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La 'blogósfera' recuperó el año anterior el valor que cedió ante las redes sociales

El blog de la periodista francesa Sarah Dawalibi ha tenido tanto éxito que le permite dedicarse solo a la escritura por los ingresos que le genera.
El blog de la periodista francesa Sarah Dawalibi ha tenido tanto éxito que le permite dedicarse solo a la escritura por los ingresos que le genera.
Foto: captura de pantalla de leblogdesarah.com
03 de enero de 2016 - 00:00 - AFP

La periodista francesa Sarah Dawalibi, una viajera incansable, decidió abrir en 2009 un blog para contar a sus familiares y amigos sus periplos por el mundo.

Seis años más tarde, la bitácora web “Le Blog de Sarah” (http://www.leblogdesarah.com) se ha convertido en una referencia en Francia, con 30.000 visitantes por mes, lo que le permite dedicarse a escribir casi a tiempo completo.

La aventura del “Blog de Sarah” ilustra la transformación de un medio escrito que, tras muchos años sin un estatus claro, entró en la edad de la madurez, tanto en el terreno de la política como en la gastronomía y la literatura.

El gancho es la proximidad y el vínculo de proximidad con los lectores. “El nivel de confianza es más fuerte con un blog que con una página web o una revista de viajes”, explica Sarah Dawalibi.

“Muchos lectores le piden consejos al bloguero. Tienen la impresión de conocerlo, ya que uno revela muchos aspectos de su personalidad en un blog”, agrega.

El blog (abreviación de “web log”) nació en 1999 con la creación de la plataforma Blogger, la primera que permitía a cualquiera crear un sitio sin tener mayor pericia.

Tuvo su apogeo en los años 2000, cuando se convirtió en el centro del debate en internet, pero fue perdiendo paulatinamente ese papel, a medida que se imponían Facebook y Twitter, creados respectivamente en 2004 y 2006.

“Los blogs lograron franquear la barrera de entrada en el discurso público”, explica Antoinette Pole, académica de la Universidad Montclair State, en New Jersey (Estados Unidos), que se especializa en blogs de contenido político.

“De repente los guardias de la entrada -los medios de comunicación- no tuvieron más las llaves del reino. Los blogueros podían competir con ellos, aunque fuera de manera modesta”, agrega.

“Hoy las discusiones se desarrollan más en Facebook o Twitter y en los últimos tres o cuatro años la popularidad de los blogs disminuyó mucho”, dice Pole.

“Su utilidad consiste ahora en aportar mayor profundidad y algunos tipos de blog siguen teniendo mucho éxito”, señala.

En 2015 la blogósfera sigue teniendo mucha vitalidad. Wordpress alberga 76 millones de sitios y Tumblr -plataforma a medio camino entre el blog y la red social- 360 millones.

El blog adquirió más seriedad y calidad y las críticas que recibía -tono irresponsable, falta de rigor en los contenidos- se trasladaron a las redes sociales.

El blog sigue siendo en muchos países una fuerza de resistencia o de cambio, con graves riesgos para sus autores. Uno de los ejemplos más emblemáticos es el del bloguero saudita Raif Badaui, condenado a mil latigazos por “insulto al islam”.

Los autores de los sitios web independientes son blanco, al igual que los periodistas, de los enemigos de la libertad de expresión.  

En Occidente, el blog político cayó en desuso en beneficio de las redes sociales pero conserva su vitalidad en dominios como la cultura, el ocio, la informática o el medio ambiente.

La mayoría de los medios de comunicación, incluida la Agencia de noticias France-Presse, lanzaron blogs o contrataron a blogueros de renombre.

“Con el correr de los años, mi blog me llevó a escribir para numerosos diarios, revistas y sitios de internet. Y al final me convertí en cronista del New York Times Magazine”, cuenta Maud Newton, que en 2002 lanzó uno de los primeros blogs literarios del mundo (http://maudnewton.com).

¿Cómo sobrevivir a la “selección natural” y diferenciarse de los miles de blogs que se crean cada día?

“En algunos casos como la cocina, la moda o los viajes, la imagen tiene un papel preponderante”, resume Antoinette Pole.

“De lo contrario, los ingredientes son siempre los mismos: una escritura agradable, cercana a la conversación, credibilidad e, incluso, una determinada competencia o un título universitario en el dominio de intervención”, concluye. (I)  

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