestataria a cerca de 20 mil personas que acudieron gratuitamente el estadio Alberto Spencer.

“Escuchen bien este tema. Es uno de los que más me gustan de nuestro último disco (“Entren los que quieran”). Hay mucha  violencia. Se está matando gente. A veces los gobiernos le echan la culpa a los de la clase baja....”, decía antes de presentar La bala, canción que guarda cierta semejanza con el estilo rapcore de los mexicanos Molotov.

Algo similar repitió Residente para Latinoamérica, una de las últimas de su show que duró casi dos horas. “No pueden darle mucho poder a los gobernantes porque se lo creen después. Nosotros somos quienes mandamos y ellos son nuestros empleados públicos”, sentenció el cantante de cabeza rapada y casi siempre dorso desnudo, que estuvo acompañado por nueve músicos.

Tras la descarga de insultos innecesarios que soltó el rockero local Luis Rueda, abridor del show, la pantalla gigante central exhibía un video en el que se arma una bomba y una cuenta regresiva que anunciaba la aparición de Calle 13.

Residente, su hermanastro Visitante (Eduardo Cabra) y PG-13 (Ileana Cabra Joglar, la hermana de ambos) fueron la contraparte de Rueda. Ellos no necesitaron agredir a su público para enviar su mensaje, aunque su esencia agresiva fue la misma de sus discos. De hecho, Residente fue muy respetuoso con la gente, pese a la etiqueta del “máximo exponente del pecado” de la que él mismo profesa en su canción “Tango del pecado” (grabada con los electrotangueros Bajofondo).

Calle 13 hizo temblar el gramado del estadio de entrada con “Baile de los pobres” y “No hay nadie como tu” (que originalmente grabaron con los mexicanos Café Tacvba).

En las primeras filas, en las que no había lugar para sillas (tal como pidió Residente) se mezclaron las mujeres de clase alta con algunos de la baja que se colaron y a ratos las rodearon para bailar. El show era para todos. “Nosotros no excluimos a nadie. Todos tienen cabida aquí, los homosexuales, los heterosexuales, los ricos, los pobres, todos...”, decía Residente, quien tras “Vamo’ a portarnos mal”, la tercera del repertorio, se despojó de su camiseta oscura para seguir cantando con un micrófono al que le había colocado una camarita, para que ampliara su imagen en la pantalla gigante.

Pero Calle 13 no es solo Residente en el escenario. En el grupo también destaca Visitante con los teclados y PG-13 con una voz muy afro que conducía a las cantantes caribeñas de la década del 50. Con ellos también sobresalieron el trompetista Jerry Medina, más los trombonistas Víctor Vásquez y Arturo Verjes.

Residente dice lo que piensa. Sabe cuándo y cómo hacerlo con joyitas como “a veces ustedes son los culpables cuando ven programas de farándula. Cuando los vean, apaguen el televisor”. Fue su forma de presentar “Ven y critícame”.

Aunque el estilo de cantar es hip hop, Calle 13 es una fusión de estilos que van desde una especie de bossanova (Beso en el desayuno, que incluyó a dos mujeres del público en el escenario), merengue con ska (en Vamo’ a portarnos mal), cumbia tradicional (Cumbia de los aburridos), algo de salsa (con La perla, que el grupo grabó con Rubén Blades) y otros estilos musicales en los que los percusionistas Andrés Cruz y Héctor Pérez dieron rienda suelta y se “enfrentaron” con Ismael Cancel, el baterista. Lo afro dominaba, mientras las pantallas exhibían videos que reflejaban los barrios marginales.

Chulin culín chunflay, Se Vale to to, Pa’l norte (con los efectos de teclado de Visitante), la conocidísima Atrevete te te y Fiesta de locos, la útima del show que terminó casi a las once de la noche, en la que “entraron los que quisieron” al estadio y se quedaron afuera los que no, tal como sugirió Residente antes de llegar al país por Twitter.