Astrónomos captan la nebulosa de la Tarántula
Astrónomos europeos han obtenido la imagen más nítida hasta la fecha de la nebulosa de la Tarántula, un paisaje cósmico repleto de cúmulos de estrellas, nubes brillantes de gas y restos de supernovas en la Gran Nube de Magallanes, a 160.000 años luz de distancia.
Según informó ayer en un comunicado el Observatorio Austral Europeo (ESO), el telescopio de rastreo VST instalado en su observatorio en el Paranal, en Chile, logró captar con todo detalle esta nebulosa, que representa la región estelar más brillante y energética de las 50 galaxias más próximas a la Vía Láctea, el denominado Grupo Local.
La imagen permite definir la forma de la Tarántula, que se extiende a lo largo de más de 1.000 años de luz dentro de la Gran Nube de Magallanes, una de las galaxias más cercanas a la Vía Láctea y que tiene como centro el gigantesco y joven cúmulo estelar NGC 2070.
El astrónomo francés Nicolas Louis de Lacaille fue el primero en registrar el brillante resplandor de Tarántula, en 1751, de la que ahora pueden cartografiarse elementos como el NGC 2070, que da nombre a una región que contiene algunas de las estrellas más masivas y luminosas detectadas hasta el momento.
Parte de esta nebulosa es el llamado “Caballito de mar”, una “gigantesca estructura de polvo oscuro” con una longitud de unos 20 años luz y que los astrónomos prevén que desaparezca en el próximo millón de años como consecuencia de la luz y vientos emitidos por estrellas en formación.
El telescopio logró encontrar también el antiguo cúmulo de estrellas Hodge 301, donde se calcula que al menos 40 estrellas han estallado como supernovas, liberando una gran cantidad de gas en la región.
Otros elementos captados en esta imagen son la superburbuja SNR N157B, un remanente de supernova y la célebre SN 1987A, la primera supernova captada con telescopios modernos (en 1987) y una de las más brillantes desde la estrella de Kepler, al arder con la potencia de 100 millones de soles durante varios meses.
La captación de esta imagen tan nítida fue posible mediante el uso de la cámara de 256 megapíxeles OmegaCAM y sus filtros, entre ellos uno diseñado con el objetivo de aislar el brillo rojo del hidrógeno ionizado. (I)