CIENCIA
Los estadounidenses presencian extasiados el "gran eclipse"
Durante más de 90 minutos, millones de personas admiraron el lunes extasiadas el "gran eclipse" total de Sol, el primero en atravesar Estados Unidos en 99 años.
A las 18:48 GMT, el Sol reapareció detrás de la Luna en Charleston, Carolina del Sur, en el sureste del país. Fue la última etapa del eclipse antes de desaparecer del continente americano.
A las 17:16, el astro luminoso había comenzado a quedar oculto tras la Luna en Oregon, en el noroeste. El principio del fenómeno fue recibido con aplausos y gritos de algarabía de miles de espectadores.
"Fue increíblemente bello. Se me cayeron las lágrimas de emoción", contó en Charleston Heather Riser, una mujer de 54 años que viajó allí desde Virginia para ponerse en la trayectoria del eclipse, que dejó en la oscuridad una franja diagonal de territorio que iba del noroeste al sureste. Como ella, decenas de miles de personas se trasladaron allí para aprovechar el momento único.
En todos los rincones del país, incluso en los que el eclipse solo se percibió de forma parcial, los telescopios y cámaras de fotos estuvieron omnipresentes. En Washington, el presidente Donald Trump observó el fenómeno con su esposa Melania desde el balcón Truman de la Casa Blanca. Durante un instante, él levantó la mirada hacia el cielo sin lentes antes de que uno de sus asistentes le pidiera enfáticamente que no lo hiciera.
Dos minutos de felicidad
El eclipse total de Sol dejó a oscuras a los espectadores durante poco más de dos minutos. Fue visible en una franja de 113 kilómetros de ancho, para convertirse en el primero en atravesar el continente americano de costa a costa desde 1918.
Doce millones de personas, que viven en este privilegiado corredor, estuvieron en primera fila para observar el espectáculo. Los acompañaron millones de turistas y aficionados que se acercaron multitudinariamente a esta diagonal.
En Carolina del Sur, la gente temió durante largo rato que las nubes fueran a aguarles la fiesta, y los visitantes rogaban que mejorara el tiempo. "No importa realmente si vemos o no el eclipse. Nos permitió poner un alfiler en el mapa" y viajar, dice Nick Willder, un británico de 59 años.
Finalmente la suerte y el cielo estuvieron de su lado y en Charleston, donde desde temprano miles de personas se dirigían hacia la costa para encontrar un buen punto de observación, los espectadores pudieron ser los últimos testigos.
En el resto de Estados Unidos, donde el eclipse solo era parcial, la pregunta que más circuló entre la población durante todo el fin de semana fue: ¿Dónde se pueden encontrar los lentes de protección?
Las autoridades y los medios repitieron incansablemente las medidas de seguridad durante días: con ninguna excusa debía mirarse el eclipse sin los famosos lentes o, de lo contrario, la retina podía quemarse.
"No estoy segura de poder verlo otra vez"
En Los Ángeles, miles de personas acudieron al Observatorio Griffith, que corona las colinas circundantes. Muchos fueron caminando para evitar los atascos y estacionamientos desbordados, pese a que en esa ciudad el eclipse fue visible solo en 60%.
Algunos espectadores habían fabricado sus propios proyectores de cartón y cinta adhesiva. Las exclamaciones y la risa entusiasta se dispararon apenas la Luna "mordió" al Sol.
"No hay mejor lugar para verlo, con las personas que son aficionadas como nosotros", dijo Laura Thieme, de 49 años y quien reside en los suburbios de Los Ángeles, junto a su hijo de 8. "No estoy segura de poder volver a ver algo así otra vez".
La NASA dispuso un dispositivo especial para estar a la altura del evento: 11 naves espaciales, 50 globos aerostáticos y tres aviones fueron desplegados para estudiar el fenómeno, que fue transmitido en su totalidad en la página web de la agencia gubernamental.
Cuando la oscuridad se posó sobre ellos, muchos estadounidenses tuvieron que escaparse discretamente de sus trabajos para observar este momento de historia astronómica.
En Ciudad de México, también con telescopios, lentes especiales y hasta meditaciones para atraer la "buena vibra" astral, miles de personas observaron el fenómeno, visible solo de manera parcial pero que alcanzó a despertar nostalgia, pasión y miedos.
Más de 5.000 personas acudieron a Universum, el museo de ciencia de Ciudad Universitaria, para presenciarlo, escuchar los comentarios de astrónomos y la retransmisión desde la NASA.
En 1991 fue la última vez que México fue testigo de un eclipse total de Sol. "Es algo que no esperas, que a mediodía se oscurece. Fue interesante cómo reaccionan los animales: los gallos empezaron a cantar, los perros ladraban... Fue una experiencia bonita pero a la vez estremecedora", recuerda Graciela Ortiz, de 61 años, presente entre los espectadores.
Para quienes estuvieron lejos de la alineación de la Luna y el Sol, no hay de qué preocuparse: el próximo eclipse total de Sol se producirá en menos de siete años, en abril de 2024. (I)