Los moradores no utilizan teléfonos móviles
Green Bank, un refugio sin Wi-Fi ni antenas
Las vacas pacen tranquilamente, rumian el pasto y el silencio reina. No hay timbres inesperados que rompan la quietud en las calles de Green Bank, en el este de Estados Unidos, donde los teléfonos móviles y el Wi-Fi están prohibidos para deleite de los ‘enfermos’ de ondas.
Este pequeño pueblo, a 350 kilómetros al este de Washington, se ha convertido en el hogar de ‘enfermos’ de ondas electromagnéticas, prohibidas en este lugar porque alberga el radiotelescopio más sensible del mundo, capaz de captar el nacimiento y muerte de las estrellas o señales tan débiles que son casi un suspiro en el vasto espacio. “Si perdemos el radiotelescopio, estamos perdidos”, dice Charles Meckana, de 53 años. Este hombre oriundo de Nebraska (centro) se instaló en julio pasado en Green Bank para alejarse de las ondas electromagnéticas emitidas por móviles o aparatos de internet inalámbrico que, asegura, lo pusieron gravemente enfermo.
Green Bank -con 143 habitantes- y los alrededores del condado de Pocahontas, en los Appalaches, están en el corazón de la denominada ‘Quiet Zone’, una zona de silencio radial declarada en 1958 para proteger el hipersensible radiotelescopio del pueblo.
El aparato de 150 metros de altura capta día y noche las señales del espacio. “Estudiamos el ciclo de vida de las estrellas, los segundos después del Big Bang, las ondas gravitacionales”, explica Michael Holstine, responsable del National Radio Astronomy Laboratory (NRAO). “Este es el radiotelescopio más sensible del planeta. Puede recibir una señal equivalente a la energía de un copo de nieve tocando el suelo”, agrega el experto. Por eso “el ambiente de radio alrededor debe ser extremadamente silencioso”.
Además, la denominada National Radio Quiet Zone, única en su tipo, fue decretada por el Gobierno estadounidense en un área de 33.000 kilómetros cuadrados, en los cuales las radio transmisiones tienen que ser al nivel más bajo de frecuencia posible. En un perímetro de 16 kilómetros alrededor del telescopio, todo lo que produce una onda radial y pueda provocar una eventual interferencia eléctrica está prohibido o severamente limitado incluyendo el Wi-Fi, los teléfonos inalámbricos, los mandos a distancia o los microondas.
“Un quásar emite una señal que es la millonésima de la millonésima de la millonésima (parte) de un watt (un vatio)”, precisa Holstine. “Un móvil tiene dos watt y dañaría completamente la señal que los astrónomos buscan recibir” del espacio, explica.
Como Charles Meckana, decenas de víctimas de la hipersensibilidad electromagnética se han mudado a esta región rural. Este excapataz se refugió en Green Bank con su esposa a unos kilómetros del telescopio, cuando llegó a la conclusión de que su celular era el culpable de que estuviera enfermo desde 1990.
“No hice ni siquiera la correlación. Al principio, mi médico me dio antidepresivos”, cuenta este hombre, quien sufría náuseas y migrañas en el pasado.