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Los trolls transforman las redes sociales en nidos de intolerancia

La revista Time eligió en 2006 a los internautas como personajes del año, ahora alerta sobre el odio en redes.
La revista Time eligió en 2006 a los internautas como personajes del año, ahora alerta sobre el odio en redes.
Imagen tomada de la cuenta @newmediajim
23 de agosto de 2016 - 00:00 - AFP


La avalancha de insultos o amenazas vertidos en las redes sociales impulsa cada vez a más estrellas o periodistas a cerrar sus cuentas en Twitter o Instagram, a las que se acusa de “facilitar el odio” por su pasividad ante este fenómeno.

El último de ellos, Justin Bieber, estrella mundial con 78 millones de seguidores en Instagram, ha abandonado la red tras los insultos contra su nueva novia.

Más grave aún es que los trolls -como se llama a estos insultadores protegidos por el anonimato- vierten públicamente y sin tabúes torrentes de ofensas racistas, sexistas u homófobas, pasando por amenazas de violación o de muerte.

Este fenómeno se hace más visible cuando la estrella decide dar un portazo y cerrar su cuenta.

Una de ellas es Leslie Jones, única protagonista negra del último Ghostbusters, que cerró en julio su cuenta Twitter, harta de recibir mensajes racistas y misóginos.

“Twitter, comprendo la libertad de expresión, pero faltan normas cuando estas cosas se expanden”, se lamentó Jones, y contó que ha vivido un “infierno personal”.

Esta vez su llamado fue escuchado y el presidente de Twitter tomó contacto con ella y algunos de sus acosadores fueron suspendidos. Pero este tipo de reacción ocurre raramente.

Un hashtag (#ModeradoComoTwitter) ha federado  a quienes ironizan sobre la variable reactividad de la red, que rápidamente bloqueó las reproducciones de fotos de los Juegos Olímpicos con copyright -como le ocurrió al sitio de información Breaking3zero-, pero deja vía libre a las cuentas racistas u homófobas.

A principios de agosto, la actriz Daisy Ridley, heroína del último Star Wars, abandonó Instagram, tras haber sido atacada por internautas de extrema derecha, después de emitir un mensaje contra la violencia de las armas de fuego.

Hace dos semanas, la cantante afroestadounidense del grupo Fifth Harmony, Normani Kordei, víctima de mensajes racistas, también abandonó Twitter.

“No es una infracción”

Los periodistas, muy presentes en Twitter, son a menudo atacados, como ocurrió en Suecia con la presentadora Anna Brolin.

Tras haber denunciado mensajes del tipo “@annabrolin es una #mujer hecha para ser #violada y preñada por hombres llenos de odio”, Twitter le respondió que esos mensajes “no constituían una infracción”. Asqueada, la periodista cerró su cuenta.

En junio, el editor del diario New York Times, Jonathan Weisman, atacado en amenazadores tuits antisemitas, salió de la red. “Dejo Twitter a los racistas, a los antisemitas (...). Quizá Twitter reflexione sobre ello”, escribió.

Sus acosadores ponían su nombre entre tres paréntesis, un código utilizado por los neonazis para identificar a los nombres judíos.

Los mensajes de odio siguen creciendo en las redes. En 2015, 27% de los comentarios en los sitios de información, contra 24% en 2014, fueron retirados por los moderadores por causa de racismo (19%), insulto (22%), agresión (20%) o llamado al odio o la violencia (15%), según un estudio de Netino y Kantar Media.

Y sin embargo, Facebook, YouTube, Microsoft y Twitter firmaron en mayo pasado un código de buena conducta con la Comisión Europea. Twitter ejerce un control de los mensajes a posteriori, sobre la base de quejas, si lo considera justificado.

El grupo, interrogado al respecto, se limitó a recordar sus normas, que condenan los mensajes de odio. En cambio, suspendió en 6 meses 235.000 cuentas que promueven el terrorismo. (I)

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