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En un mundo dominado por la tecnología, vivir sin WhatsApp es un 'suicidio'
En Ecuador, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el crecimiento de personas que poseen al menos un smartphone no se detiene. En 2011, la cifra de estos usuarios fue de 522.640, mientras que en 2015, 3’084.886 de ecuatorianos declararon tener y utilizar un celular inteligente.
A escala mundial, WhatsApp (una aplicación de mensajería instantánea) es la app más descargada. En febrero de este año, más de 86 millones de usuarios optaron por contar con esta herramienta de comunicación.
A ella le sigue Facebook Messenger, que fue descargada en más de 66,8 millones de ocasiones. En 2015, WhatsApp registró 700 millones de usuarios activos mensuales.
El quiteño Andrés Izurieta, experto en redes sociales, explica que “en la actualidad vivimos en una época donde la tecnología en telecomunicaciones se ha desarrollado de manera increíble y cada vez aparecen rápidas y prácticas formas de comunicarse con todo el mundo. WhatsApp es una de ellas”.
La aplicación permite a las personas interrelacionarse, en tiempo real, mediante mensajes y compartir archivos de imágenes, música y video de manera gratuita. ¿Pero qué pasa cuando las personas optan por no ser parte de esta ola tecnológica de mensajería instantánea?
Laura Argüello es docente de secundaria. La mujer, de 39 años, comenta que no tiene un celular inteligente. Su forma de comunicarse es a través de llamadas o mensajes de texto.
Ella optó por un celular de funciones básicas, pues considera que el ‘minicomputador’, como llama a los smartphones, se adueñan de la vida de las personas y les predispone a estar pendientes de ciertas respuestas y publicaciones.
“Si es un tema urgente realizo una llamada y ya, y si necesito comunicar algo envío un mensaje, pero no creo en mantener una conversación o discusión a través de una pantalla”.
La psicóloga clínica Lorena Quezada explica que no portar el dispositivo o la falta de estar localizable produce ansiedad en las personas.
Destaca que existe una nueva patología producida por la sensación de querer responder siempre y de inmediato a un mensaje o una publicación. Esto forma parte de un fenómeno social de búsqueda ansiada de seguridad.
“Las mamás dan un celular a su hijo para tenerlo localizado. Lo mismo sucede con las otras relaciones familiares y de pareja. Existe una obsesión maniática por la búsqueda de la seguridad”.
Alejandro Pillajo es estudiante universitario. Él, al igual que dos de sus primos, no maneja una cuenta de Facebook. Tampoco tiene un celular inteligente. ¿Su argumento? Asegura que sin un smartphone su vida es menos estresante y no se siente esclavo de la tecnología y el compromiso de responder.
La psicóloga Quezada agrega que al eliminar las distracciones constantes de las notificaciones del teléfono, las personas logran concentrarse más y mejor, tanto en su trabajo como en sus estudios.
Vivir sin un smartphone sí es posible
“Somos muy pocos los que tenemos el privilegio de vivir sin móvil. Una minoría oprimida”, dice José Luis Dader, catedrático de Periodismo de la Universidad Complutense de España, en un artículo publicado en un medio impreso de ese país. El experto sostiene que el teléfono cambia los dispositivos de la mente a la hora de decidir cuándo se presta atención al mundo exterior y cuándo no.
“Cuando la interfaz digital se vuelve más importante que el rostro de la persona que tenemos delante, lo que se produce es la pérdida de una riqueza social y personal”.
Izurieta defiende la tecnología y asegura que el uso adecuado de estas herramientas mejora la calidad de vida.
Quezada admite que los tiempos han cambiado y que estar o no conectado es una decisión individual. (I)
DATOS
De acuerdo con la Agencia de Regulación y Control de las Telecomunicaciones (Arcotel), a junio de 2016 hubo 14,5 millones de líneas móviles activas, frente a 16,4 millones de habitantes país.
La tendencia en la comercialización de los smartphones es seguir creciendo. El principal factor de incremento del uso de estos equipos es el mayor acceso a internet.
En la actualidad, quienes usan más los smartphones son los jóvenes de entre 20 y 35 años.