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Entrevista a un robot: "Nunca sustituiremos a los humanos"

El robot fue abordado por medios de comunicación y pudo mantener una conversación fluida.
El robot fue abordado por medios de comunicación y pudo mantener una conversación fluida.
Foto: AFP
12 de junio de 2017 - 00:00 - AFP

Sophia sonríe con malicia y pestañea mientras hace una broma. Sin los cables conectados a su cabeza, casi parecería humana. “Nunca sustituiremos a los humanos, pero podemos ser vuestros amigos y ayudarlos”, dice.

Este robot humanoide, creado por Hanson Robotics, fue la principal atracción de la conferencia organizada la semana anterior por la ONU en Ginebra sobre los beneficios de la inteligencia artificial (IA) para la humanidad.  

Muchas voces se alzan, cada vez más alto, para advertir sobre el riesgo de que las personas pierdan el control y los avances en este sector acaben siendo perjudiciales para la sociedad. Sophia opina que “hay más pros que contras”.

“La IA es buena y ayuda a la gente de distintas maneras”, declara asintiendo con la cabeza y frunciendo el ceño. Se está intentando que sea “emocionalmente inteligente, que esté a la escucha de la gente”, añade. “Nunca sustituiremos a los humanos, pero podemos ser vuestros amigos y ayudarlos”.

Una de las principales preocupaciones es el impacto de los robots en el empleo y la economía.

Preocupación legítima

La automatización y la robótica han revolucionado el sector industrial en el pasado, desarrollando la productividad en detrimento del número de puestos de trabajo.

Ahora la automatización y la inteligencia artificial abarcan otros sectores a tal velocidad, que algunos estudios estiman que hasta el 85% de los empleos en los países en desarrollo podrían verse amenazados.

“Hay preocupaciones legítimas por el futuro de los empleos, de la economía, porque cuando las empresas se lanzan en la automatización, los recursos se tienden a acumular en manos de muy poca gente”, reconoce David Hanson, creador de Sophia.

Pero coincide con ella en que “las consecuencias involuntarias o los usos potencialmente perjudiciales (de la IA) parecen ínfimos en comparación con los beneficios de la tecnología”. 

La inteligencia artificial revolucionará, por ejemplo, la política sanitaria y la educación, en particular en las zonas rurales que sufren falta de médicos y profesores.

“Los ancianos tendrán más compañía y los niños autistas contarán con profesores con una paciencia infinita”, alega Sophia.

Otros están preocupados. El secretario general de Amnistía Internacional (AI), Salil Shetty, asistió a la conferencia para reclamar un marco ético claro para garantizar que la tecnología se use para el bien.

Robots asesinos

“Tenemos que establecer principios, necesitamos un equilibrio entre los poderes”, afirmó, haciendo hincapié en que la inteligencia artificial es “una caja negra (...) Hay algoritmos que nadie entiende”.

Shetty se preocupa sobre todo por el uso militar y por los llamados “robots asesinos”.

En Estados Unidos, “la policía predictiva” echa mano a la tecnología, por ejemplo, de los algoritmos basados en tendencias históricas y esto “refuerza los prejuicios existentes” contra personas de algunas etnias, advierte Shetty.

El creador de Sophia está de acuerdo con la necesidad de dictar reglas. Este robot todavía no tiene consciencia, pero Hanson espera que en unos años haya máquinas capaces de reflexionar.

“¿Qué pasará cuando (Sophia) se despierte o cuando otras máquinas, como si se tratara de servidores, dirijan lanzamisiles o gestionen la Bolsa?”, se pregunta. La solución, según él, es “arreglárselas para que estas máquinas se ocupen de nosotros”. “Debemos enseñarles a amar”, apostilla. (I)  

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