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Actualmente unos 40 de estos puntos se extienden a lo largo de atacama

En el desierto chileno se bebe de la niebla

En Alto Patache, los atrapanieblas abastecen a la estación de investigación científica de la Universidad Católica.
En Alto Patache, los atrapanieblas abastecen a la estación de investigación científica de la Universidad Católica.
AFP
10 de mayo de 2016 - 00:00 - AFP

Como ya hicieron antes las comunidades indígenas, en la región chilena de Atacama buscan doblarle la mano al desierto más árido del mundo atrapando las gotas de la camanchaca, la niebla costera que cubre de madrugada estos cielos límpidos.

Los atrapanieblas son mallas de polipropileno colocadas entre dos postes que se yerguen sobre los secos parajes del desierto de Atacama cual carteles publicitarios. Las gotas del agua de la camanchaca se condensan en la malla antes de deslizarse a los recipientes situados debajo para acumular, gota a gota, el preciado líquido.

Ubicadas en dirección contraria al viento, estas mallas son una tecnología sencilla y eficiente, patentada en Chile y exportada a muchas latitudes: Perú, Guatemala, República Dominicana, Ecuador, Nepal, Namibia o las islas Canarias. Otros países utilizan los árboles para capturar el agua de la niebla.

Un metro cuadrado puede recoger en un día hasta 14 litros de agua, explica a la AFP Camilo del Río, investigador del Instituto de Geografía de la Universidad Católica, que desarrolla en Alto Patache -a 40 km de la ciudad norteña de Iquique- un centro de investigación sobre esta tecnología. La recolección promedio es de 7 litros diarios.

En los meses de invierno y primavera la acumulación es mayor, y disminuye en otoño y verano. Por eso, la clave de esta fuente hídrica es el almacenamiento, dice Pablo Osses, jefe de proyecto.
Un campo de 100 atrapanieblas de 4.000 m² puede recoger diariamente 30.000 litros de agua, según Osses.

El agua que se recoge, del mismo sabor que el agua de lluvia, no es ciento por ciento potable, por los minerales que arrastra desde el mar y entre ellos alguna que otra bacteria. “Pero la transformación a potable no es compleja ni cara, si es que se quiere para consumo humano; para otras actividades no hay ningún problema en usarla tal y como viene”, dice Del Río.

En Alto Patache, los atrapanieblas abastecen completamente la estación de investigación científica de la Universidad Católica, compuesta de unos 6 domos de color blanco que sirven de dormitorios, cocina, baño. El agua recogida sale luego normalmente de los grifos. En el sitio hay también una estación meteorológica y varios instrumentos de medición de la niebla.

Tradición ancestral

Usada por los antiguos habitantes del desierto, que recogían el agua que se deslizaba por las laderas de las rocas recubiertas de moho y líquenes, el uso del atrapanieblas se presenta como una solución para abastecer de agua a pequeñas comunidades costeras del norte chileno, que sufren la aridez extrema de una región en la que casi no llueve en todo el año.

La camanchaca (oscuridad en aimara) es una niebla costera espesa y baja que se deja caer de madrugada en el desierto chileno, disipándose a medida que transcurre el día, cuando da paso a los cielos más límpidos y soleados del planeta, donde se asienta gran parte de los mayores telescopios mundiales.

El fenómeno se explica por la gran cantidad de radiación solar que recibe el océano Pacífico en esta zona ventosa, produciendo gran evaporación de agua. En su camino al continente, esta masa de aire se enfría al toparse con la corriente de Humboldt y con las altas cumbres de la cordillera andina, provocando la camanchaca. “Esta niebla es una bendición. Estamos en un ambiente desértico hiperárido (...), pero sí tenemos esta humedad proveniente desde el mar”, dice Del Río.

Actualmente, unas 40 redes de este tipo funcionan en el desierto de Atacama. Sus dimensiones varían, pero en general son de 4 metros de alto por 8 o 10 de ancho. Para el uso masivo de los atrapanieblas en Chile, se necesita dotar de mayor predictibilidad a la tecnología, para que los habitantes de las comunidades que los usan sepan con cuántos recursos hídricos pueden contar.

“El desafío del estudio de la niebla es poder llevarlo y aterrizarlo a las mismas comunidades. Cerca de la estación hay pequeños pueblos que no tienen agua potable y deben estar constantemente abastecidos con camiones aljibe que vienen de la ciudad, con problemas en la distribución”, explicó a la AFP Nicolás Zanetta, coordinador de la estación de Alto Patache. “La idea futura es ver la factibilidad de implementar sistemas como este en nuestro entorno”, agregó el especialista. (I)

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