Aerosmith pasó la prueba del tiempo en el Atahualpa
Hablemos de teloneros: en Paraguay fueron los locales The Kiks, Linaje y Steinkrug, con sus propios temas. En México, Tex Tex, con 25 años de hacer su música (aunque El Tri sonaba como candidato). En Argentina, Coverheads tocó también sus temas. Todos ellos fueron ovacionados por sus públicos antes de ver a Aerosmith, los estelares de cada show en la gira Back on the road 2011. Incluso los teloneros compartieron titulares en los medios.
Sin embargo, la apertura para la banda bostoniana en el estadio Atahualpa quiteño estuvo a cargo de Rock Vox, un grupo que tocó “covers” de ZZ Top, The Doors, Pink Floyd, que se alternaron con pequeñas dosis de canciones propias que se diluyeron en el aire.
¿Qué “covers” sonaron? Pues, La Grange, Light my fire, y The wall, respectivamente. Después de ellos, como si nadie hubiera pasado por el escenario, la música de espera sonaba igual: como música de fondo. “Trataron de hacer versiones diferentes a las originales y eso solo generó menos atención del público”, percibió Pancho González, uno de los asistentes, quien cree que es muy difícil para cualquier banda lograr aceptación como teloneros. “A menos que su repertorio sea muy conocido por el público o vayan directamente a hacer versiones tradicionales de clásicos del rock”, opinó.
Y nos preguntamos por qué las bandas ecuatorianas de buen rock (que las hay desde hace décadas) no se proyectan aún en el gran mercado internacional. ¿Será que hay productores que no lo saben? ¿Será que tardarán para “descubrirlas” lo mismo que han tardado para apostar por conciertos internacionales de esta magnitud?
Tras cuarenta minutos de retraso, aproximadamente, las luces del escenario se apagaron como señal de que Steven Tyler, Joe Perry, Tom Hamilton, Brad Whitford y Joey Kramer se alistaban. Los gritos de los cerca de 40 mil asistentes fueron reemplazados por Draw the line, y cuando parecía que todo había empezado con pie firme, una sección del sonido exterior se apagó.
Tyler disimuló el desperfecto. Se entregó a la gente, ataviado con una glamorosa gabardina violeta y un sombrero escarchado con brillantina. Los pantalones apretaban la delgadez de sus esperpénticas piernas. De inmediato dio inicio a su danza sobre la pasarela que lo acercó aún más a sus fans. Con 63 años a cuestas, el despliegue escénico de este “frontman” es el mismo de sus primeros conciertos setenteros. Igual sucedió con sus tonos agudos, aún más pulcros y precisos que los medios, inteligentemente sucios y arrastrados.
Siguieron Love in an elevator y Jaded. En Living on the edge, Tyler lució una gorra con los colores de la bandera ecuatoriana. Cada movimiento suyo agitaba las cintas de su ya clásico pedestal de micrófono y replicaba su marcada imagen “glamera”. Algunos dejaban de corear para escuchar con atención ese registro agudo que, seguramente, no tiene comparación en vocalistas de su edad. Como respuesta, Tyler tosió, al terminar un tema.
Tosió de nuevo, y luego eructó, como burlándose del paso del tiempo por su garganta. “¡So much cerveza!”, bromeó en “spanglish” antes de que se escucharan los acordes de un piano como intro de I don’t wanna a miss a thing. “Tyler fue una explosión de energía y simpatía, agradó mucho al público”, según Luis Rodríguez, músico quiteño.
Luego vino la melosa Crying, que arrancó las lágrimas de algunas treintañeras. Atrás, casi solo, quedó Hamilton, el protagonista del solo que desató Sweet emotion, cuya entrada en las voces estuvo a cargo de la multitud. Tyler acercó el micrófono a los toms de la batería de Kramer y le reiteró su cariño con un beso en la cabeza. Las luces se apagaron tras un “¡Good night, baby!”. El apabullante bullicio de la muchedumbre resonó de nuevo, mientras un grupo de utileros, casi en tinieblas, transportó un piano blanco al extremo saliente del escenario para que, segundos después, sonara Home tonight, como anticipo de la pieza cumbre: Dream on, perfecta y espectacular.
Después de semejante momento, sonó Train kept a rolling, y el sonido volvió a fallar. Enseguida fue Walk this way, símbolo del regreso a la vida pública de la banda con los raperos RUN-DMC en 1986. Tyler no paró de bailar y de correr sobre el escenario como un adolescente. Las grandes ausentes: Pink, Hole in my soul y Dudes (Looks like a lady), pero sí estuvieron para el bis Crazy y, finalmente, Mama Kin.
González salió del estadio con emociones encontradas. Para él, Aerosmith demostró que es una de las mejores bandas de rock del mundo, “por su profesionalismo y por la excelente voz de Tyler, a pesar de la edad y de la altura que sí llegó a afectarle al final del show”. Él mismo reclamó por la escasa seguridad, las fallas del sonido y la excesiva venta de alcohol. Fue su experiencia y la de cerca de 40 mil fans.