Entre admiración y perplejidad, los coches autónomos dividen al salón de Fráncfort
Ante la admiración o la perplejidad de los visitantes, los constructores alemanes presentan estos días sus coches autónomos sin conductor en el salón del automóvil de Fráncfort (IAA), una tecnología que necesita grandes inversiones y que todavía no tiene asegurado su futuro.
En medio de los grandes estands de Mercedes y Volkswagen, los curiosos también pueden subirse hasta el 24 de septiembre en algunos de los vehículos llenos de captores y cámaras, conducidos por expertos, que circulan en un circuito cerrado.
Se trata de una iniciativa conjunta de las marcas Daimler, Volkswagen y Audi junto a Bosch, Continental y ZF, que quieren competir en este mercado con los estadounidenses Google y Tesla.
Una de las pruebas del salón consiste en llevar a un coche autónomo a 50 kilómetros por hora hacia un obstáculo fijo, como si fuera un vehículo detenido por un atasco, y ver cómo frena de golpe sin necesidad de que el conductor haga algo para detenerse. “¡Es increíble!” dice uno de los pasajeros.
Otra de las pasajeras, Lena Dickeduisberg, una estudiante de Dortmund, asegura que el frenado fue “muy agradable”. “Tomará su tiempo pero es el futuro. Confiaré en la técnica”, augura.
A medio plazo se espera que estos vehículos lleguen al llamado “nivel 5” para ser totalmente autónomos y no necesitar ninguna intervención humana.
“Sería el sueño absoluto, el coche que te lleva de A a B mientras leo el periódico o documentos para mis clientes. Pero quizás lo digo por mi edad”, dice Randolf Mayer, un agente comercial de 61 años.
Escepticismo
Pero no todo el mundo en tan entusiasta. Según un estudio reciente de la consultora Ernst & Young, solo el 26% de los alemanes se imagina viajando en el futuro en un coche autónomo y solo el 18% se ven conduciéndolo.
“Está bien para los jóvenes conductores o para la gente mayor, que tiene dificultades en algunas maniobras”, afirma Georg Pfennig, un visitante austriaco de unos treinta años, que confiesa que a él no le atraen los coches autónomos. “Conducir no es solo funcional, también es un placer”, asegura.
Lars Heider, un estudiante de ingeniería de 22 años, tampoco parece muy entusiasmado. “Lo veo bien para coches que circulan uno detrás de otro en una autopista, donde todo esté automatizado, pero no para ir de compras a la ciudad”.
Los constructores son conscientes del potencial de los coches autónomos, pero también de su costo, de momento “muy elevado”, explica a la AFP Patrick Koller, director general del fabricante de equipamiento Faurecia.
Por eso muchos actores del sector automovilístico se han unido para invertir juntos en investigación. Es el caso del alemán BMW, aliado al estadounidense Intel y al especialista israelí de cámaras inteligentes Mobileye. Una colaboración a la que se ha unido recientemente FiatChrysler.
O de Daimler, que ha unido fuerzas con Bosch. Volkswagen trabaja por su parte con su filial Audi.
En paralelo, Audi, BMW y Daimler han comprado Here, una compañía de geolocalización, indispensable para los coches autónomos.
Y el francés PSA ha cerrado un acuerdo de colaboración con la start-up estadounidense nuTonomy, especialista del desarrollo de taxis autónomos.
Pese a ello habrá que luchar contra la reticencia de los consumidores, sobre todo en lo que respecta a la seguridad, según la consultora Center of Automotive Management.
“Se salvarán vidas”, asegura Rolf Bulander, director de la división de movilidad de Bosch, según el cual la gente “acabará acostumbrándose” a la mejora de los sistemas de asistencia para la conducción.
En el caso de Bosch, también es un negocio importante y se calcula que sus ingresos por sistemas de asistencia al conductor pasarán de los mil millones de euros de 2016 a más del doble en 2019. (I)