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Lectores digitales 'off line' aumentan en Cuba

Los jóvenes lectores en la isla intercambian su material con memorias portátiles que funcionan sin internet.
Los jóvenes lectores en la isla intercambian su material con memorias portátiles que funcionan sin internet.
Foto: AFP
27 de febrero de 2017 - 00:00 - AFP

Aun sin librerías actualizadas y con internet restringido, los jóvenes cubanos están leyendo lo que quieren y quizá más de lo que el Estado cree, pero no en impreso. ¿Cómo entraron en la lectura digital en un país prácticamente “off-line”?

Como pasadas generaciones de cubanos, ellos están armando redes de intercambio de textos, videos y noticias, con una característica: ahora los almacenan y hacen circular en discos duros o memorias USB (portátiles). El Estado socialista controla la impresión y el internet, que además de limitado (solo un tercio de la población accede al servicio) es costoso ($ 1,5 por hora). En la isla hoy viven 11,2 millones de habitantes, según cifras oficiales.

Pese a las restricciones, Javier Peña lee la literatura anglosajona de su gusto. Este traductor freelance, de apenas 27 años, lleva una gorra pintoresca, tatuado el brazo izquierdo y un bigote negro con las puntas dobladas hacia arriba.

Con orgullo, habla de sus miles de títulos digitalizados y de la biblioteca física de cientos de volúmenes que ha venido armando.

“Siempre que alguien llega a mi casa con un disco duro me dice: ‘¿Qué tienes ahí para copiarme?’, y yo pregunto lo mismo”, dice Peña a las afueras de una universidad en La Habana, capital de la isla.

Peña, que, a cambio de literatura o artículos en inglés, ofrece su colección digital de “cómics americanos”, sostiene que en Cuba se impuso la “teoría anarquista de la información”. “El punto es que alguien la tenga” aunque no pague por ella necesariamente.

Las redes no son nuevas. Hasta hace algunos años, cuando un artista era censurado en Cuba por “desviación ideológica”, un solo ejemplar de su obra circulaba de mano en mano entre cientos de personas clandestinamente.

Bibliotecas en desuso

Neus Pechero, una estudiante de letras de 20 años, de lentes negros gruesos, y aficionada a la literatura estadounidense, acude al trueque digital, aunque prefiere los impresos, confiesa.

“Todos nosotros tenemos móviles que tienen posibilidad de intercambiar información mediante ‘zapya”, señala. Sin conexión a internet, esta herramienta permite la transferencia inalámbrica de archivos entre usuarios a corta distancia.

Igual sistema emplea Taimí López a sus 12 años. Hasta 30 niños de su escuela, calcula, pueden compartir un contenido en el receso diario de clases en su escuela.

Así, de teléfono en teléfono, de memoria en memoria, pasa hoy buena parte de la lectura en Cuba, un país que en los sesenta logró niveles envidiables de escolaridad.

Estudios oficiales estiman que la mitad de los cubanos lee revistas y periódicos, y un 20% 2 libros al año. El 60% de los universitarios lee en formato digital y más de la mitad ya no va a las bibliotecas, según un documento divulgado en el Parlamento. El vicepresidente del Instituto Cubano del Libro, Edel Morales, estima que para el final de esta década un 90% de los jóvenes leerá en pantallas. Pero el país, que desde 1962 soporta el embargo estadounidense, todavía apuesta por los impresos. (I)

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