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A Mero Malla ni la gripe lo detiene cuando canta

A Mero Malla ni la gripe lo detiene cuando canta
15 de septiembre de 2013 - 00:00

Cada quien en su silla. El espacio era pequeño, pero acogedor. La luz tenue reforzó el ambiente intimista y las conversaciones a manera de susurro, la impaciencia de los espectadores. En el centro de la habitación, una silla y un portapartitura esperaron por él.

Entró en medio de aplausos discretos. Una amplia sonrisa se imprimió en su rostro al ver la casa llena. Fue de traje de noche, pantalón y terno. Por dentro, una camisa blanca desabotonada dejó a la vista una cadena plateada y una informalidad encantadora.

Tomó asiento con una calma admirable y dejó oír los versos de ‘Mediterráneo’, que se convirtieron en una especie de autodescripción: “Soy cantor, soy embustero, me gusta el juego y el vino. Tengo alma de marinero. ¿Qué le voy a hacer, si yo… nací en el Mediterráneo?”

Así empezó el concierto en que el español Mero Malla dio a conocer el disco que próximamente saldrá a la luz y que bautizó como ‘La rumba del Ecuador’, en honor a un sencillo que le dedica a este país que lo acoge desde hace dos años.

El gitano, que se dio a conocer con esta canción en agosto, llegó al Casal Catalá el jueves pasado con su rumba, con los músicos Daniel Torres en el bajo y Karla Cruz en las percusiones, y con energía suficiente para opacar el resfrío que lo sorprendió la noche de su show.

Punteó su guitarra acústica para entregar una versión en rumba catalana del bolero que dice: “Que has dejado de amarme / y no sientes besarme / yo lo comprendo… Que de mí te cansaste / que otro amor encontraste / yo lo comprendo”… Cerró sus ojos para hacer énfasis en la expresión nostálgica que demanda este tema, y usó la palma abierta de la mano derecha para hacer algo de percusión con su guitarra.

Una botella de vino lo aguardó en esa área del escenario. “Voy a tomarme un traguito”. Esta bebida fue el complemento elegante de una velada de ritmo y verso a cargo de este cantante que vive y respira para la música. Otro clásico versionado llegó entonces: ‘Nostalgia’.

Cada párrafo de esta poesía que en 1936 escribió Enrique Cadícamo y musicalizó Juan Carlos Cobián en un tango inolvidable, se dejó oír en boca de Mero a su estilo rumbero. Aprovechó sus zapatos de suela para esta vez acompañar a su percusionista con golpecitos contra el piso.

La aceptación de este tema se notó en un prolongado aplauso que dejó descansar a Mero por una congestión que al fin confesó en ese instante: “Llevo toda la semana cuidándome y tomando limoncito, y esta mañana amanezco congestionado”.

Al parecer estaba incómodo con su afección, pero su voz se oyó intacta, pues mantuvo encantado a un público que se entusiasmó hasta el punto de acompañar con palmas sus interpretaciones.

Se dio un tiempo también para recordar sus orígenes gitanos con una sentida interpretación denominada ‘Mi sangre’, que, dijo, lo llena de orgullo. Al ser su casta, sus acompañantes melódicos lo dejaron solo en ese tema y él, con su guitarra y una capacidad interpretativa que estremeció a quien lo escuchó, recorrió verso a verso esa canción. Se describió también en ese tema al decir: “Sus melodías son un canto a la nostalgia”.

Continúo con ‘Pedimiento gitano’, en la que invitó a la gente a conocer cómo se arreglan los matrimonios en su grupo social de origen. Rítmica y fiel al género de Mero, esta canción trae a la mente imágenes de una cultura que refleja la antigua costumbre de que los padres funjan de mediadores en el compromiso amoroso.

Terminó la primera etapa de su show con un pedido especial, la paz: “Últimamente el patio está medio revuelto en lo que tiene que ver con la paz en el mundo, quiero decirles a todas las autoridades: ‘Que disparen flores’”, y dio rienda suelta a ese emblemático tema de Peret, que le dejó a Mero de regalo una flor a sus pies, lanzada por una fan anónima.

En la última parte de su show, y luego de que haya invitado a escena a Lya Salazar, a la hija de esta artista, Daniela, quien ayudó en coros, la fiesta terminó de prenderse. Lya, con castañuelas en mano, hizo que se sienta mucho más resaltado el ambiente rumbero. Con ella interpretó, entre otras, ‘Soy gitana catalana’ y ‘La rumba del Ecuador’.

Este cuadro, quizás el más emotivo del concierto, estuvo amenizado por la mejor amiga ecuatoriana de Mero, Leonor Loaiza, quien con flamenco puso la piedra angular de un baile que contagiaría al cantante en los minutos finales.

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