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Las impresoras 3D crean prótesis, comida y zapatos (VIDEO)

Las impresoras 3D crean prótesis, comida y zapatos (VIDEO)
14 de enero de 2014 - 00:00

En la sala de la casa de Esteban Armendáriz, la tecnología de impresoras 3D cobra vida. “Es el futuro de la revolución industrial”, asegura, mientras pone a funcionar su máquina. Su casa, en Pomasqui (noroccidente de Quito), cambió. Varios cables y tuercas quitaron espacio a los adornos de su hogar.

El estudiante, de 23 años, es uno de los pioneros en trabajar con esta tecnología en el país, que crea   objetos sólidos tridimensionales. Estos artículos se logran mediante el diseño del cuerpo, primero, en una computadora normal, pero que toman forma cuando se imprimen. “Soy pésimo dibujante, pero en una computadora puedo hacer maravillas”, dice sonriendo, por eso se anima a crear una  tuerca, similar a la que meses atrás usó en la fabricación de una de sus impresoras.  

Cuando la máquina recibe la señal del computador empieza a alimentarse del rollo de plástico color verde que yace en el suelo como hilo de coser. Entonces, el plástico se funde en los inyectores, en alrededor de 230 grados centígrados, saliendo en finos hilos como de una manga pastelera. Capa por capa, se va formando la figura.

Con la máquina puede crear todo lo que desee. “Es una tecnología que no te limita, más que en tamaño”, afirma. Ahora utiliza plástico para diseñar, pero en algunos países se usan otros materiales, como resina blanca.

En la actualidad exhibe dos de las impresoras que fabricó, una semiprofesional y una profesional, cuyos costos varían entre 1.299 hasta 2.199 dólares. Suenan como un robot de una película de ciencia ficción. Su casa es su centro de operaciones.

Con el artefacto creó pulseras, tuercas, máscaras y estatuas de personajes de cómics y de películas, como el maestro Yoda, del filme Star Wars (Guerra de las Galaxias).

En 20 minutos, la tuerca de color verde está lista. “No va a ser necesario comprar un producto hecho para miles de personas. Tú mismo vas a poder crear tu propio producto”, dice el emprendedor.

Todo empezó hace diez meses cuando, fascinado por esta tecnología, decidió armar su propia impresora 3D. Compró las piezas con dinero ahorrado y con el apoyo de sus abuelos. Utilizó todos sus conocimientos en electrónica, electricidad y programación para ensamblar la impresora.

El joven, quien estudia ingeniería automotriz en la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE), mejoró las impresoras que había en el mercado. Adecuó la ventilación y calidad de impresión con inyectores más finos. Logró un mejor acabado y bajó los costos de las máquinas que hasta ese momento se importaban.

“Al principio no pensaba en vender ninguna”, recuerda, pero, más tarde lo consiguió. Creó su página web y al día siguiente vendió su primera máquina.

Cuenta que el comprador fue un ingeniero electrónico, lo define como un “curioso”, que adquirió la máquina por 1.299 dólares. “Es un mercado nuevo, totalmente inexistente en el Ecuador. Vi la opción de negocio aquí,” dice.

Según la página web 3D Printer Prices, la primera impresora con estas características se creó en 1986 en California (EE.UU.) por la compañía 3D Printing. Al inicio no se comercializaban y los costos ascendían a más de un millón de dólares.

Hoy en día, el valor comercial bajó porque expiraron las patentes de autoría para esa tecnología. La mayoría de gente interesada en las impresoras de Armendáriz son estudiantes universitarios y diseñadores.

En Sudáfrica se usan estas máquinas para ayudar a las personas con discapacidad. Por ejemplo, Richard Van As creó una prótesis de mano. Mientras que otros creadores han diseñado, incluso, hasta comida, orejas biónicas y zapatos. Cody Wilson, en Texas (EE.UU.), en cambio, diseñó un arma de fuego.

Ahora Armendáriz busca una oficina en Quito, para ya no trabajar más desde la sala de su casa en Pomasqui.

DATOS

George Dafermos, uno de los investigadores del proyecto de FLOK Society, sostiene que la expiración de las patentes es la razón más importante por la cual el medio de impresión en 3D ha experimentado un crecimiento explosivo en la última década.

Dafermos cree que la impresión en 3D va a dar rienda suelta a una gran ola de creatividad e innovación en la sociedad.

El investigador dice que la democratización del acceso a una tecnología que hasta hace poco tiempo era limitado a las empresas de fabricación industrial convertirá a muchas personas, de ser meros consumidores, en diseñadores y microproductores.

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