El Internet del cuerpo tiene un nuevo escudo
Hace poco menos de diez años se anunció que los implantes físicos podían ser hackeados por los piratas informáticos.
Analistas expertos en seguridad empezaron a denunciar esta situación que comprometía, entre otros dispositivos, los marcapasos y las bombas de insulina.
En 2011, durante una conferencia sobre piratería informática celebrada en Las Vegas (EE.UU.), Jay Radcliffe lo dio a conocer a partir de su propia experiencia.
Como paciente diabético usaba una de esas bombas y las había pirateado él mismo. Sin ánimos de acusar al fabricante, pero al ser ignoradas sus advertencias en repetidas ocasiones decidió hacerlo público e identificar a Medtronic como el responsable.
Un año más tarde, Barnaby Jack, de la empresa de seguridad McAfee, hizo un experimento igual y tomó el control de una bomba de insulina utilizando una antena.
Un estudio publicado el año pasado por el Colegio Estadounidense de Cardiología advirtió la misma preocupación respecto a dispositivos como los marcapasos.
Un artículo de ABC señala que las principales preocupaciones de pacientes con marcapasos se asientan en la sobredetección o el agotamiento de la batería.
“Para los pacientes con desfibriladores implantables, es posible que los hackers interrumpan las comunicaciones inalámbricas, lo que inhibe el valor de la telemonitorización y permite que el sistema no detecte ningún evento clínicamente relevante”, indica el artículo.
Agrega que la sobredetección puede inhibir la estimulación y también dar lugar a descargas inapropiadas o potencialmente mortales.
Blindar el Internet del cuerpo
Investigadores ingenieros de la Universidad de Purdue, en Estados Unidos, anunciaron el viernes pasado el desarrollo de un sistema que blinda el “Internet del cuerpo”.
El término lo propuso el británico Kevin Ashton en 1999 en relación al “Internet de las cosas”, para referirse a la interconexión de los objetos que la gente usa y está conectada a internet.
Estos pueden ser por ejemplo, los relojes inteligentes que monitorean la actividad física, como también los sistemas de visualización de realidad Virtual.
Lo que ha logrado el equipo de ingenieros es usar el cuerpo como escudo que impida esta interferencia en el funcionamiento del Internet del cuerpo.
Para entender la forma en que se lo emplea, Shreyas Sen, profesor asistente de ingeniería eléctrica e informática, cuenta que los fluidos corporales conducen bien las señales eléctricas.
Estas que se denominan “redes de área corporal” han utilizado la tecnología Bluetooth para enviar señales a través y alrededor del cuerpo.
El dilema se centra en que estas ondas electromagnéticas pueden recogerse en un radio de al menos 10 metros alrededor de una persona.
Así es que son potencialmente interceptadas y manipuladas por un ciberpirata.
Entonces, el prototipo de comunicación inalámbrica, en vez de utilizar Bluetooth para enviar señales entre los diferentes dispositivos situados dentro del cuerpo, usará las propiedades conductoras del organismo.
La señal no será perceptible a 10 metros del cuerpo como la que sí permite Bluetooth, sino que alcanzará un centímetro más y con ello dificultará la piratería.
“A través de un reloj prototipo, una persona puede recibir así una señal desde cualquier parte del cuerpo, con independencia del grosor de su piel o cabello, y con total seguridad”, certifica Sen.
Asegura que la red de área corporal encubierta que han diseñado consumirá 100 veces menos energía que el dispositivo con Bluetooth.
También permitirá que los médicos reprogramen los dispositivos médicos sin cirugía invasiva. Además, será útil para las imágenes cerebrales de alta velocidad
“Mostramos por primera vez una comprensión física de las propiedades de seguridad de la comunicación del cuerpo humano para permitir una red de área corporal encubierta, para que nadie pueda fisgonear información importante”, dice el experto.
Entre otros beneficios, la red corporal ayudará a racionalizar la llegada de la medicina bioelectrónica que funciona como medicamentos. Finalmente, será útil para las imágenes cerebrales de alta velocidad con aplicaciones en neurociencia. (I)