Proyecto tecnológico para el transporte y/o provisión de servicios
Apenas conocidos los resultados electorales de febrero, la ministra Doris Soliz dijo que “las políticas públicas y sociales seguirán poniendo énfasis en el acceso de servicios básicos para los ciudadanos y en mantener la inversión conjunta con los gobiernos locales”.
¡Qué alentador! Entendiendo que habla de servicios básicos como salud, educación, telefonía, Internet, etc., esto me motiva a proponer, como contribución, un camino para acelerar este acceso de todos los ciudadanos a todos esos servicios. Comienzo:
¿Cómo transportar todos los servicios mencionados a todos los habitantes de un país? La respuesta es simple y sorprendente: Esa transportación de servicios se puede hacer a través de un medio de comunicación gratuito que está disponible en Ecuador desde el año 2010. El medio idóneo de comunicación para llevar los servicios a la gente es la Televisión Digital. En las casas donde no hay computadoras ni acceso a Internet suele haber al menos un televisor, y eso es suficiente para que, en esa casa, se pueda tener servicios de Internet, y educación a distancia, y salud en casa, y muchos otros servicios (incluida la telefonía), aparte del entretenimiento. Esas son las maravillas del sistema de televisión digital que se aprobó en Ecuador, el cual solo requiere de una regulación inteligente para que se lo pueda usar en todo ese benéfico potencial.
El sistema de televisión que escogió el Ecuador en el año 2010 es un sistema de alta calidad (alta definición), y es interactivo, y también es móvil. Se acabaron, por tanto, las limitaciones que tuvo por más de 50 años nuestra tradicional televisión analógica. Con movilidad e interactividad, la televisión puede brindar los más avanzados servicios de telecomunicaciones.
Para entender la diferencia entre un sistema analógico y digital solo hay que saber esto: En el año 1993, comenzó la telefonía celular en Ecuador con un solo servicio: VOZ. Y solo podía dar un servicio porque era un sistema analógico. Cuando al poco tiempo se cambió el sistema analógico por uno digital, entonces los operadores celulares pudieron añadir múltiples servicios digitales (Internet, mensajería, video, etc., etc.), a los cuales se los llama “valor agregado”, con lo cual el operador no paga por ninguna concesión o título habilitante, pero el usuario termina pagando muy bien por esos servicios.
En pocas palabras, con un sistema digital se tiene una plataforma tecnológica donde convergen todos los servicios digitales. Estamos hablando de convergencia. Bien por los celulares. Hoy también la televisión es digital y debería tener su plataforma convergente lista para todos los servicios, con la ventaja de que la televisión digital abierta es un medio gratuito, y llega fácilmente a todas las personas de cualquier condición económica. Precisamente ese carácter incluyente fue lo que hizo que Brasil adoptase ese sistema, y luego lo adoptaran prácticamente todos los países de Sudamérica (excepto Colombia), y varios países de Centroamérica.
Si la televisión puede llevar muchos servicios a toda la gente, entonces la televisión debe ser considerada un servicio público esencial.
Sin mucho esfuerzo se puede concluir que ha llegado un nuevo competidor a la arena de las telecomunicaciones: La televisión digital.
La realidad es diferente.
La convergencia es solo para las operadoras celulares. A ellas se les permite dar televisión.
A la televisión abierta (digital, interactiva, y móvil), no se le permite dar servicios de telecomunicaciones.
Las operadoras celulares podrán dar los avanzados servicios 4G cuando cambien sus redes por unas más veloces y de mayor capacidad, y cuando los dispositivos móviles de los usuarios sean del tipo “inteligentes”, lo cual apunta a los sectores de la población con más recursos económicos.
La televisión digital puede también usar redes similares para dar servicios 4G y aún más avanzados, con la ventaja de que el usuario no requiere de un costoso teléfono inteligente para acceder a los servicios de última tecnología. Es suficiente que en su casa tenga un televisor (no importa que sea viejo y en blanco y negro), para que reciba a través de un económico convertidor (set top box) todos los servicios que el proveedor pueda entregarle.
Las leyes de Telecomunicaciones siempre están a la medida de las necesidades de las poderosas operadoras celulares. Esto ocurre en Ecuador y en todos los países. En Ecuador, por ejemplo, a fin de que la nueva Ley de Telecomunicaciones (donde, por supuesto, no tiene cabida la televisión digital), sea aprobada sin cambios, se la ha dejado reposar nada menos que en la Comisión de Organismos Autónomos Descentralizados de la Asamblea Nacional, esperando su trámite (¿qué hace en la Comisión de los Municipios, en lugar de que la trate la Comisión de Ciencia y Tecnología, o la de Recursos Naturales, por ejemplo?). Debido a la influencia de capitales tan poderosos, ni en Brasil ni en ningún país se le da a la televisión la autorización para competir de igual a igual en la provisión de servicios a favor de sus habitantes. La excepción puede ser Ecuador. Solo en este país hay la esperanza de que si la máxima autoridad llega a enterarse de esta realidad oculta, y se decide a hacerlo (solo una decisión de él podrá hacerlo), entonces habrá una verdadera revolución en telecomunicaciones en Ecuador, que será faro para otras naciones. A fin de cuentas, sería apropiado en el tiempo de cambios que estamos viviendo.
Tres años después de adoptar la norma de televisión digital, los organismos de telecomunicaciones están facilitando a los canales de televisión frecuencias temporales para que, invirtiendo en un transmisor digital costoso, los canales existentes realicen pruebas técnicas y puedan luego quedarse en esa frecuencia transmitiendo su programación digital (el mismo contenido de la programación analógica). El problema es que la visión para el aprovechamiento de la televisión digital es muy pobre, y no hay ninguna ley escrita que brinde seguridad a la inversión. Menos que eso, no hay siquiera una reglamentación inteligente que permita, al menos, prever una recuperación de lo invertido en tiempo prudente. Y es que no se puede hacer un plan de negocios exitoso si la televisión digital está atada a solo transmitir en alta definición lo que antes se transmitía en calidad estándar. Por tanto, los concesionarios de frecuencias de televisión harán inversiones para una novelería que durará pocos años, ya que en ese mismo tiempo las operadoras celulares estarán transmitiendo video en tercera dimensión y todo tipo de servicios interactivos para quienes puedan pagarlos, y solo en áreas donde sea rentable para ellos.
La prisa que ahora tienen Conatel y Mintel para que se implemente una limitadísima televisión digital en nuestro país no parece motivada por una conciencia social. Más parece el apuro por regularizar algunas bandas de televisión para desalojar otras bandas (que hoy también pertenecen a la televisión), para dárselas a las operadoras celulares para una mejor explotación de su negocio (la banda de 700 MHz, la de 2.5 GHz, etc). No debería haber ninguna concesión de frecuencias hasta que se defina el gran proyecto, basado en la televisión digital, en bien de las mayorías en el Ecuador. Claro que esto implica un cambio significativo en el Plan Nacional de Desarrollo, ¿Y?
Hay muchas ventajas acerca de la televisión digital, de las cuales podemos hablar y analizar (técnica y económicamente), pero, por ahora, solo es suficiente decir lo siguiente: Hay un tiempo para cada cosa, tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de sembrar y tiempo de cosechar. Es el tiempo de hacer algo trascendente respecto del uso de la televisión digital como medio idóneo para llevar servicios a todos los ecuatorianos. El tiempo de hacer algo es ahora. De lo contrario, ya el tiempo de hacerlo habrá pasado para siempre.
Una última cosa: Puede ser un acierto tener descansando en la omisión de los municipios la nueva Ley de Telecomunicaciones. Para sorpresa de algunos, justo en esa comisión es posible hacer las necesarias e innovadoras modificaciones a la mencionada ley, en beneficio de los 221 municipios del país y de todas las poblaciones del Ecuador. En ese caso se cumplirá lo que afirmó la ministra Soliz acerca del “énfasis en el acceso de servicios básicos para los ciudadanos y mantener la inversión conjunta con los gobiernos locales”.
Esto, claro está, siempre y cuando la máxima autoridad, con el fundamento completo, decida con prontitud la ejecución de este proyecto.