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Un tercio del estaño en el mundo proviene de este archipiélago

Indonesios se juegan la vida por el estaño para teléfonos

Paci se sumerge en aguas turquesas equipado solo con unas gafas y un tubo de plástico para poder respirar.
Paci se sumerge en aguas turquesas equipado solo con unas gafas y un tubo de plástico para poder respirar.
Foto: AFP
23 de enero de 2017 - 00:00 - Agencia AFP

Acantilados Llameantes, Mongolia.-

Paci se juega la vida buceando por el océano Índico, en Indonesia, para remover el cieno y recoger estaño, componente de los teléfonos inteligentes y las tabletas; una actividad ilegal y desastrosa para el medioambiente con la que gana unos euros diarios.

En la costa de las islas de Bangka y Belitung, en aguas turquesas, comienza la fabricación de productos electrónicos. Un tercio del estaño en el mundo proviene de este archipiélago al este de Sumatra.

En el escalafón más bajo de la cadena internacional que aprovisiona a los gigantes de la electrónica como Apple o Samsung, miles de hombres se sumergen en el océano sin la protección necesaria en busca del preciado metal blanco grisáceo por unos euros diarios.

“Es un trabajo muy peligroso, los riesgos son enormes”, desde morir ahogado o los accidentes, declara Paci, al remontar a la superficie. Va equipado con unas gafas de submarinismo y un tubo de plástico para respirar cuando remueve el fondo del océano.

El auge de la demanda de estaño en el mundo, usado para las soldaduras de aparatos electrónicos, incita a los particulares y a los pescadores a lanzarse sin autorización en la búsqueda del preciado metal, más rentable que las actividades legales.

Al menos un muerto por semana

Una expedición de 4 hombres en un barco pesquero equipado con un sistema de dragado puede recoger hasta 30 kilos de estaño si hay suerte, añade Paci, que cobra unos 14 euros (€) por día, una suma nada desdeñable en este país del sudeste asiático donde casi el 40% de la población vive con menos de 2 € diarios.

El estaño pasa por muchas manos antes de llegar a los talleres de fundición que exportan el producto refinado para aparatos electrónicos, inasequibles para el bolsillo de los buscadores como Paci.

Decenas de tripulantes se aventuran en esta actividad en las costas de Bangka, cerca del lugar donde un buscador de estaño de 23 años se ahogó en octubre. Otros prueban suerte en minas ilegales.

La extracción a pequeña escala como la practica Paci representó en 2015 alrededor del 75% del estaño recogido en Indonesia, según la oenegé estadounidense Pact.

Esta actividad ilegal causa al menos un muerto por semana, según el Grupo de trabajo sobre estaño en Indonesia, un colectivo formado por compañías especializadas en la electrónica y el estaño y por defensores del medioambiente.

Aparte del coste humano es perjudicial para el medioambiente y para los pescadores: remover millones de litros de cieno destruye los ecosistemas, informa la oenegé ambientalista Walhi.

Trazabilidad

Actualmente los gigantes de la electrónica están sometidos a una mayor presión (hacen falta 2 gramos de estaño para la fabricación de un smartphone).
Varias compañías estadounidenses que se abastecen en Congo están obligadas por ley a precisar el origen de este material. Pero en Indonesia no existe una legislación como esta.

El grupo de trabajo sobre el estaño en Indonesia, del que forman parte 10 multinacionales, como Apple, Samsung, Microsoft y Sony, prometió aprovisionarse en Bangka solo de estaños provenientes de actividades legales.

Otras empresas tecnológicas son reticentes a la idea de adoptar un proyecto de certificación sobre la procedencia, recalca Hassink.

Es “imposible una trazabilidad” del estaño extraído en Bangka, y hacerlo conllevaría una subida del coste, asegura el presidente de la Asociación indonesia de los exportadores, Jabin Sufianto.

La mayoría de los gigantes de la electrónica hizo poco por asegurarse de que el estaño empleado no perjudicase a los habitantes de Bangka, denunció Evert Hassink, de la oenegé Amigos de la Tierra. “Algunas firmas ni siquiera saben lo que compran”.

Seguridad deficiente

El colectivo sobre el estaño en Indonesia afirma haber adoptado 2 proyectos pilotos para mejorar la seguridad de los trabajadores y recuperar los terrenos dañados.

Pero la organización Walhi no ve ningún progreso, en particular en el distrito de Sungai Liat, donde los árboles cortados y los pozos gigantes son un ejemplo del daño causado. “Hasta hoy no ha habido casi ningún esfuerzo por restaurar nada”, lamenta Retno Budi, de la mencionada ONG.

Budi señala con el dedo un cráter donde 2 buscadores de estaño murieron por un deslave.

Un riesgo que Nazarudin no está dispuesto a correr. Este hombre gana menos buscando estaño con un recipiente sobre el agua, como hacen los buscadores de oro, una tarea que le provoca dolores de espalda, pero al menos no se expone a morir.

“Allá no piensan en la seguridad”, dice, apuntando con el dedo a los buscadores que provocan una explosión de arena y piedras en una pendiente. “Lo único que cuenta es el estaño, estaño, estaño”. (I)

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