FIN DE AÑO
Las catástrofes espaciales y el recuerdo de por qué abandonar nuestro planeta es todavía muy peligroso
La cantante Lady Gaga, el actor William Shatner, el bajista de Jane’s Addiction Dave Navarro, el director de Hollywood Bryan Singer, el empresario chileno Leonardo Farkas y la socialitè Paris Hilton guardan algo en común:son parte de las 400 personas que tienen un pasaje reservado para un viaje al espacio.
En el 2004 nació Virgin Galactic, una empresa que se dedicaría a darle un enfoque diferente al turismo. Uno en el que se divise todo el planeta en una sola vista.
Esta compañía se propuso -de la mano del magnate inglés Richard Branson- llevar seres humanos comunes y corrientes al espacio, no astronautas, en una suerte de tour alrededor de la órbita del planeta Tierra que costará $ 200.000 por persona.
El pasado 31 de octubre la nave SpaceShip Two de la compañía se estrelló en Estados Unidos tras sufrir un problema durante un vuelo experimental, provocando la muerte de una persona e hiriendo a otra gravemente.
La nave sufrió “una anomalía grave” durante el test, “que provocó la pérdida del SpaceShip Two”, explicó la compañía aeroespacial en una rueda de prensa tras el percance.
Branson añadió después, en un blog de la compañía, que “siempre hemos sabido que el camino al espacio es sumamente difícil y que cada nuevo sistema de transporte tiene que enfrentar días malos en los inicios de su historia”.
El contexto de las palabras de Branson se remonta al inicio de la industria de la aviación civil, en la que se justificaba que todo gran avance lleva consigo un gran sacrificio. A pesar del accidente, Virgin Galactic espera reanudar en los próximos meses los vuelos de prueba con una nueva nave espacial.
Sin embargo, las autoridades aeroespaciales de Estados Unidos abrieron un expediente por el percance del SpaceShip Two. Este hecho supuso un serio revés en el transcurso de la carrera espacial civil.
Tres días antes del accidente de la nave de Virgin Galactic, el cohete Spaceship de la empresa Orbital Sciences explotó poco después de despegar del centro espacial Wallops de Virginia (este de Estados Unidos).
El cohete, que debía llevar la cápsula Cygnus con provisiones a la Estación Espacial Internacional (ISS), alcanzó a elevarse muy poco tras el lanzamiento, pero acabó convertido en una bola de fuego.
Tras estos incidentes, la opinión pública y la NASA se cuestionaron si las empresas privadas podrán hacerse cargo de los viajes espaciales en el futuro. Esto, después de que el último transbordador de la agencia espacial estadounidense se lanzó en 2011, concluyendo así el programa de estas naves.
Este accidente es el primero desde que EE.UU. comenzó a privatizar el transporte de material a la plataforma orbital, al quedarse sin vehículos propios para enviar carga y tripulación a la estación espacial.
Junto a Orbital Sciences está SpaceX, una compañía japonesa. Las dos fueron contratadas por la NASA para llevar material a la EEI. Mientras que la compañía de aviones Boeing y la propia SpaceX transportarán a los astronautas estadounidenses a partir de 2017, lo que terminaría la dependencia de las naves rusas Soyuz como se hace hoy en día.
“Orbital ha demostrado una capacidad extraordinaria en sus dos primeras misiones a la estación este año y sabemos que puede repetir ese éxito. Lanzar cohetes es una tarea increíblemente difícil y aprendemos de cada éxito y de cada contratiempo”, dijo William Gerstenmaier, vocero de la NASA.
Para el próximo año se espera que se mantenga el ritmo de misiones civiles al espacio con la idea de seguir corrigiendo errores en el camino.