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Mentalizadores del mapa del cerebro temen por su proyecto
Dos de los científicos promotores del mapa del cerebro humano alertaron del peligro de que esta ambiciosa iniciativa, apadrinada por el presidente estadounidense, Barack Obama, se desenfoque, quede reducida a un mero ‘suplemento’ de investigaciones desconectadas y no logre propiciar el pretendido ‘salto tecnológico’ en esta frontera de la biología.
En un artículo que publica en su edición de marzo la revista Scientific American, los profesores Rafael Yuste, de la Universidad de Columbia, y George M. Church, de la Universidad de Harvard, llaman la atención de las autoridades sobre el riesgo de que los fondos no sean usados eficazmente, en un momento en que las agencias federales están a punto de asignar las primeras partidas.
Los 2 investigadores, pioneros en algunas de las técnicas biológicas que han permitido registrar la actividad de las neuronas, instan a que no se dispersen los fondos disponibles y se mantenga el foco puesto en el objetivo de desarrollar nuevas tecnologías con las que se pueda registrar y controlar la actividad eléctrica de miles o millones de neuronas al mismo tiempo.
“Necesitamos -afirman- métodos enteramente nuevos de medir la actividad eléctrica (en el cerebro) que vayan más allá de las tecnologías existentes”, que o bien son lentas o imprecisas o demasiado invasivas.
En junio de 2012 un artículo de Yuste y Church, publicado junto con otros 4 colegas en la revista Neuron, sentó las bases para el diseño de la iniciativa BRAIN, que presentó solemnemente Barack Obama en abril de 2013.
BRAIN -‘cerebro’ en inglés- es el acrónimo de ‘Investigación Cerebral mediante Neurotecnologías Innovadoras de Vanguardia’, un nombre que resume el objetivo de Yuste y sus colegas, que es la puesta a punto de sofisticadas técnicas y herramientas con las que registrar e intervenir en la actividad eléctrica del órgano más complicado y desconocido de nuestro cuerpo.
Estos investigadores confían en que el conocimiento de las complejas conexiones que se dan no solo entre las células individuales del cerebro, sino entre regiones enteras, permita explicar el comportamiento de los seres humanos, tratar y eventualmente curar desórdenes neurológicos como la esquizofrenia, el autismo o el mal de Alzheimer, y entender en definitiva qué es la mente humana.
“Conforme el ambicioso proyecto BRAIN evoluciona, instamos a que se mantenga nuestro énfasis original en el desarrollo de herramientas”, dicen en su artículo.
“El ámbito de la investigación del cerebro es vasto y la iniciativa podría degenerar fácilmente en una heterogénea lista de regalos que intente satisfacer los muy variados intereses de las numerosas subdisciplinas de la neurociencia”, dicen.
En ese caso, advierten Yuste y Church, BRAIN se convertiría en poco más que “un suplemento de proyectos ya existentes emprendidos por numerosos laboratorios individuales que trabajan separadamente”.
Datos
BRAIN, la iniciativa científica estelar del segundo mandato de Obama, cuenta con un presupuesto público de más de 100 millones de dólares para 2014 y en ella están involucradas las 3 mayores agencias federales estadounidenses que se dedican a la investigación biomédica: el NIH (Institutos Nacionales de la Salud), la NSF (Fundación Nacional de Ciencias) y DARPA (Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa).
Tanto NIH como DARPA han abierto ya los primeros concursos y se disponen a repartir el dinero en pequeños proyectos.