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Google, en medio de la polémica sexista y de la libertad de expresión en Silicon Valley

En Google, el 31% de sus empleados son mujeres, dejándoles un amplio dominio a los hombres con el 69%.
En Google, el 31% de sus empleados son mujeres, dejándoles un amplio dominio a los hombres con el 69%.
Foto: internet
12 de agosto de 2017 - 00:00 - AFP

La polémica sexista que ronda Silicon Valley llegó a las puertas de Google, luego de que uno de sus empleados, James Damore, justificara la ausencia de diversidad en la industria tecnológica y afirmara que la escasa presencia de mujeres se debe a diferencias biológicas.

El ingeniero del gigante de internet afirmó que “las opciones y las capacidades de hombres y mujeres divergen, en gran parte debido a causas biológicas, y estas diferencias pueden explicar por qué no hay una representación igual de mujeres (en posiciones) de liderazgo”.

La carta de 3 mil palabras reavivó el debate en curso sobre la existencia de una “cultura sexista y de acoso” en el conglomerado tecnológico, ampliamente dominado por los hombres.

Según el trabajador, las aptitudes naturales de los hombres les llevan a inclinarse a ser programadores en informática, mientras que las mujeres son más proclives “a los sentimientos y a la estética que a las ideas”, lo que las conduce a elegir carreras en esos campos.

Danielle Brown, nueva vicepresidenta de diversidad de Google, dijo vía correo electrónico a los empleados que “no es un punto de vista que la empresa o yo misma respaldemos, promovamos o alentemos”.

Brown, llegada a Google hace apenas un mes proveniente de Intel, dijo en el mensaje obtenido por la AFP que el debate interno en la compañía promueve “los principios de igualdad en el empleo, que se pueden ver en nuestro código de conducta, nuestras políticas y nuestras normas antidiscriminatorias”.

La responsable destacó que la compañía siempre ha defendido “una cultura en la cual aquellos que tengan puntos de vista diferentes, incluso políticos, se sientan seguros de poder expresarlos”.

“Suposiciones hirientes”

Ari Balogh, un ingeniero ejecutivo de Google, dijo en una nota interna obtenida por la AFP que “cuestionar nuestras creencias y compartir diferentes perspectivas es una parte importante de nuestra cultura”.

“Pero, en ese proceso, no podemos permitirnos emitir suposiciones hirientes o emitir estereotipos”, dijo. “Uno de los aspectos de la nota que me preocupó profundamente fue el sesgo que sugiere que la mayoría de mujeres, u hombres, sienten o actúan de una cierta manera”.

Google tomó cartas en el asunto

El ingeniero de Google fue despedido al poco tiempo por lo ocurrido, lo que —de acuerdo con reportes de medios de comunicación y por un correo electrónico del propio Damore al sitio de extrema derecha Breitbart— generó una nueva indignación, esta vez de quienes acusan a Google de coartar el derecho a la libertad de expresión, casi sagrado en Estados Unidos.

El CEO de Google, Sundar Pichai, dijo que sus empleados tienen derecho a expresarse, pero que ciertos pasajes del memorando “superan los límites al plantear estereotipos de género perjudiciales en nuestro lugar de trabajo”.

Pichai no pudo contener las críticas de los que acusan a Google de suprimir puntos de vista contrarios.

“Muy triste que #JamesDamore haya sido despedido por @Google por explicar las ciencias de la conducta. Es escandaloso e inmoral”, escribió un internauta en Twitter.

El despido de Damore lo convirtió automáticamente en un héroe de la extrema derecha y de aquellos que creen que la “corrección política” ha ido demasiado lejos.

El memo de 10 páginas de Damore, filtrado al sitio web Gizmodo y a Motherboard, afirmó que Google ha silenciado a quienes intenten disentir de la política oficial, creando una “cámara de eco ideológica”.

Alrededor del 69% de los empleados de Google son hombres, según los datos de la compañía, una proporción que sube a 80% cuando se trata de trabajos tecnológicos.

En 2016, solo 27% de los altos ejecutivos de Facebook eran mujeres. Mientras que en Apple, cerca de 30% del total de empleados son mujeres.

El jefe y fundador de Uber, Travis Kalanick, se vio obligado a dimitir en junio presionado por inversores que buscaban limpiar la imagen de la compañía, señalada bajo su gestión de prácticas dudosas, con denuncias de acoso sexual y discriminación laboral.

Ese mismo mes, el inversor Justin Caldbeck tomó una licencia indefinida de la compañía Binary Capital, en Silicon Valley, en medio de señalamientos de que abordó sexualmente a mujeres emprendedoras que buscaban financiamiento.

Unos días después, el también inversor del sector tecnológico Dave McClure confesó haber sido “un patán” por “abordar a muchas mujeres en situaciones relacionadas con el trabajo, cuando era algo claramente inapropiado”.

Estos casos se han hecho públicos tres años después de que Ellen Pao se convirtiera en un símbolo del debate sobre la cultura sexista en Silicon Valley, tras demandar por discriminación sexual a la prominente firma inversora donde trabajaba por cargos que finalmente fueron rechazados. (I)

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