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El Telégrafo
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Adolescencia descontrolada en Proyecto X

Adolescencia descontrolada en Proyecto X
13 de julio de 2012 - 00:00

Para comprender de mejor forma cómo un filme como Proyecto X se ha convertido en uno de los más vistos en el año hay que hablar un poco sobre su contenido, es decir las reiteradas escenas de desnudos. Como todos sabemos si combinas mujeres, fiesta y desnudos en una película seguramente ganarás mucho dinero.

Algo que también cabe describir de la cinta es que estuvo bajo la dirección de Todd Phillips, quien también dirigió ‘Resacón en Las Vegas’, una de las producciones con mayor representatividad en el mundo de la comedia y que también obtuvo una excelente entrada en relación a la taquilla.

La historia es la típica, un trío de jóvenes universitarios, mujeres hermosas enseñando sus atributos y de vez en cuando la aparición de un adulto medio tonto que procura poner las cosas en su lugar, sin duda la realidad algo abusiva de la adolescencia de nuestros tiempos.

Los actores que protagonizan el trío juvenil son: Thomas Mann, Oliver Cooper y Jonathan Daniel Brown. Ellos le dan un toque de naturalidad a la historia, algo muy importante al realizar este tipo de películas de locura desenfrenada.

Sin apenas golpes maestros propios de una comedia adolescente, ya casi olvidada, Proyecto X encadena un viaje alucinante al interior de una fiesta desbocada en el corazón de un barrio residencial americano.

El planteamiento y su posterior desenlace toma como punto de partida uno de los hitos más grandes del cine ‘adolescente’ -tradición sólida en los ochenta y posterior reformulación hacia la gracia burra. Todo esto en un día de John Hughes, donde Ferris Bueller diseñaba una estrategia de escape colegial a la vez que se convertía en un genio del desfase de su instituto.

Ahí están las advertencias paternas de mantener la casa como un templo y, sobre todo, no tocar su flamante carro, uno de los resortes icónicos de la película de Hughes y fundamento para su final colosal, que se transmite, como parte del código genético, entre generaciones cinematográficas.

Proyecto X bebe de las fuentes de un John Hughes adaptado para el público juvenil de nuestros tiempos. Mientras que el adolescente de los ochenta se contentaba con un gamberrismo de broma telefónica, en este 2012 el objetivo de diversión está más cerca de un College Fuck Fest y de un modelo de fiesta capaz de espantar a sus padres.

Producida por Todd Phillips (guionista y productor de ‘Resacón en Las Vegas’), encaja como un bajo costo veraniego del cine festivo para mayores y se consume como lo que es: una proyección de vídeos del YouTube seleccionados y encadenados, con un goce tan instantáneo como inocuo.

Y pese a que gasta cierta peculiaridad formal -esa filmación de cinta encontrada que ya empieza a oler- y tiene un destino muy definido hacia la carcajada, lo primero es más un capricho que otra cosa, y lo segundo un intento fallido. Existe, eso sí, una confirmación del nuevo héroe de instituto.

El muchacho intermedio, joven desubicado entre el escuálido y el deportista, no dotado para nada en concreto, que renace de sus cenizas para convertirse en un modelo a seguir por todos sus compañeros y, a la vez, el enemigo de los padres que es fruto de su envidia más acérrima.

Proyecto X puede verse como una versión mofa de ‘La red social’, donde el impulso de impresionar a una chica puede tener consecuencias inimaginables.

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